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El pensamiento de Bajtín se convirtió en una verdadera industria cultural: Christopher Domínguez Michael

El pensador fue rehabilitado por el régimen soviético, que lo había arrestado en 1928, al grado de ser readmitido en la Unión de Escritores Soviéticos en los años 60

Luego de hacer un amplio recorrido por las transformaciones y las posibilidades de las ciudades en la pospandemia.

Dos semanas después de reflexionar sobre la importancia del formalismo ruso en la crítica literaria, el colegiado Christopher Domínguez Michael dedicó una sesión del ciclo Grandes críticos literarios del siglo XX a otra figura del pensamiento literario de la ex Unión Soviética, bajo el título Formalismo ruso II. El enigma de Mijaíl Bajtín.

Durante la sesión de este jueves 11 de noviembre, transmitida en vivo a través de las plataformas digitales de El Colegio Nacional, el ensayista ofreció un panorama sobre la manera en que se ha abordado a la figura de Bajtín, sobre todo luego de que en los años 20 del siglo pasado, muchos de los integrantes del formalismo ruso tuvieron que emigrar, mientras otros permanecieron en la Rusia de Stalin obligados a guardar silencio o a cambiar de profesión, lo cual “provocó una reacción antiformalista de extrema importancia para la crítica literaria del siglo XX”.

En ese contexto aparece la figura del autor de El método formal en los estudios literarios, fundamental tanto por su obra, como por la leyenda que se construyó alrededor de su vida profesional, al grado de hablarse de “la supuesta obra de Mijaíl Bajtín”, en una trama que tiene las características de un enigma policiaco.

“Cuando se piensa que sí hubo una civilización soviética, de inmediato se cita al gran compositor Dmitri Shostakóvich, quien en medio de todas las dificultades y de su travesía a lo largo del régimen estalinista, muy debatida también, crea una música de cámara, sinfónica, característica de la Unión Soviética.

“De la misma manera se dice que, en el terreno de las humanidades, la gran contribución a la crítica literaria fue la obra de Bajtín y que éste llenó una ausencia que era muy dolorosa y muy problemática para el pensamiento marxista en general: la pobreza de un pensamiento propio en el dominio de la estética, aun cuando las relaciones de Bajtín con el marxismo también son muy complicadas, porque también incide la pregunta de qué es el marxismo.”

Su trascendencia puede explicarse de otra manera: a partir de los años 70, cuando el pensamiento de Bajtín se internacionalizó, se convirtió en una verdadera industria cultural en la academia francesa, pero sobre todo en la norteamericana, debido a una contribución muy significativa, porque ofreció una manera de abordar los estudios literarios distinta y contraria a aquello que venía lejanamente del formalismo ruso, “y que en los 60 y los 70 del siglo pasado se conoció como el giro lingüístico”.

El enigma Bajtín

La historia de Bajtín es misteriosa: cuando tenía 30 años, a fines de la década de los 20, tenía un círculo donde había fundamentalmente tres jóvenes eruditos: el propio Bajtín, Valentín Nikoláievich Volóshinov y Pavel Medvédev; sin embargo, ellos murieron, uno víctima de una pulmonía y el otro purgado “en el terror estaliniano”.

“Entre los tres hicieron una crítica marxista del psicoanálisis, un análisis de la utilidad del método formal a los estudios literarios y un libro sobre la relación precisamente entre el marxismo y la lingüística, que a Roman Jacobson le pareció, en ese momento, una contribución decisiva.”

Todo ello se dio durante lo que el colegiado llamó el gran periodo de oscurantismo, asociado al realismo socialista impuesto hacia principios de los años 30, donde figuras como la de Bajtín desaparecieron y sobrevivieron: no se sabe si sobrevivieron porque desaparecieron o al revés, lo que no deja de ser muy complicado de hablar.

“En los regímenes totalitarios si te exilias, si sales del país, quedas como un cobarde; si te quedas cae sobre ti la sospecha de traición, colaboración, pasividad u obsecuencia, lo cual desde luego pues es muy fácil de juzgar cuando se está hablando libremente, sobre todo cuando se habla de la posteridad.”

Bajtín, quien era un hombre de temple religioso, como lo eran muchos intelectuales rusos, desaparece de la escena y se crea una leyenda sobre dónde está y qué ha sido de él, en particular al momento en que empiezan a aparecer sus libros, a partir de los años 60, siendo los más importantes La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de François Rabelais y Problemas de la poética de Dostoievski.

