La madre de Mary Shelley, creadora de Frankenstein
Evelia Domínguez
Hace unos días, para ser más exacta, el 15 de octubre del presente año, se conmemoró el Día de las Escritoras, celebración anual que se realiza desde el 2016 en España y cuyo objetivo es hacer visible la labor y las aportaciones que las mujeres brindan al mundo de la literatura.
De ahí surgió la encomienda de hablar sobre una de las escritoras más ingeniosas de las letras inglesas.
Porque sin duda, hay mujeres que marcan un rumbo diferente en la historia de la humanidad. Féminas que inspiran y dejan un camino labrado para las generaciones de la posteridad. Mary Wollstonecraft es sin duda una de ellas.
Esta mujer británica tomó fuerza en pleno siglo XVIII tras la publicación de su obra Vindicación de los derechos de la mujer (1792), cuyo estudio sirvió como base del feminismo moderno y la convirtió en una de las mujeres más populares de Europa.
Mary vivió en carne propia los maltratos e improperios que su progenitor Edward John propinaba hacia su madre, Elizabeth Dixon. La violencia y el sometimiento que experimentó al lado de ella fueron factores que definieron en gran parte sus pensamientos acerca de la condición de igualdad entre hombres y mujeres.
Wollstonecraft planteó que la clave para superar la subordinación femenina era el acceso a la educación. De esta manera, las mujeres educadas no sólo alcanzarían un plano de igualdad con respecto a los hombres, sino que podrían desarrollar su independencia económica realizando actividades que fuesen remuneradas.
Ella no se conformó con establecer nuevas formas de implantar a la mujer en la sociedad y demás sectores. Va más allá, pidió al Estado que garantizara un sistema nacional de enseñanza primaria gratuita universal para ambos sexos.
La escritora y filósofa anglosajona sacó a flote su espíritu de lucha al morir su madre. Consciente de que la única fórmula para progresar en una sociedad londinense llena de convencionalismos sociales era instruirse. Mary se formó académicamente así misma. Y tiempo después, con ayuda de su amiga Fanny Blood y de sus hermanas Eliza y Evelina, fundaron una escuela para señoritas.
En la institución se impartía gramática, aritmética, historia, geografía y lengua francesa. Sin embargo, llegó un embate económico que provocó el cierre del lugar.
Mary y su trágico desenlace
Contrajo nupcias por segunda ocasión con el filósofo William Godwin con quien procreó a su segunda hija, Mary Shelley. Pero este nacimiento sólo le trajo la muerte. Aunque el parto parecía ir bien, la placenta se rompió y se infectó durante la llegada de su pequeña Mary. Luego de varios días de agonía, la escritora inglesa falleció de septicemia el 10 de septiembre de 1797 a la edad de 38 años.
Su pareja sentimental Godwin quedó destrozado, al tiempo que escribió “creo firmemente que no existe en el mundo nadie que se pueda comparar con ella. Sé por experiencia que estábamos hechos para hacernos felices el uno al otro. No espero en absoluto poder volver a ser feliz nunca más”.
No obstante, el legado de Mary Wollstonecraft fue más allá de su deceso y de esa niña, porque precisamente, Mary Shelley se convirtió en la entrañable autora de Frankenstein.
En la actualidad, el relato de Mary Shelley es uno de los pilares de la ciencia ficción y un gran nido de ideas para la literatura.
Y así estoy segura hay esparcidas por todo rincón del planeta, mujeres admirables, que rompen con los estereotipos y estigmas que impone la sociedad avasallante. No importa a qué te dediques, o que labor hagas, siempre y cuando pongas el corazón y pasión en lo que haces, porque tarde o temprano te traerá bonanza.
Me quedo con uno de los pensamientos a los que aspiramos tal vez muchas de nosotras “no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas”.
Fuente: elsoldecuernavaca.com.mx