El uso problemático de las redes sociales tiene consecuencias perjudiciales: Claudia Díaz Olavarrieta

De acuerdo con la psicóloga, Instagram puede estar mediado por una interacción entre el narcisismo y la autoestima baja, hallazgo que aporta información valiosa en los patrones de uso

“La falta de atención, de servicios y de financiamiento de la salud mental tiene impactos sanitarios, sociales y económicos enormes y de gran alcance en las personas, sus familias, comunidades y sociedades”, aseguró María Elena Medina-Mora, miembro de El Colegio Nacional, al coordinar y participar en el simposio El impacto de la violencia individual y colectiva en la salud mental, que formó parte del Seminario de Estudios sobre la Globalidad y el Seminario Permanente sobre Violencia.

La psicóloga mexicana se refirió al tema del Estrés postraumático y recordó que, según el Informe de la Organización Panamericana de la Salud, el 34% de las enfermedades discapacitadas están relacionadas con la enfermedad mental y existe un 19% de muertes prematuras asociadas con este padecimiento. La enfermedad más frecuente es la depresión y le sigue la ansiedad. “El estrés postraumático se ubica dentro de estos trastornos de ansiedad y se relaciona con factores del medio ambiente de las personas que viven, sobre todo, en zonas urbanas y en condiciones de desventaja. Otro factor que debemos de considerar es el incremento del suicidio”.

De acuerdo con la colegiada, las personas que tienen estrés postraumático viven con problemas que no resuelven y que pueden durar años, los individuos no pueden tomar decisiones y se ven afectados en varios aspectos de su vida. En México, del 16% de todas las enfermedades que sufren las personas, sólo el 2% recibe el gasto en salud. “Es decir, el presupuesto para atender esta condición es ocho veces inferior”.

En palabras de la especialista, hasta ahora 24 países en nivel de desarrollo, incluyendo México, arrojaron que la prevalencia del estrés postraumático es de 2.7 en hombres y 5.4 en mujeres, aunque no es alta, los días que se viven sin salud mental pueden ser muy prolongados. “La proporción de las personas que viven experiencias traumáticas en México es del 70%, debido a que tienen un alto índice de violencia que va desde accidentes, muertes inesperadas de familiares, violación, abusos y ciberacoso, hasta eventos naturales como los sismos. De este total, sólo el 2% estuvo en tratamiento por estrés postraumático”.

Medina-Mora explicó que los síntomas del estrés agudo y estrés postraumático pueden surgir entre los primeros dos días o cuatro semanas después del evento. “Puede haber síntomas de disociación aguda, es decir, un distanciamiento de las experiencias físicas y emocionales que puede evolucionar a un estado grave, después al estrés postraumático y después a trastornos de depresión y ansiedad”. Subrayó que es natural sentir miedo después de una situación traumática y esto ocasiona cambios en el cuerpo para defenderse del peligro.

“Las personas que no superan el estrés postraumático pueden vivir hasta cinco años o más con estos trastornos, cuando hay prolongación existe una alta probabilidad de pérdidas, es decir, hay un 40% de probabilidad de fracaso escolar, un 30% de embarazo adolescente, y un 150% de desempleo”. El estrés postraumático inicia principalmente en la adolescencia, concluyó la colegiada.

El uso problemático de redes sociales

Al tomar la palabra Claudia Díaz Olavarrieta, doctora de la coordinación del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, expuso que un estudio publicado por INEGI arrojó que 9.7 millones de mujeres en México sufren de ciberacoso. “Las tecnologías de la información y las comunicaciones y las redes sociales juegan un papel importante en esta materia, ya que permiten difundir ciertos aspectos de vulnerabilidad y constituyen una nueva forma de conducta adictiva”.

Explicó que actualmente existe el termino uso problemático de las redes sociales, que se define como el uso excesivo de estas redes con consecuencias perjudiciales para el funcionamiento personal, profesional o general de algún usuario que experimenta resultados adversos a nivel psicológico y social. “El ícono de like, tiene la capacidad de captar la atención debido a la gratificación casi inmediata y, entre los adolescentes, los likes son considerados signos de aprobación social”.

Por lo anterior, el crecimiento acelerado de las redes sociales ha generado cuestionamientos sobre su uso cotidiano, esporádico y problemático. De acuerdo con un estudio realizado en España sobre el uso de Instagram y el impacto de los likes, la autoestima tiene un efecto protector, es decir, en aquellas personas que tenían una autoestima moderada o buena, el impacto de los likes es menor, pero las personas con autoestima baja están muy atentas a esta cuestión.