“Estos dos libros son fundamentales en la crítica del siglo XX, aparecen de manera tardía y llama la atención sobre qué había ocurrido con Bajtín en aquellos años”, a decir de Christopher Domínguez Michael, porque más allá de las leyendas, el crítico fue relativamente afortunado: él y su esposa, una colaboradora esencial en su obra y en su impostura, sí fueron perseguidos y fueron condenados al Gulag, aunque tuvieron suerte y las condiciones de su confinamiento fueron, para los estándares rusos, relativamente benignas: Bajtín era un hombre muy enfermo, tenía osteomielitis, perdió una pierna a finales de los años 30 y esto le valió cierta consideración.”

Después de todo ello, Bajtín fue rehabilitado por el régimen soviético, que lo había arrestado en 1928, al grado de ser readmitido en la Unión de Escritores Soviéticos en los años 60: se permitió la circulación de su obra y su traducción al extranjero, y se aprovechó que su contribución llenaba un hueco.

“El marxismo finalmente tenía algo que decir sobre la literatura y acerca de una figura muy problemática para el comunismo ruso, como lo era Dostoievski, quien no era el preferido de régimen soviético, el preferido era Tolstoi, más amoldable a la versión bolchevique de la historia, en cambio Dostoievski era un alma atormentada que parecía haber previsto en novelas como Los demonios, el horror que desataría la Revolución rusa de 1917.”

La noción de autor

Cuando comenzaron a entrevistar a Bajtín, surgió una serie de contradicciones sobre aquella primera etapa de su vida, sobre aquellos dos compañeros suyos que murieron precozmente. Él empezó a decir que, en realidad, era el autor de las obras, pero como eran un círculo, había permitido que los otros firmaran los libros.

Contra eso, recordó el ensayista, se oyeron voces que decían que no, que era al revés: Bajtín se había apropiado de la obra de estas personas y nada de lo escrito por Bajtín era propio, sino aprovechó su condición de sobreviviente para plagiar la obra de quienes habían muerto.

“Esto crea todavía polémica impresionantes. Lo que sí queda claro es que en 1929 había un círculo de estudios que trataba de revertir el formalismo, haciendo una especie de sociología del acto literario relacionada con el marxismo, pero no del todo servir al materialismo dialéctico y que esta escuela, ya fuera colectiva o individual, sobrevivió gracias a Bajtín.”

El pensador recordó que, si bien tuvo la oportunidad de registrar ante las autoridades soviéticas la obra de sus colegas que según él había escrito, a la hora de firmar siempre se rehusó, como si tuviera un escrúpulo que apunta a cierto grado de culpa, “y su mujer, fallecida en 1971, en alguna ocasión dijo que los habían copiado, que ella como mecanógrafa los había copiado”.

“Sea quien sea el autor –incluso, un soviético dio una solución salomónica de cierta manera encantadora, quien llamó a verlo desde un punto de vista bíblico– aquello que firmó Bajtín serán sus escritos canónicos, y aquello que está en duda, serán una apócrifa, que no quiere decir que sea falso lo que ahí se dice, sino que es dudoso el autor.”

Para el colegiado, hay mucho por recuperar de la vida y la obra de Mijaíl Bajtín, cuya autoridad y autoría sobre los libros que llevan su nombre está puesta en duda, pero su propia existencia y “su probable carnavalización de la obra de sus colegas fallecidos precozmente, es bajtiniana”, lo cual vuelve extremadamente emocionante, divertido, apasionante, el enigma de Mijaíl Bajtín, que tiene varios puntos que lo tornan inagotable: “la obra artística como obra del individuo, pero también como reflejo de una sociedad”.

“Su absoluta contribución –y esto sí lo hizo Bajtín, hay que reconocérselo– fue borrar las fronteras entre la alta y la baja cultura, una cosa muy de la segunda mitad del siglo 20 y profundamente presente e irritante nuestro tiempo.

“También es apasionante, porque pone en duda la noción de autor de una manera sociológica, por así decirlo y no lingüística, cómo era la intención del formalismo ruso o de los estructuralismos: en la propia biografía de Bajtín, dada su probable culpa como impostor o plagiario, queda reflejada la idea de que la obra de Bajtín la pudo haber escrito Bajtín o cualquier otra persona.”

De acuerdo con el crítico literario, la reacción antiformalista que provoca su obra es extraordinariamente rica para la historia literaria del siglo XX, por dónde se le vea: es digna de estudio, de entusiasmo, provoca mucha crítica y conecta muchas cosas que los críticos literarios o quiénes les interesa el estudio de la literatura, no ven con frecuencia juntas.

Fuente: El Colegio Nacional