En toda Mesoamérica se han localizado al menos 70 esculturas del Chac Mool: Leonardo López Luján

López Luján afirmó que el Chac Mool fue una efigie muy promovida en Mesoamérica y se elaboró por lo menos a lo largo de mil años

En la historia de la exploración arqueológica en México se han localizado más de 70 esculturas de piedra conocidas como Chac Mool, elaboradas en diferentes momentos y regiones de Mesoamérica a lo largo de unos mil años, sostuvo el arqueólogo Leonardo López Lujan, miembro de El Colegio Nacional, al participar en la presentación de los tres últimos libros publicados por el también colegiado Eduardo Matos Moctezuma.

La presentación, realizada en el Aula Mayor de El Colegio Nacional como parte del ciclo “La arqueología hoy”, que coordina el mismo López Luján, contó con la participación de las arqueólogas Patricia Ledesma Bouchan y Ximena Chávez Balderas, así como del autor, también miembro de la institución. Los títulos presentados fueron: Death in Mesoamerica, Teotihuacan y Tenochtitlan. De la Pirámide del Sol al Templo Mayor y Chac Mool. Sebastian.

Los Chac Mool, dijo López Luján, “son expresiones que son de larga duración, los encontramos desde el siglo VI hasta el XVI, es decir, durante mil años se producen en Mesoamérica y tienen una vastísima difusión, los encontramos desde Jalisco hasta El Salvador y que tuvieron una grandísima aceptación cultural en toda Mesoamérica, con excepción de Oaxaca”.

Al colegiado correspondió presentar el libro Chac Mool. Sebastian, publicación de la Fundación Sebastian y el INAH, que es al mismo tiempo catálogo de la exposición, del mismo nombre, que se exhibe en el Museo Nacional de Antropología, con 26 esculturas del artista mexicano.

En el libro, expuso el colegiado, Matos Moctezuma explica que el Chac Mool “no es una efigie de culto, nadie iba a rendirle culto a estas esculturas. ¿Por qué lo decimos? Porque no han aparecido en el sanctasanctórum, en el santo de santos, es decir, el lugar donde se venera a la divinidad, sino que aparecen, por el contrario, en la entrada de las capillas, en el centro de las plataformas, porque no se trata de efigies de culto sino de muebles rituales”.

Las esculturas, explicó, “son mesas de operación ritual, por decirlo de alguna manera, que sirven, por un lado, para depositar ofrendas; ponían ahí sangre y posiblemente corazones humanos y es claro que también servían como tajón sacrificial o téchcatl”.

López Luján señaló que el volumen revela además la afición del autor por el arte. “En mi vida ha sido una constante, mis principales amistades han sido más gente relacionada con el arte, escultores, pintores, literatos, toda una gama, prácticamente, mis principales amistades, en relación más constante son artistas en alguna rama, conocí a Sebastian ya hace mucho”, recordó al respecto Eduardo Matos Moctezuma.

El libro, agregó, “lo dividí en dos partes, la primera en la que hablo de Sabastian, del artista, en el prólogo yo hablo de que es un diálogo entre un artista y un arqueólogo. El común denominador que nos une es el tiempo, él como artista acude al pasado, se inspira y recrea varias figuras, porque ha hecho varias deidades, pero sobre todo del Chac Mool, y yo al revés, es decir, encuentro ese pasado, pero no reproduzco nada”. Para complementar el volumen, en la segunda parte el colegiado se encarga del tema arqueológico.

Dos ciudades unidas

Eduardo Matos Moctezuma “sabe contar historias, es alguien que te engancha en los temas, que tiene la capacidad de tenerte al tanto, que te lleva poco a poco hasta la parte álgida de una historia y, finalmente, logra cerrar”, afirmó por su parte la arqueóloga Patricia Ledesma Bouchan, a quien correspondió presentar Teotihuacan y Tenochtitlan. De la Pirámide del Sol al Templo Mayor.

Por su formación de maestro, agregó, “siempre está en la intención didáctica” para contar historias que desde la ciencia pueden resultar “muy áridas”, agregó la especialista, quien se encarga de la dirección del Museo del Templo Mayor.

