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La transformación de la política científica en México

Fernando Fuentes

Premio Nacional de Periodismo 2008 y 2016. Premio Nacional de Locución 2017.

“La parte nodal de la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI) son los Centros Públicos de Investigación, porque son los que generan en términos de producción el conocimiento científico”, reconoció en exclusiva el sociólogo Arturo Manuel Chávez López, titular de la Unidad de Políticas Transversales de la institución.

“Cuál es el objetivo de la Secretaría de Ciencia, como lo estamos pensando y como lo estamos construyendo, primero con el Plan Nacional de Desarrollo, luego en el Plan Sectorial y finalmente lo que queremos lograr es un nuevo enfoque soberano, humanista y colaborativo” explicó el maestro Arturo Chávez, al participar como ponente en la celebración del XXV Aniversario del Sindicato Unificado de Trabajadores del Centro de Investigación Científica y de Estudios Superiores de Ensenada, B.C. (SUTCICESE).

“Lo anterior, dijo el académico Arturo Chávez, como lo señaló nuestra Presidenta, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, citando sus palabras, es hacer ‘de México una potencia científica, apoyando a todas las ciencias y vinculándolas con los sectores prioritarios del país’. Esta convicción se ve reforzada por la trayectoria de nuestra secretaria, la doctora Rosaura Ruiz, quien ha sido un referente en la defensa de la ciencia como bien público y derecho social”.

“En materia de ciencia y tecnología, México nunca alcanzó la inversión del 1% del PIB en I+D; las capacidades tecnológicas propias fueron sustituidas por la dependencia de tecnología importada, y el país se consolidó como ensamblador, no como generador de conocimiento. Con la presencia de investigadores del Colegio de la Frontera Norte y del Centro de Investigación Científica y de Estudios Superiores de Ensenada, Baja California, Arturo Chávez, profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, señaló lo anterior.

“El Conahcyt tiene registro de más de 35 mil proyectos entre 2001 y 2024, con una inversión de 109 mil millones de pesos. Sin embargo, no existió una estrategia de articulación. Por ejemplo, se financiaron cientos de proyectos sobre diabetes, obesidad e hipertensión, sin fomentar sinergias ni redes entre instituciones. La falta de coordinación impidió que ese conocimiento contribuyera significativamente a enfrentar los problemas nacionales.

“Esto demuestra que, incluso con recursos, una política científica sin visión articuladora y sin criterios de integración pierde eficacia. La ciencia fragmentada, dispersa y aislada no puede responder de manera efectiva a desafíos estructurales como los de salud pública, cambio climático o pobreza”; ante los secretarios generales de los sindicatos del SIPCOLEF, José María Ramos; del SUTCICESE, Saúl Rodríguez Vélez; y Janett Anaid Valdez Garza del SUTAACIQA.

“La comunidad científica en México es todavía pequeña. Existen solo 384 personas investigadoras por cada millón de habitantes, en contraste con países como Corea del Sur, que supera las 9 mil. Este indicador revela una brecha estructural que no puede resolverse sin una política decidida de formación, financiamiento y retención de talento científico”.

“Una sociedad que aspira a la soberanía científica necesita investigadores e investigadoras suficientes, distribuidos territorialmente y con condiciones adecuadas para desarrollar su vocación. Tenemos que acabar con la visión centralista de la ciencia y reconocer las necesidades regionales y locales”.

“En términos de propiedad intelectual, México registra apenas una patente por cada 100 mil habitantes. Estados Unidos, por ejemplo, presenta 75. Además, por cada patente solicitada por una persona mexicana, 16 son solicitadas por extranjeros. Esta situación muestra nuestra dependencia tecnológica y la urgencia de fortalecer nuestras capacidades de invención, innovación y transferencia tecnológica”.

“El déficit en patentes no es sólo un problema de productividad, sino también de estrategia. Se requiere crear ecosistemas de innovación que acompañen desde la investigación básica hasta la protección y comercialización del conocimiento generado localmente”.

“La inversión en I+D sigue muy por debajo del umbral mínimo internacional. Apenas alcanzó el 0.26% del PIB en 2022. Aunque el objetivo del 1% ha sido planteado desde hace más de tres sexenios, no se ha cumplido, afirmó Arturo Chávez, ante los abogados democráticos Arturo Alcalde Justiniani y Eugenio Narcia Tovar.

“En México, el 80% de esta inversión proviene del sector público, a diferencia de países como Corea, donde el sector privado es el principal aportante. Esto refleja una débil articulación entre ciencia y producción, así como la limitada participación de las empresas en la innovación nacional”.

“La ciencia (en México) fue vista como un insumo subsidiado, pero no como un motor del desarrollo sostenible ni del bienestar social. Hoy día, la participación de la iniciativa privada (IP) en el desarrollo científico, humanístico, tecnológico y de innovación es fundamental”, concluyó el funcionario de la SECIHTI en las propias instalaciones de los Centros Públicos de Investigación, quien también atestiguó el ingeniero Manuel Escobar Aguilar, secretario general del INAOE y presidente de la FENASSCYT.

Fuente: milenio.com

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