Huachicoleros, el impacto ambiental y alternativa de remediación

Leticia Narciso-Ortiz1 y Manuel Alejandro Lizardi-Jiménez2

1 Instituto Tecnológico Superior de Tierra Blanca

2 CONACYT-Universidad Autónoma de San Luis Potosí

De acuerdo a la Academia Mexicana de la Lengua (2019) la palabra “huachicol” además de ser un apodo para “forastero”, se usa para referirse a un ladrón. “Huachicoleo” se refería en el siglo XX a la venta de bebidas destiladas adulteradas con alcohol de caña y con el tiempo a la práctica ilegal de adulterar combustibles. Mientras que en la definición de “huachicolero” el sufijo -ero indica oficio, ocupación, profesión o cargo. Por lo que “huachicolero” actualmente es la persona que se dedica a robar gasolina perforando los oleoductos que la conducen para comercializar con ella ilegalmente. PEMEX (2018) ha detectado tomas clandestinas en 25 de los 32 estados del país, siendo los estados que presentan mayor incidencia Puebla, Hidalgo y Guanajuato, seguidos de Veracruz, México, Tampico y Tamaulipas. La tragedia de Tlahuelilpan (en el Estado de Hidalgo, en dónde hasta la fecha se cuentan 120 decesos) por una explosión en una de las tomas clandestinas deja al descubierto uno de los impactos más negativos de esta actividad. Sin embargo, los daños al ambiente son también un asunto a considerar.

La gasolina que es el principal hidrocarburo extraído por el “huachicoleo” está compuesto de cadenas de entre 4 y 12 carbonos (Stout et al., 2016), y los derrames de esta suelen dan lugar a la exposición de mezclas complejas de sustancias tóxicas como el llamado BTEX (los monoáromaticos benceno, tolueno, etilbenceno y xileno) y dado que la gasolina es una fracción ligera del petróleo, sus componentes son altamente volátiles (Modrzyński el at., 2016). Las fugas de gasolina provocan: mortalidad y toxicidad de flora y fauna (aves, peces y mamíferos, invertebrados marinos) , afectaciones a los hábitats, reducción de las densidades poblacionales; daños a los ecosistemas acuáticos por el aumento de sedimentos, alteración del flujo y calidad del agua subterránea, contaminación de aguas superficiales, alteraciones en los caudales de los ríos, efectos estructurales en la vida marina como los arrecifes, escorrentía de combustible debido a eventos de lluvia; daños al suelo por compactación; contaminación del aire por incendios, acumulación de gases de efecto invernadero en la atmosfera, entre otros (Parish et al., 2013). Es imperativo entonces remediar estos daños ecológicos.

En junio 2017 la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó que PEMEX no será responsable de reparar el daño ecológico causado por la extracción ilegal de combustible, los trabajos de remediación tienen que estar a cargo de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) (Amparo directo 9/2017, 2017). Se han desarrollado diversas estrategias de remediación de hidrocarburos en suelo y cuerpos de agua que involucran procesos biológicos (biorremediación, fitoremediación, compostaje,) y fisicoquímicos (contención, incineración, tratamiento químico, extracción con fluidos supercríticos o solventes), ex situ o in situ (Logeshwaran et al., 2018); pero los fisicoquímicos con frecuencia intercambian un problema por otro como generación de otros contaminantes además de ser más costosos, mientras que los tratamientos biológicos ofrecen una alternativa de bajo costo en comparación, eficiente y más respetuosa con el ambiente, ya que los componentes orgánicos tóxicos son transformados a CO2 y H2O a través de las vías de biodegradación (Bezza y Chirwa, 2016) y no se requiere de ningún tratamiento de residuos (Gan et al., 2009).

