La energía no sólo es una cuestión técnica, es fundamentalmente una cuestión social, una cuestión política íntimamente ligada a la relación colectiva y de nuestras instituciones: François Jarrige
Desde la historia del uso de la energía hasta la transición energética, pasando por el panorama actual que enfrenta México en esta materia, fueron los temas que se reflexionaron en la mesa Energías renovables y decrecimiento energético, coordinada por Julia Carabias, miembro de El Colegio Nacional, y realizada de manera presencial el 13 de mayo, en el Aula Mayor de la institución.
La sesión contó con la participación de los expertos François Jarrige, profesor de la Universidad de Bourgogne, en Francia; Andrés Flores, director de Cambio Climático y Energía del World Resources Institute, México; y Fernando Tudela Abad, consultor de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Al tomar el micrófono, la colegiada sostuvo que la energía es el motor del desarrollo y es indispensable para el bienestar de las sociedades, pero es un tema de alta preocupación por varios motivos, porque existen 770 millones de personas que no tienen acceso a la electricidad y porque los sistemas energéticos son los responsables de casi tres cuartas partes de la generación de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático.
Agregó que con este escenario es importante realizar un análisis y una revisión de qué es lo que se debe hacer como sociedad, como humanidad y como mexicano: “Entre las orientaciones que se han planteado, hay una relacionada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, la número 7, que plantea la necesidad de garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna. Sólo eso”.
La suma de lo anterior implica enfrentar el problema desde muchas dimensiones, desde la parte científica, tecnológica, económica, social y desde la cultura, añadió la bióloga mexicana y enfatizó que se requiere un análisis de cómo la humanidad, en su historia, ha enfrentado estos problemas, “porque a partir de ese entendimiento, se podrán trazar mejor las rutas a futuro”.
Algunas perspectivas históricas
En su participación, el historiador y experto en sociedades industriales François Jarrige dictó la ponencia “Energías renovables y decrecimiento energético: algunas perspectivas históricas”. Aseguró que la energía tiene que ver con la forma de vida y las relaciones sociales: “La energía no sólo es una cuestión técnica, es fundamentalmente una cuestión social, una cuestión política íntimamente ligada a la relación colectiva y de nuestras instituciones”.
Al responder a la pregunta ¿cómo se formó la dependencia energética? El profesor de la Universidad de Bourgogne, en Francia, explicó que, hasta finales del Siglo XVIII, las sociedades dependían de los sistemas energéticos, “siempre movilizamos recursos para producir, para consumir y calentarnos, siempre necesitamos energía”.
Sostuvo que, en esa época, considerada de crecimiento infinito, se comenzó la dependencia del carbón: “El imaginario del carbón y su cultura estaba fundamentado en la abundancia, en la expansión continua. Por ejemplo, Inglaterra estaba marcada por la deforestación, la sobreexplotación de los recursos hidráulicos, y de pronto el carbón se utilizaba como una manera de emanciparse de las limitaciones ambientales”.
En el Siglo XIX, este elemento era una fuente de contaminación masiva, lo que dio paso a pensar en energías naturales como se conocían, es decir, renovables a escala humana: “Desde los años 70 entramos en una época ambigua, las sociedades, los especialistas del tema, los actores políticos tienen conciencia de todas las fragilidades que implican estas dependencias de las energías fósiles, el debate no es nuevo. La energía fósil explotó con la globalización, con la generalización del modelo del desarrollo occidental. Paradójicamente es ahora cuando hay un aumento de estas energías”.
En palabras del especialista, hay tres trayectorias o posibles caminos. La primera tiene que ver con el debate de los años setenta y la reactivación de nuevas lógicas de modernización, el eco modernismo; la segunda, con el enfoque de desarrollo sustentable; la tercera es realizar políticas públicas para generar un decrecimiento energético: “Se tienen que hacer sistemas sociales que acompañen este decrecimiento para permitir algo más igualitario”, finalizó.
