Los drones nos están proporcionando la herramienta adecuada para lograr registrar y mantener la información en un registro digital, antes de que se pierdan muchos de estos conocimientos: Gerardo Gutiérrez
“México cuenta con una gran cantidad de sitios arqueológicos: muchos de ellos sin registrar y no alcanzaría ningún ejército para darles el cuidado, el servicio o el mantenimiento, ni siquiera para hacerles un mapa”, planteó al inicio de la conferencia Arqueología digital: drones y sensores para el registro y levantamiento de sitios y realidad virtual, Gerardo Gutiérrez, profesor-investigador del Departamento de Antropología, de la Universidad de Colorado en Boulder, como parte del ciclo La arqueología hoy, coordinado por Leonardo López Luján, integrante de El Colegio Nacional.
Gutiérrez, uno de los fundadores del Laboratorio de Sensores Remotos Integrados in situ (IRISS), financiado por el programa Grandes Retos del Presidente Barack Obama, en 2015, aseguró que la existencia de vehículos aéreos no tripulados, como los drones, pueden funcionar en este trabajo de investigación de campo.
“Con la llegada de estas nuevas tecnologías se logra que, con plataformas relativamente accesibles, sensores sencillos y programas que son bastante comunes, resulte posible generar un mejor registro y además una memoria digital de su existencia, y no sólo eso, sino de su devenir”, indicó Gutiérrez.
Un proceso que resulta fundamental, en palabras del especialista, porque suele suceder con los sitios arqueológicos, en particular con los pequeños, que siempre van a estar en conflicto con el uso del suelo de nuestras necesidades actuales en las ciudades y en obras de infraestructura.
Se trata de una competencia, muchas veces por cuestiones legales, en la que el sitio arqueológico pierde y lo que necesitamos hacer es estar siempre adelante de cualquier vicisitud en ese uso de suelo y “los drones nos están proporcionando la herramienta adecuada para lograr registrar y mantener la información en un registro digital, antes de que se pierdan muchos de estos conocimientos”, lo que termina por democratizar la información del registro arqueológico.
“Necesitamos crear mecanismos para que esa información no se pierda en discos duros, en archivos de arqueólogos, en tarjetas o en las computadoras mismas. No nada más se busca usar esta tecnología para registro, sino también para proponer cómo pudieron darse ciertos procesos y ver si fueron posibles o no”, añadió el arqueólogo.
Tecnología y humanismo
La conferencia del especialista abarcó sólo una parte de un proceso que resulta bastante complejo, como reconoció tras escuchar el recorrido histórico ofrecido por el colegiado Leonardo López Luján acerca de la manera en que se hicieron los levantamientos a lo largo de los siglos XVIII y XIX.
“Partimos de una realidad que dividimos en un espacio-tiempo material y social, constituido por elementos físicos como materia, energía, vida, cuerpos cognitivos, lugares y paisajes, constructos sociales, relaciones de producción o toma de decisión; por otro lado, está el espacio digital con datos como programación, codificación binaria, almacenamiento, bases de datos, motores de búsqueda, cálculo o modelación”, expuso.
“De una u otra forma, hemos estado registrando esos intentos coloniales de la arqueología y reportando la existencia de estas estructuras, que representan el desarrollo cultural y tecnológico de los grupos prehispánicos: lo que vamos a hacer ahora es hacer el mismo ejercicio que hicieron los antecesores coloniales, pero mediante el uso de la tecnología que tenemos a la mano, la tecnología en un espacio digital”, especificó Gerardo Gutiérrez.
Y para llegar al espacio digital se necesita de una carretera que nos permita convertir la información analógica a un código binario, donde entran las herramientas de digitalización, plataformas e instrumentos, aun cuando en medio de esos espacios se deba contar con elementos intermediarios, “lo que nos va a permitir que la carretera de información analógica pase al espacio digital”.
Después de la Segunda Guerra Mundial se produjo una transformación tecnológica extraordinaria, y en la actualidad estamos completamente inmersos en actividades desarrolladas por el software o la máquina misma: “procesos cognitivos en los que pueden tomar decisiones pequeñas. pero que nos ahorran tiempo y si nos ahorramos tiempo también ahorramos trabajo y con ello recursos”.
Estamos ante tecnologías y herramientas de digitalización que se usan en la arqueología, pero en realidad esto es para todas las actividades que tenemos como sociedad moderna: la arqueología digital no es algo nuevo, en ese sentido, se ha hablado de ella desde finales de los años 80, cuando hubo acceso a computadoras personales, expresó el conferencista.
“Ya cuando logramos tener acceso a softwares que tuvieran plataformas estables y nos permitieran manejar bases de datos de manera más sencilla, sin tener que meterle tanta programación, pudimos hacer cálculos y modelación que, en otro tiempo, hubieran sido impensables”, celebró el piloto de vehículos aéreos no tripulados.
Todo ello se ha consolidado en la Universidad de Colorado, famosa porque allí existió uno de los primeros laboratorios nacionales de cálculo en Estados Unidos: un edificio completo donde estaba un matemático programando un pedazo de una operación para un cálculo estadístico y ese fragmento se lo pasaba al siguiente y así de manera escalonada para generar los cálculos “que se requerían para grandes diseños en ingeniería”.
Un proceso que ya no se ve en la actualidad, comentó durante su conferencia el profesor-investigador del Departamento de Antropología, de la Universidad de Colorado en Boulder, porque las computadoras y hasta programas de uso diario, como el Excel, nos dan esos cálculos de una manera sencilla: “no podemos imaginar que hace 50 o 60 años debíamos tener un edificio completo dedicado nada más a realizar cálculos estadísticos y ahora los hacemos sin pensar siquiera en todos esos procesos”.
El uso e integración de tecnología y medios digitales para el registro, modelación y teorización ha contribuido al enriquecimiento de la investigación arqueológica los últimos años, sobre todo en asentamientos, paisajes, restos humanos y cualquier otro objeto arqueológico: “de esta manera es que conectamos toda una serie de elementos, que nos van a ayudar a digitalizar lo que es nuestro campo de estudio. Tenemos la necesidad de sensores que no son más que dispositivos que tienen la capacidad de convertir impulsos analógicos a código binario una parte de la investigación arqueológica, que no sea destructiva”, recalcó Gerardo Gutiérrez.
En ese proceso se hecha mano de escáneres, fotografía digital, reconstrucción en 3D, realidad virtual y realidad aumentada; incluso, la georreferenciación de los datos digitales, porque permite su incorporación en bases de datos geoespaciales y sistemas de información geográfica. En fin, una serie de herramientas que han contribuido en el desarrollo de la arqueología contemporánea.
Fuente: El Colegio Nacional