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La importancia de los “críticos del sur” es capital en la crítica literaria del siglo XX: Christopher Domínguez Michael

“Los nuevos críticos del sur de los Estados Unidos están silenciosa e invisiblemente atrás de casi todo bien crítico literario contemporáneo, con la conciencia de tenerlos atrás de la espalda o no”

Sus nombres no están entre los más conocidos de la crítica literaria del siglo XX, pero en su trabajo se encuentran aportaciones que permanecen hasta nuestros días: el más notorio es John Crowe Ransom, pero también se puede mencionar a Kenneth Burke, Allen Tate, Robert Penn Warren o Cleanth Brooks, destacó Christopher Domínguez Michael, miembro de El Colegio Nacional, al dictar la conferencia Los críticos del sur (de los Estados Unidos), como parte del ciclo Grandes críticos literarios del siglo XX, que se transmitió en vivo el 5 de agosto a través de las plataformas digitales de la institución.

“Los críticos son, en buena medida, discípulos, seguidores, a veces críticos, antagonistas, de la figura de T. S. Eliot, cuya sombra se extiende sobre la primera mitad del siglo XX y más allá: son críticos muy importantes, poco conocidos del gran público o de la pequeña minoría que se ocupa de los asuntos literarios, pero su importancia es capital en la crítica literaria del siglo XX, porque ellos fueron quienes integraron a la crítica literaria al circuito universitario”, apuntó el ensayista mexicano.

Recordó que una de las grandes aportaciones de ese grupo de críticos se dio desde fines de los años 20, cuando empezaron a realizar algo que ahora nos parece normal: muy a fines del siglo XIX se consideró que las universidades no deberían tener cátedras de literatura inglesa, se creía que era una redundancia y los estudios literarios entraron gracias al impulso, a la militancia académica de estos críticos.

“Vienen de Nashville, estaban en la Universidad de Vanderbilt, donde sacaron su revista y fueron apodados Los fugitivos. La fecha fundadora de la nueva crítica es 1941, cuando Ransom publica un libro con ese mismo título. Es muy interesante leer a estos críticos, bastante complejos de leer, que no estaban muy interesados en una relación con el público, ni siquiera tenían la intención de hacerle la vida sencilla a los estudiantes, lo que habla del nivel de los estudiantes de literatura en aquellos años, un nivel muy alto que sólo admitía profesores muy especializados.”

Aun cuando el siglo XX vio con mucha simpatía la dificultad, lo complejo, al grado que los filósofos más populares del siglo XX, sobre todo Heidegger, se expresaban en un lenguaje que “hacía de la dificultad su misma esencia”, la complejidad de los nuevos críticos también tenía que ver con el hecho de que fueron los primeros lectores profesionales.

De acuerdo con Christopher Domínguez Michael fueron profesores de literatura que se enfrentaron a lo que significaba absorber de manera parcial, total o rechazar los conocimientos científicos del siglo XX; sobre todo, algo que ahora nos parece muy lógico, la extensión de estas disciplinas hacia la literatura.

“Ransom, como sus maestros, estaban muy preocupados por ver de qué manera la psicología como ciencia podía servir como instrumento para descifrar la literatura, de la misma manera en que Freud meditó sobre la utilidad del psicoanálisis en la literatura, aunque fue muy cauto en aplicar a los libros lo que se aplicaba a los pacientes, y buena parte de su saber proviene de la literatura, de los mitos que conocemos gracias a su transmisión literaria: el psicoanálisis –en sus primeros 40 años– no podía sino provenir de un europeo educado en lengua alemana, como Freud, educado en las humanidades clásicas.”

Más allá de la crítica literaria

En esta década del siglo XXI, los críticos del sur de los Estados Unidos serían impresentables políticamente: lo mismo eran defensores de la autonomía de la literatura, que militantes agraristas del sur de Estados Unidos.

Ellos se ubicaban, unos más que otros –el más importante fue el mejor escritor de todos ellos, Allen Tate, poeta, biógrafo, novelista– con la Confederación derrotada en la guerra civil de 1867, lo que conllevaba que “compartieran en los años 30 muchos de los pecados que el totalitarismo del orden fascista llevó a extremos inenarrables”, en palabras del colegiado.

“Los nuevos críticos se metieron mucho a la psicología en sus primeros años y lo hicieron con una sensación muy ambigua, lo cual me parece vuelve tan pesada su lectura: ellos no sabían si la ciencia era buena o mala para la crítica literaria, como que metían la pata en la tina con agua caliente y la sacaban hasta que la temperatura se volvía amable.”

“Esta vacilación, que es la que enfrenta mucho a los críticos del sur de Estados Unidos, tenía temores bien fundados de que la literatura perdiera su esencia y fuera invadida o saqueada por otras disciplinas, que se iban a ostentar mucho más científicas que la crítica literaria o que la literatura misma”, resaltó Christopher Domínguez durante su conferencia.

Pese a estas circunstancias, para el también crítico literarios, los nuevos críticos resultan absolutamente esenciales para entender lo que ha sido la historia de la crítica literaria, en especial durante el siglo XX, porque ellos defendieron de manera muy temprana, a veces de manera equivocada, lo que entiendo como la autonomía de la literatura, “la explicación intrínseca del fenómeno poético”.

“Ellos rechazaban las explicaciones exteriores del fenómeno literario, aunque sea humanamente imposible aislar un producto de la subjetividad, como es un poema, de todo aquello que lo rodea: su tiempo, su autor, sus condiciones materiales de escritura, la manera en que fue leído: todo lo que rodea al texto literario son una cantidad de huellas que, quienes se han empeñado en borrarlas todas algunos lo han hecho con bastante eficacia, pero siempre han dejado de manera inevitable su propia huella.”

Bajo esa perspectiva, los críticos del sur de los Estados Unidos defendieron la autonomía de la literatura, temerosos de que la psicología, por ejemplo, comenzara a ofrecer una explicación de lo literario que no fuera esencialmente literario.

De esta manera, enfrentaron al problema metodológico de qué era lo esencialmente literario y una de sus primeras peleas fue entre la noción platónica del arte y la supuesta metodología aristotélica, que se le contrapone, para examinar la poesía.

La importancia de su trabajo se puede encontrar en diferentes ámbitos, si bien “esto de los nuevos críticos del sur de los Estados Unidos y su relación con Eliot es un capítulo un poco olvidado de la historia de la crítica literaria”, a decir de Domínguez Michael, para quien ese grupo de presencias invisibles que, cuando uno lee ciertas manifestaciones actuales de la crítica literaria, “se da cuenta que problemas que parecen actuales ya fueron postulados y se nos indicaron maneras de resolverlos”.

“Los nuevos críticos del sur de los Estados Unidos están silenciosa e invisiblemente atrás de casi todo buen crítico literario contemporáneo, con la conciencia de tenerlos atrás de la espalda o no.”

Fuente: El Colegio Nacional