La ciencia debe de continuar

Luis Arturo Bello Pérez

labellop@ipn.mx

Con la elección del nuevo presidente de la República Mexicana renace la esperanza de que muchas cosas mejoren en este país; problemas como la inseguridad, la corrupción, la educación, el empleo, etcétera. Para los que nos dedicamos a la ciencia y tecnología también existen expectativas de que las cosas cambien para mejorar. Sobre todo, el presupuesto invertido en este rubro, tener los medios suficientes para realizar esta actividad con mayor calidad, que lleve al avance del conocimiento, así como a la aplicación de este conocimiento en un beneficio directo e inmediato de la población. Con la designación de los nuevos funcionarios, esas expectativas se pueden tornar pesimistas o alentadoras. En el caso del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) el debate ha iniciado con la descentralización de la dependencia, así como cuáles deben ser las directrices a tomar este sector del país. Habrá colegas que estén de acuerdo, otros estarán de acuerdo parcialmente y otros no coincidirán con las directrices.

Desde mi punto de vista, es importante reconocer que hay cosas que, indudablemente, habrá que mejorar, pero otras que deberán reforzarse, ya que han tenido resultados exitosos. Mi sugerencia siempre ha sido: si ves que hay algo que está dando resultados, sigue apostándole; y si hay algo que se vislumbre que pueda dar buenos resultados, apóyalo, pero haciendo una evaluación de los logros cada cierto tiempo, para continuar el apoyo o rectificar. Por tanto, creo que un aspecto importante será analizar los logros de los diferentes programas del V Conacyt, y entonces, con base en éstos, tomar decisiones. Reconocer dónde estamos parados, por ejemplo, el Programa de Estímulos a la Innovación (PEI), creado para apoyar económicamente a las empresas, para realizar proyectos de investigación en coordinación con académicos para mejorar sus procesos, sistemas y productos; estoy seguro que habrá proyectos donde se desarrollaron nuevos sistemas, productos, servicios, etcétera, que se están aplicando y comercializando con éxito, pero también habrá casos donde los resultados no fueron los esperados. ¿Cuánto invirtió el Conacyt? ¿Cuáles fueron las empresas y grupos de investigación que tuvieron éxito? ¿Por qué no promover que los grupos de investigación exitosos trabajen con otras empresas? Para ser franco, desconozco si el Conacyt haga un análisis en este sentido que pudiera ayudar a mejorar las directrices y asegurar la inversión. Otro programa con opiniones encontradas es el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), creado en 1984 para retener a los investigadores en México y fortalecer la investigación científica. He participado en una de las comisiones de evaluación, y lo que pude percibir, al menos en esta área, es que los requisitos de ingreso se han flexibilizado.

No tengo datos exactos, pero el Conacyt tiene estadísticas que pudieran refutar mi dicho, muchos ingresan y la vigencia del nombramiento es por tres años. Durante este periodo deberían obtener los productos del quehacer de la investigación; sin embargo, lo que observé es que muchos no obtuvieron los productos, algunos de ellos ya no solicitaron renovación, a otros se les niega la renovación; pero recibieron el estímulo económico por tres años. ¿Cuántos son los casos de este tipo? ¿Es adecuada esta estrategia del Conacyt? ¿Ha habido cambios desde entonces? Otro aspecto que observé es el reingreso al SNI. Hay colegas a los que se les niega la renovación, pasa uno o más años y vuelven a reingresar, y al término del periodo, en la siguiente evaluación, se repite la misma situación. Me pregunto: ¿esta dinámica apoya al desarrollo de la ciencia y tecnología del país? Otro programa en el que me ha tocado participar como evaluador es el Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC). Sólo por citar algo anecdótico, recuerdo en el inicio de estos Programas de Evaluación de Posgrados, conocido como el Pifop (Programa Integral de Fortalecimiento del Posgrado), llegué al grupo de evaluación, un colega evaluador me comentó que venía de una institución que no tenía programas de posgrado. En mi opinión, resulta inadecuado evaluar algo en el cual no estás involucrado en actividades cotidianas y de planeación. Son preguntas y reflexiones que me surgen, que tal vez el Conacyt tiene las respuestas, pero no son bien conocidas.

En mi opinión, este es un buen momento para reflexión y análisis, para coincidir con una nueva administración, dispuesta a aportar al desarrollo de la ciencia en México. En lo personal, no esperaría cambios extraordinarios, pero sí algunos avances que nos lleven a desarrollar investigación que aporte conocimiento básico, aplicado y desarrollo tecnológico, que impacte en la sociedad, como es la formación de nuevas generaciones con pensamiento crítico, con una forma diferente de ver la vida de este país; por ejemplo, desde las cosas cotidianas simples, de no tirar basura por la ventanilla del auto, de no pasarnos un semáforo porque vamos retrasados, ni estacionarnos en doble fila o en lugares para discapacitados, que nos importe más la gente que nos rodea; jóvenes capaces de desarrollar productos, sistemas, servicios con impacto en la sociedad, que contribuyan a mejorar el nivel de vida.

Muchos de nosotros hemos vivido diferentes cambios de gobierno, hemos vivido crisis, momentos buenos y otros no tanto, pero creo que hemos sobrevivido; esto lo traslado a la ciencia y tecnología, de forma similar, por eso parafraseando lo que dicen las personas que se dedican al mundo del espectáculo: “la función debe de continuar”, digo: “la ciencia debe de continuar”. Ya vendrán nuevas generaciones que se encarguen de estos cambios, y seguramente, lo harán mejor con el legado que queremos dejar a los jóvenes de este país.

Fuente: Y sin embargo se mueve…