La biorremediación es definida como la aplicación de organismos vivos para degradar los contaminantes, y es uno de los principales mecanismos para la remediación de hidrocarburos del medio ambiente, en especial el uso de consorcios microbianos ya que pueden degradar en cuerpos de agua y suelo (Varjani, 2017), por ejemplo, el consorcio compuesto por las bacterias Xanthomonas sp., Acinetobacter bouvetii, Shewanella sp. y Aquamicrobium lusatiense, (Tzintzun-Camacho et al., 2012) aislado de la rizosfera de Cyperus laxus una planta identificada en un pantano contaminado con hidrocarburos cercano a una refinería en el estado de Veracruz (Díaz-Ramírez et al., 2003) que es capaz de degradar también en agua (Medina-Moreno et al., 2013; Dutta et al., 2018) y agua con concentración salina (Nápoles-Álvarez et al., 2017). Además, en la investigación de Valdivia-Rivera et al. (2019) se demostró que es capaz de mantenerse consumiendo también aceites de residuos agroindustriales (mango y papaya) siendo factible económicamente su comercialización con una recuperación en menos de 10 años de vida del proyecto. Por lo tanto, el uso de este consorcio tiene un alto potencial para ser usado en la remediación de suelos y cuerpos de agua que se están siendo contaminados con hidrocarburos derivados de las tomas clandestinas o mejor conocido como “huachicoleo”. Aun así, la correcta remediación de un sitio impactado requiere primero de la caracterización para evaluar la dimensión de la pluma de contaminación, es decir el área y volumen en que se ha derramado el hidrocarburo y después la aplicación efectiva de un método de remediación. Lo que implica gastos muy a menudo superiores en mucho al precio del combustible robado.

Referencias

• Academia Mexicana de la Lengua. (14 de enero de 2019). Academia Mexicana de la Lengua. Obtenido de http://www.academia.org.mx

• Amparo directo 9/2017, 474/2016. (Ministro Alberto Pérez Dayán 09 de 2017).

• Bezza, F. A., y Chirwa, E. M. N. (2016). Biosurfactant-enhanced bioremediation of aged polycyclic aromatic hydrocarbons (PAHs) in creosote contaminated soil. Chemosphere, 144, 635-644.

• Gan, S., Lau, E. V., & Ng, H. K. (2009). Remediation of soils contaminated with polycyclic aromatic hydrocarbons (PAHs). Journal of hazardous materials, 172(2-3), 532-549.

• Logeshwaran, P., Megharaj, M., Chadalavada, S., Bowman, M., y Naidu, R. (2018). Petroleum hydrocarbons (PH) in groundwater aquifers: An overview of environmental fate, toxicity, microbial degradation and risk-based remediation approaches. Environmental Technology & Innovation.

• Medina-Moreno, S. A., Jiménez-González, A., Gutiérrez-Rojas, M., y Lizardi-Jiménez, M. A. (2013). Hexadecane aqueous emulsion characterization and uptake by an oil-degrading microbial consortium. International Biodeterioration & Biodegradation, 84, 1-7.

• Modrzyński, J. J., Christensen, J. H., Mayer, P., & Brandt, K. K. (2016). Limited recovery of soil microbial activity after transient exposure to gasoline vapors. Environmental Pollution, 216, 826-835.

• Parish, E. S., Kline, K. L., Dale, V. H., Efroymson, R. A., McBride, A. C., Johnson, T. L., … & Bielicki, J. M. (2013). Comparing scales of environmental effects from gasoline and ethanol production. Environmental Management, 51(2), 307-338.

• PEMEX . (20 de Diciembre de 2018). PEMEX . Obtenido de Reporte de tomas clandestinas 2018: http://www.pemex.com/acerca/informes_publicaciones/Paginas/tomas-clandestinas.aspx•
• Stout, S. A., Douglas, G. S., & Uhler, A. D. (2016). Chemical fingerprinting of gasoline and distillate fuels. In Standard Handbook Oil Spill Environmental Forensics (Second Edition) (pp. 509-564).

• Tzintzun-Camacho, O., Loera, O., Ramírez-Saad, H. C., y Gutiérrez-Rojas, M. (2012). Comparison of mechanisms of hexadecane uptake among pure and mixed cultures derived from a bacterial consortium. International biodeterioration & biodegradation, 70, 1-7.

• Valdivia-Rivera, S., del Carmen Varela-Santos, E., Quiñones-Muñoz, T. A., Hernández-Martínez, R., y Lizardi-Jiménez, M. A. (2019). Production of hydrocarbon-degrading microorganisms using agricultural residues of Mangifera indica L. and Carica papaya as carbon source. 3 Biotech, 9(2), 43.

• Varjani, S. J. (2017). Microbial degradation of petroleum hydrocarbons. Bioresource Technology, 223, 277-286.