En la energía, como en todo negocio: “más vale maña que fuerza”

Gustavo Viniegra González

El conflicto sobre la industria eléctrica debe hacernos pensar que el futuro energético es mixto y vamos a necesitar tecnología propia para poder negociar con ventaja la transición energética y la necesaria asimilación de capital y conocimientos para ese fin. En pocas palabras: la soberanía energética requiere también un elevado nivel de soberanía tecnológica. En este artículo se presentan datos y razonamientos que apoyan esta afirmación.

Todos los países con el máximo nivel del Índice de Desarrollo Humano tienen un consumo anual mayor de 2 toneladas equivalentes de petróleo por persona (TOE[1]). Para alcanzar la prosperidad, la población mexicana, estimada en 146 millones de habitantes en 2030, va a requerir una producción equivalente a 6.3 mbdp[2], meta muy superior al nivel actual de 2 mbdp. Como las reservas petroleras se han disminuido mucho durante los últimos 20 años, es muy poco probable que el petróleo por sí solo pueda ser la fuente de la energía requerida y no quedan más que dos opciones viables: solar o nuclear, siendo la solar la más confiable, menos peligrosa y más fácil de adquirir. Pero la energía solar, combinada con la del viento, es variable y por lo tanto requiere un respaldo confiable. Por eso, necesitamos pensar que el futuro energético es mixto y requiere desarrollos y negociaciones a las que no estamos habituados. También por eso la soberanía energética requiere una estrategia de asimilación acelerada de tecnología y capital.

Todos los yacimientos petrolíferos, incluyendo los mexicanos, están en proceso de agotamiento y se sabe que, en dichos yacimientos, cuando se alcanza el nivel de máxima explotación se ha extraído la mitad de todas las reservas. Esto ocurrió en México a finales de la década de 1980. Por ello, el descubrimiento y explotación de nuevos yacimientos petroleros será cada vez más raro, hasta que su costo sea mayor que su precio de venta.

Como los países consumidores tradicionales, incluyendo Estados Unidos, han desarrollado nuevas fuentes propias de energía y reducido su importación, el mercado petrolero se ha vuelto inestable y la venta de petróleo no puede ser la “palanca” para el desarrollo de nuestro país como lo fue en el siglo pasado. Por lo tanto, a pesar de nuestros excedentes petroleros, debemos dedicarnos a la transición energética.

La experiencia con las empresas extranjeras nos indica que no es confiable depender de la tecnología ni del capital foráneo, porque quien vende y sabe más, manda sobre el que compra y es ignorante. Este ha sido el precio que ha tenido que pagar la CFE por haber omitido el desarrollo de la energía solar y del viento entre sus planes estratégicos y ahora tiene que competir en desventaja con las empresas que venden energía solar y eólica de bajo costo. Nuestra posición negociadora con las empresas internacionales sería mucho mejor si la CFE contara con una oferta propia de energía renovable y por ello la nueva Ley de la Electricidad enfrenta demandas y litigios muy costosos y difíciles de resolver. En consecuencia, nuestro poder negociador debe reforzarse con un poder tecnológico propio y no con la defensa de una tecnología obsoleta de plantas que operan usando combustóleo excedente o gas natural que tenemos que importar. Por eso el gobierno federal y el Congreso se encuentran amenazados de litigios muy costosos, apoyados en acuerdos internacionales difíciles de cancelar.

La solución de fondo no está en una ofensiva exclusivamente legal, se requiere una ofensiva tecnológica y financiera que aproveche nuestro verdadero recurso nacional: el excedente de ingenieros y científicos jóvenes y entusiastas y, como en los tiempos de Lázaro Cárdenas, la dirigencia nacional debería lanzar una cruzada para la conquista de nuestra nueva frontera energética sustentada el la energía solar, con la que contamos en gran cantidad pues solo se necesita el 2% de nuestra superficie para garantizar por milenios la fuente renovable y abundante de energía necesaria para nuestra prosperidad. Como no hay un monopolio mundial de la tecnología solar, podemos negociar las alianzas que mejor nos convengan para comprar y asimilar la tecnología más adecuada para nosotros. Ahora como siempre, “más vale maña que fuerza”.

[1] TOE = 1 tonelada de petróleo = 11,639 kWh (kilovatios hora) = 41.9 GJ (miles de millones de julios) = 7.86 bp (barriles de petróleo)

[1] mbdp = millones de barriles diarios de petróleo.

Fuente: Sin embargo se mueve