Díaz Olavarrieta sostuvo que está aplicación también está relacionada con el narcisismo, que tiene que ver con el exhibicionismo y la necesidad constante de ser admirado. “Es un sitio que parece ser escenario propicio para que los narcisistas se auto promocionen y mantengan un autoconcepto poco realista”. Un estudio en Brasil arrojó que los usuarios narcisistas pasan más tiempo en este sitio, publican más fotos e historias y le otorgan mucha importancia a la retroalimentación. “El uso de Instagram puede estar mediado por una interacción entre el narcisismo y la autoestima baja, hallazgo que aporta información valiosa en los patrones de uso”.

Agregó que, en Reino Unido, se hizo un estudio matemático de la actividad de los usuarios de Instagram, en el que se analizaron las transmisiones en vivo, se encontró que actividad está asociada indirectamente con un uso problemático de las redes sociales, a través del escapismo, es decir, la gente tiene mucha necesidad de sentirse acompañado y tener una presencia espacial. “Los usuarios que utilizan Instagram lo hacen como un escape de la realidad”.

“En resumen, las personas con autoestima baja, niveles más altos en su necesidad de ser populares y narcisismo caracterizan a los usuarios con motivaciones más pronunciadas y más “oscuras”, en las redes sociales. El advenimiento de la tecnología aparenta ser un arma de doble filo. Es la interacción entre la tecnología la que promueve o desalienta ciertas conductas, enfatizó la experta.

Un modelo para la atención de la salud mental

En el simposio también se dio a conocer la investigación la psiquiatra Dení Álvarez Icaza González, quien no pudo estar presente, en relación al modelo de la atención de la salud mental que puede ser aplicado en zonas con alto nivel de violencia colectiva, sobre todo, en la comunidad de Guerrero. La doctora María Elena Medina-Mora expuso que, de acuerdo con este estudio, la violencia colectiva tiene características diferentes a la individual y se genera en condiciones de conflictos armados o guerras, de delincuencia organizada, de pandillas, de violencia de Estado, terrorismo y genocidio.

La violencia presente Guerrero está más relacionada con la delincuencia organizada y la violencia de Estado. Por lo tanto, existe una destrucción de las redes comunitarias que lleva a que las personas dejen de colaborar entre ellas y generen factores de normalización, por ejemplo, los profesores en esta zona piensan que es normal pegarles a los alumnos para corregirlos, lo que se vuelve una forma de violencia colectiva.

“El factor de riesgo es la violencia, que tiene un impacto en la salud mental, las personas se aíslan, no hablan con nadie, hay desconfianza, lo que a su vez se vuelve a convertir en un factor de riesgo que alimenta más enfermedad mental, esto se conoce como la trampa del conflicto”.

Después del diagnóstico en esta comunidad, la doctora Dení Álvarez Icaza González propone cuatro Programas de Atención a la Salud Mental en Regiones de Conflicto. El primero, es tomar en cuenta que la zona requiere servicios básicos, como agua y comida; el segundo, es la intervención en la comunidad y con la familia con actividades psicosociales, que buscan su bienestar; el tercero, es la intervención no especializada; y el cuarto, se refiere a los servicios especializados, las personas que los requieren tienen que ser sacadas de la comunidad para ser atendidas en un lugar adecuado con especialistas.

De acuerdo con la propuesta de investigación, para atender a estas comunidades es importante comenzar con un diagnóstico que permita conocer el estado de salud mental de la comunidad, la exposición y el ejercicio de violencia que tienen, además de contemplar la aceptación de la violencia, las problemáticas y necesidades de la población. “Las niñas tienen más síntomas depresivos significativos que los niños, lo que también se observa en los adultos. En relación a la aceptación de la violencia, ambas poblaciones consideraron entre un 58% y 56% que es aceptable”.

Para revertir el dolor de la población, Icaza González propuso una estrategia que consistió en buscar las herramientas asertivas para la paternidad y la disciplina, trabajar en la desnormalización de la violencia y atender los trastornos mentales y el abuso sexual. Construyó cuatro elementos de intervención: el establecimiento de capacidades locales para la atención de la salud mental individual y comunitaria; el fortalecimiento de los entornos familiares, a través de herramientas de parentalidad positiva y construcción de paz en el hogar; el fortalecimiento del entorno escolar, a través de la promoción de la cultura de paz y habilidades socioemocionales; y la construcción de espacios comunitarios de participación juvenil, la Casa juvenil.

“Sí, es posible hacer intervenciones en comunidades muy problemáticas y con mucho dolor, cuando los profesionistas se comprometen con la salud mental y psicosocial y cuando se desarrollan programas de intervención y prevención de violencia cercanos a las necesidades de la comunidad”, finalizó la colegiada María Elena Medina-Mora.

Fuente: El Colegio Nacional