En el libro de gran formato, con 559 páginas ilustradas, y publicado por BBVA México, Matos Moctezuma se ocupa tanto de Teotihuacan como de Tenochtitlan, ciudades prehispánicas que en algún momento une. “Ustedes se preguntarán ¿por qué eligió estas dos ciudades el profesor? Él mismo lo responde a lo largo del libro: ambas fueron determinantes para entender la historia prehispánica, si bien la historia de nuestro país tiene una riqueza increíble, estas dos ciudades marcaron un antes y un después en el devenir de nuestro país”.

“La exposición que hace el profesor de ambas ciudades es muy parecida. Abre la puerta con quienes han investigado tanto de Teotihuacan como de Tenochtitlan, nos muestra un panorama de las personas que han estado trabajando ahí, las preguntas que se hacen, las respuestas, las correcciones que hacen, pues, finalmente, así es la ciencia. Después nos da un panorama de cómo se va desarrollando la ciudad hasta lo que ahora sabemos, porque finalmente la arqueología es este rompecabezas maldito que quizá nunca logremos completar a cabalidad”, dijo.

Matos Moctezuma refirió que la escritura del libro le permitió hablar de dos ciudades prehispánicas en las que ha tenido el privilegio de trabajar: “Trabajé en Teotihuacán con don Jorge Acosta, con Ignacio Bernal, allá por 1962, en aquella primera investigación yo era alumno en la Escuela Nacional de Antropología, y ahí se despertó mi interés por la antigua ciudad”. Después, recordó, “ya pude estar al frente de una investigación en la década de los 90”.

“Teotihuacan había sido abandonada, aunque parcialmente, incendiada en su parte ceremonial, hacia el año 650, y los mexicas llegan y fundan su ciudad, según coinciden varias fuentes, hacia 1325, son siete, ocho siglos de que Teotihuacan había venido a menos. Pero escribí sobre estas dos ciudades porque tenía algún conocimiento sobre ambas y eso me permitió ensamblar, un tanto, la vida de las dos ciudades”.

La relación entre ambas, se da “porque aquí en Tenochtitlan hay una serie de elementos teotihuacanos, es decir, hay piezas teotihuacanas, no sólo objetos teotihuacanos: cerámicas, máscaras, arquitectura que imita en cierta forma a la de Teotihuacan, donde hay un cierto orden arquitectónico que es el talud y el tablero, eso lo vemos aquí, sobre todo en los edificios que hemos llamado los Templos Rojos que están flanqueando el Templo Mayor, pero hay piezas también de imitación teotihuacana y para hacer eso tuvieron que haber ido a Teotihuacan”.

Boleto al mundo de los muertos

Con Death in Mesoamerica, Eduardo Matos Moctezuma “nos guía por una fascinante travesía al mundo de los muertos. Si quieren ser partícipes de esta travesía aquí tienen su boleto para que los acompañe”, señaló la arqueóloga y antropóloga Ximena Chavez Balderas, al presentar la traducción al inglés, corregida y aumentada, de La muerte entre los mexicas, publicado originalmente por Tusquets en 2010.

En la nueva versión, editada por el Moses Mesoamerican Archive and Research Project de la Universidad de Harvard, Matos no sólo habla de la muerte sino de la paradoja que conlleva y que, como él mismo describe, “otra vez estamos ante la paradoja de la vida y la muerte, a través de la muerte se llega a la vida y esta conduce a la muerte. Es el ciclo vital que ocurre día con día, año con año”.

En el libro “vamos a encontrar muchas referencias de esta cosmovisión dual, de esta visión de la vida y la muerte como un ciclo. En este libro no solamente vamos a encontrar historias sobre los mexicas, Eduardo va mucho más allá de eso y nos sorprende con un capítulo sobre los héroes que se distinguen, porque tienen la capacidad de transitar por las geografías funerarias y regresar de ellas, los héroes pueden viajar, pueden ir al inframundo y, en este recuento de los parajes que van pasando, Eduardo nos lleva a hacer una reflexión muy interesante: nos habla de estos paralelismos, de los que tanto se ha hablado, de los niveles de los infiernos de Dante y del camino al Mictlán y su influencia del occidente”.

Otro de los temas que aborda, abundó, es la dualidad “como un tema central y precisamente lo que Eduardo va a señalar es que esta dualidad va a descansar en la observación del cosmos, por ejemplo, la sucesión de la temporada de lluvias y de secas, pero también de la semilla, vamos a tener en los mitos mesoamericanos esta idea de que los huesos son un punto de creación, son estas semillas de vida”.

Fuente: El Colegio Nacional