Elevar el conocimiento científico y tecnológico a la condición de bien social

Juan Alberto González Piñón

Director de Spark UP y académico de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana.

Es necesario que los investigadores se interpelen a participar con sus conocimientos en la atención de los complejos escenarios que presenta la sociedad mexicana, apunta Juan Alberto González Piñón

Proyectos colaborativos que apunten a conseguir transformaciones, que busquen desplazar la frontera del conocimiento, que consoliden la investigación científico-tecnológica y que abran nuevas líneas para el desarrollo económico y social. Esa debería ser la apuesta de la política científica y tecnológica de México.

México cuenta con una red de 11 tratados comerciales, con acceso preferencial a 46 países y 1,150 millones de consumidores potenciales, su Producto Interno Bruto (PIB) de 1,291 miles de millones de dólares, lo ubican como la economía número 15 del mundo; sin embargo, este potencial económico no guarda una correlación directa con la posición del país en cuanto a su capacidad científica, la cual, de acuerdo con SCImago Journal Rank, lo coloca en la posición 29 de 239 naciones.

Es necesario que los investigadores se interpelen a participar con sus conocimientos en la atención de los complejos escenarios que presenta la sociedad mexicana, no solo buscando el logro de avances en temas de investigación, más aún en la misión de fortalecer el desarrollo de investigaciones con una proyección de aplicación capaz de generar nuevos desafíos que modifiquen las agendas tradicionales de investigación.

Ese activo intangible está aquí, representado por más de 35,000 investigadores que integran el Sistema Nacional de Investigadores (2021), el reto reside en lograr la concordancia de esta capacidad científica, con la atención de las necesidades sociales y económicas de la población.

Un ejemplo del cómo lograr esta compatibilidad es a través de incrementar el porcentaje de integración de tecnologías nacionales en las inversiones relacionadas con sectores de alto impacto, se trata entonces de detonar un proceso acelerado, en donde las más de 33,000 publicaciones de carácter científico (2021), concretadas por investigadores mexicanos, impulsen el desarrollo de soluciones tecnológicas patentables, que hoy no se encuentran desarrollas y que requieren del potencial científico y tecnológico de las universidades y centros de investigación.

Es necesario adoptar una nueva visión respecto de la transferencia del conocimiento, ampliarla y profundizarla hacia un sentido más social y cultural, un hecho que está intrínsecamente relacionado con la responsabilidad social de la Universidad.

Por ello cabe preguntarse ¿es factible desarrollar conocimientos científicos y tecnológicos pertinentes ante las necesidades de carácter social? Y ¿existen los mecanismos adecuados para lograr una mejor diseminación social de los impactos positivos de la aplicación del conocimiento?

Hoy se revela la importancia del conocimiento para el desarrollo industrial y la prosperidad de las naciones, lo cual demanda la necesidad de diseminar, transmitir y transferir el conocimiento científico y tecnológico generado en el seno de universidades, centros y laboratorios de investigación a los tejidos social y productivo para su aplicación, esto significa garantizar un proceso de democratización del conocimiento, tanto en su comprensión como en su uso.

México requiere de una visión conjunta de universidades, instituciones del sector público y privado, cuyo objetivo sea impulsar la colaboración academia–industria a partir de actividades específicas de transferencia de conocimiento, capaces de crear un ecosistema de servicios tanto para las empresas como para las universidades y centros de investigación, aquí un primer acercamiento:

a) Servicios para investigadores

  • Monitoreo de la demanda tecnológica y de conocimiento de los diferentes sectores industriales y su difusión a los diferentes grupos de investigación de la Universidad.
  • Identificación y vinculación con socios tecnológicos (Universidades, Centros de investigación, consultores y empresas).
  • Asesoría para el reconocimiento y declaración de una invención con potencial comercial.
  • Negociación y formalización de proyectos de transferencia de tecnología con el sector industrial (Licenciamiento, Consultoría y Creación de spin offs).
  • Programas de capacitación para la generación de una cultura de la innovación y transferencia de tecnología entre la comunidad académica y el entorno.
  • Diseño de estrategias de protección de la propiedad intelectual de los resultados de la investigación y/o su divulgación.
  • Orientación sobre principios, procesos y prácticas de transferencia de conocimiento y vinculación con el sector industrial.
  • Intercambio de investigadores en empresas, para favorecer la creación de nuevas tecnologías trasferibles, así como el desarrollo de nuevas líneas de investigación.
  • Valuación de tecnología generada por la Universidad.

b) Servicios para empresarios

  • Identificación de la oferta tecnológica y de conocimiento pertinente a las demandas de los distintos sectores industriales.
  • Realización de Planes estratégicos y tecnológicos, estudios de vigilancia tecnológica e inteligencia competitiva, elaboración de estrategias de propiedad intelectual, valuación de activos intangibles.
  • Generación y negociación de convenios de transferencia tecnológica (licenciamiento, consultoría y creación de empresas de base tecnológica).
  • Acceso a fuentes de financiamiento públicas y privadas que apoyan la realización de proyectos de innovación.
  • Desarrollo de planes de negocio y planes de comercialización de nuevos productos, procesos y servicio.

Las universidades generan ciencia y tecnología, capaz de crear valor económico y desarrollo social. Países como Inglaterra, Alemania, Estados Unidos o Francia, reconocieron y aplicaron esta señal, lo que ha permitido situarlos a la vanguardia del desarrollo económico y del progreso social en el mundo.

Elevar el conocimiento científico y tecnológico a la condición de bien social es necesario, a la vez que obligatorio; generarlo, diseminarlo, transferirlo y aplicarlo para generar riqueza, pero también para procurar el progreso cultural y una mayor cohesión social.

Fuente: expansion.mx