La interacción parásito-huésped es una de las más exitosas dentro de la naturaleza: Rosario Mata López
En palabras de la especialista en modelos coevolutivos, la importancia de los helmintos radica en que proporcionan información acerca de la relación hospedero-parásito, son monitores del estado de los ecosistemas y su presencia determina el surgimiento de enfermedades
Los parásitos también evolucionan, implica un proceso de coevolución junto con los hospederos, y los humanos hemos domesticado plantas y animales con sus parásitos, estas fueron las palabras con las que Antonio Lazcano, miembro de El Colegio Nacional, dio inició a la conferencia Evolución de parásitos: el caso de los gusanos intestinales, impartida por Rosario Mata López, investigadora de la Facultad de Ciencias de la UNAM.
La especialista en modelos coevolutivos centró su ponencia en los helmintos, organismos multicelulares que presentan forma de gusano y son de naturaleza parasitaria, y en la relación de éstos con sus hospederos. Recordó que es importante conocer las interacciones biológicas que dan mantenimiento a la biodiversidad y la estabilidad de los ecosistemas, como es el caso de depredador-presa, flor-polinizador y parásito-huésped, esta última es una de las más exitosas dentro de la naturaleza, porque el huésped se ve completamente afectado y el parásito beneficiado. “Sin ellas la biodiversidad no podría avanzar, y son sensibles a cambios estacionales, de comportamiento y al cambio climático”.
En la sesión, que formó parte del ciclo Los viernes de la evolución, coordinado por los colegiados Antonio Lazcano y José Sarukhán, y se realizó el 9 de junio en el Aula Mayor de la dependencia, Mata López explicó que un parásito es aquel que vive dentro o sobre otro organismo vivo de distinta especie, que obtiene parte o la totalidad de sus nutrientes orgánicos, exhibiendo comúnmente algún grado de modificación estructural adaptativa y causando, a su vez, un grado de daño en su hospedero.
“Históricamente hemos considerado malos a los parásitos y como entes que nos asechan, pero es importante abordar estas interacciones biológicas desde un punto de vista ecológico y evolutivo. Éstas son tan maleables evolutivamente como las especies mismas, y han jugado un papel central en la diversificación y organización de la vida”, enfatizó la coordinadora de Biología Evolutiva, de la Facultad de Ciencias de la UNAM.
Agregó que el parasitismo se refiere al proceso en el que el parásito obtiene absolutamente todo de su huésped. “En la naturaleza, este proceso ha sido tan maravilloso, tan exitoso, que el parásito no llega a matar a su huésped, aun cuando la relación sea completamente negativa para él”. Sostuvo que por cada organismo existe al menos un parásito y el parasitismo ha evolucionado de forma independiente al menos 223 veces en sólo 15 phyla, es decir, en 15 categorías taxonómicas.
En palabras de la especialista, phyla rotifera, nematoda y annelida, son algunos de los parásitos que se encuentran en todas las especies de vertebrados y constituyen lo que se conoce como helmintos, que representan el 20% de los taxones de parásitos en el reino animal. “Los helmintos son organismos con forma de gusano, pero que forzosamente son parásitos, tienen el estilo de vida parasita”.
Entre los helmintos más conocidos, se encuentran los monogeneos, parásitos de peces, anfibios, reptiles acuáticos y del ojo de los hipopótamos; los trematodos digéneos, endoparásitos de vertebrados, del intestino, vejiga urinaria y pulmones; los cestodos, endoparásitos del intestino de sus huéspedes con un potencial reproductivo mayor que el de sus huéspedes; los nematodos, el grupo más diverso en la naturaleza; los acantocéfalos, gusanos del intestino; y las sanguijuelas, que se alimentan de la sangre y son parásitos temporales cuando se alimentan.
De acuerdo con Mata López, la importancia de este grupo de helmintos radica en que proporcionan información acerca de la coevolución hospedero-parásito; son monitores del estado de los ecosistemas, de la dieta de los hospederos, porque su presencia en la naturaleza indica que el ecosistema es sano; son indicadores indirectos de patrones de migración; indicadores directos sanitarios, debido a que su presencia determina el surgimiento de enfermedades que afectan a las poblaciones humanas, animales y vegetales; y, además, son reguladores poblacionales y funcionan para terapias de los humanos.
El grupo de trabajo de la especialista se llama Sistemática y evolución de Helmintos de vertebrados silvestres y se ubica en el Departamento de Biología Evolutiva de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Durante su ponencia, puntualizó que cuando una especie animal o vegetal se traslada de una región a otra, se lleva consigo a sus parásitos, de ahí la importancia de estudiar su migración.
Los tlacuaches, por ejemplo, se encuentran representados en Sudamérica y en Australia. En México, existen tres especies de tlacuaches con parásitos distintos, porque sus dietas son diferentes, pero también comparten cuatro parásitos, “lo que plantea que algunos fueron adquiridos por ecología y otros van tomados de la mano con sus grupos de hospederos a lo largo de la evolución”.
La ponente detalló que el sapo marino, por ejemplo, se encuentra parasitado por 113 taxones de helmintos, pero sólo una especie de nematodos, es decir, una especie específica de este huésped, “lo que notifica que es una especie de huésped generalista, porque come todo lo que se encuentra y le quepa en la boca”.
Al responder a la pregunta de si ¿en México, existen registrados casos graves por infección parasitaria?, la científica comentó que “algo que falla en el país son los registros y el seguimiento. Hay algunos parásitos paragonimus mexicanos, por ejemplo, parásito del pulmón en tlacuaches, y sucede que llegan a parasitar a los humanos, porque comen crustáceos crudos, cangrejos, sobre todo, en provincia, pero como se van a pulmón, esto llega a confundirse con enfermedades respiratorias”.
O también se encuentra el caso de la gnatostomiasis, conocido como gusano migrans que llega al humano de forma accidental, “no es natural, esta especie utiliza a peces como hospederos intermediarios y, como en México se come ceviche, en el cual el limón no mata la larva, el parásito empieza a migrar y puede llegar a la piel o al ojo, incluso se puede perder la vista. En el país, no tenemos registrados casos como estos, porque el sector salud no tiene las herramientas para ello”, concluyó la experta.
Fuente: El Colegio Nacional