Energía renovable en México – Retos y oportunidades en el contexto climático
Por su parte, el economista Andrés Flores, compartió la ponencia “Energía renovable en México – Retos y oportunidades en el contexto climático”. Afirmó que “estamos frente a una emergencia sin precedentes. En realidad, estamos yendo hacia 2.4 °C de calentamiento en todo el planeta, pero se podría llegar a 4°C o hasta 6°C. Es un proceso largo en el que los avances son muy pocos y las emisiones siguen creciendo”.
Expuso que México no está dentro de los países con metas más ambiciosas en sus últimos compromisos: “Está en una posición un poco deshonrosa, junto con Brasil, como dos de los países que más contribuyen a las emisiones de carbono globales. México es el único país del G20 que no tiene ningún tipo de compromiso, expresión e interés en lograr un objetivo de este tipo para mediados de siglo”.
Explicó que el perfil de emisiones en el país se parece más al de uno desarrollado que al de uno en desarrollo, porque la mayor parte de éstas provienen de la generación y uso de energía, que corresponde a un 70%, mientras que, en América Latina, es de poco más del 40%. En México, las emisiones están creciendo en 1.9%, mientras que en el resto del mundo aumentan a razón del 1.3%: “Para el 2050 se tendrían que tener 2 toneladas de emisiones por habitante, ahora se tienen aproximadamente 6”.
De acuerdo con el director de Cambio Climático y Energía del World Resources Institute, México, es posible que el país logre sus metas con una combinación de 21 estrategias de política en todos los sectores y concentrándose específicamente en el de electricidad, transporte e industria: “Se justifica invertir en la descarbonización de la economía, porque tiene beneficios sociales y económicos. Si México lograra su meta para el 2030, lograríamos evitar cerca de 26 mil muertes en el país, porque al reducir emisiones de gases de efecto invernadero se disminuyen los contaminantes locales que respiran los habitantes”.
“Lo que México necesita es una inversión solar y eólica muy grande, además, la economía se está electrificando. Es inconcebible construir infraestructura nueva para combustibles fósiles, ya no se debe invertir en una refinería, porque la economía del mundo está transitando, es fundamental eliminar totalmente el uso de carbón para generación eléctrica. Todos tenemos una responsabilidad ante un fenómeno de la magnitud que estamos enfrentado”, enfatizó el experto.
Al tomar la palabra, el especialista en cambio climático Fernando Tudela Abad afirmó que lo que está cambiando no es la energía, sino sus sistemas: “Una de las razones que moverá todo este panorama es la espectacular caída de los costos de los principales renovables, por ejemplo, el de los fotovoltaicos actualmente es menor al costo promedio de los combustibles fósiles, es una tendencia importante, pero no es la única, también la eólica terrestre, la eólica marina, la concentración de energía solar y está pasando lo mismo con las baterías de vehículos eléctricos. Esto se está traduciendo en la aceptación de la nueva tecnología”.
En palabras del consultor de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, con la aparición de COVID-19, los países del G20 destinaron más fondos adicionales a los combustibles fósiles que a energías limpias, lo que genera una disyuntiva complicada: “En América Latina, en general, y en México, el camino de su tercera vía de solución de crecimiento se va a enfrentar a enormes reticencias sociales y políticas, porque todos los partidos de oposición del gobierno están clamando por un crecimiento sin entender que ese crecimiento sería inviable sin un desacoplamiento de la economía en las funciones y en el impacto ambiental”.
Agregó que se necesitan estrategias complejas, articuladas en lo social y con una visión de equidad: “El mensaje de que se nos está haciendo tarde o ya se nos hizo tarde para lograr un acuerdo climático satisfactorio, está permeando, no veo guerras por el petróleo, por el gas o la energía, por el agua tengo algunas dudas. Cada vez más se empieza a hablar de aranceles a países que producen productos con energía fósil, y cuando quieren venderlos en las fronteras de otros les cobran más impuestos, eso puede ocasionar una guerra comercial”, finalizó el especialista.
Fuente: El Colegio Nacional