El dolor es una experiencia personal influenciada por factores biológicos, psicológicos y sociales

“La intervención psicológica constituye una parte integral imprescindible de los cuidados paliativos a la que todos los pacientes y familiares tienen derecho”, aseguró la colegiada

“La implementación de la economía circular en el sistema sanitario tendrá beneficios ambientales importantes; pero, sobre todo, una innovación en la industria y en los hospitales que permitirá reducir costos”, aseguró el especialista Alfredo Camhaji Samra, al participar en la mesa Atención de los aspectos sociales y económicos en cuidados paliativos, transmitida en vivo el 23 de febrero por las plataformas digitales de El Colegio Nacional.

La sesión formó parte del Seminario permanente de cuidados paliativos, coordinado por la colegiada María Elena Medina-Mora, y contó con la participación de Camhaji Samra, docente de la Facultad de Economía de la UNAM; Nayeli V. Salazar Trujillo, responsable del Programa de Servicio Social de Cuidados Paliativos; de David Fajardo-Chica, investigador del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, y de la coordinadora de la mesa.

Camhaji Samra impartió la conferencia Economía circular en el Sector Salud, en la que se refirió a los beneficios de implementar este tipo de modelo de producción y consumo en los hospitales del país. Afirmó que podría ser una fuente de financiamiento para otros programas como el de cuidados paliativos y la atención a la salud mental, que actualmente cuentan con presupuestos reducidos, éste último con sólo el 2 % del presupuesto federal destinado a la salud.

De acuerdo con el especialista, este sector se puede dividir en dos grandes áreas: la industria, relacionada con la producción de medicamentos y dispositivos médicos; y los servicios hospitalarios, lo que representa gran importancia en la economía nacional e internacional. “La producción mundial del sector farmacéutico alcanzó la cifra equivalente al 1% del PIB y el 3.1% del PIB manufacturero en el mundo.”

Agregó que otro eje importante de la salud es su huella climática, ésta equivale al 4.4% de las emisiones netas de los gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático. “En los últimos meses hemos visto cómo los desechos y residuos generados por la crisis de COVID-19 han aumentado de forma considerable. Del total de residuos por actividades sanitarias, aproximadamente el 85% son no peligrosos. El 15% restante se considera material peligroso que puede ser infeccioso, tóxico o radioactivo. Por ejemplo, se estima que un 30% de los antibióticos de los hospitales no se depura y contamina ríos.”

En palabras del experto, la principal consecuencia del cambio climático sobre los sistemas sanitarios es la mayor demanda de servicios, debido a que las temperaturas externas agravan las enfermedades cardiovasculares y respiratorias. “La contaminación ambiental aumenta, entre otras cosas, la incidencia de asma, las afectaciones cerebrovasculares y los trastornos alérgicos. El peor de todos los males nace de los fenómenos meteorológicos extremos.”

Camhaji Samra explicó que una economía circular es restaurativa y regenerativa, “trata de que los productos, componentes y materias mantengan su utilidad y valor máximos en todo momento, distinguiendo entre ciclos técnicos y biológicos”. De esta manera se reduce el impacto medioambiental vinculado a la extradición de recursos naturales, emisiones de gases efecto invernadero y generación de residuos.

Sostuvo que la implementación de este tipo de economía en el sector salud involucra la seguridad, la higiene y la privacidad. Sin embargo, las prácticas habituales de los hospitales se basan en términos como “usar y tirar” y “un solo uso” lo que las hace poco sostenibles. “Como respuesta a esta situación, la sanidad debe implementar estrategias de economía circular para ganar eficiencia y convertirse en un sector sostenible y resiliente que evite generar externalidades negativas.”

Comentó que los casos de éxito de la aplicación de estos modelos sostenibles han sido desarrollados principalmente, a través de la racionalización de los recursos naturales, de las materias primas, el agua, la energía, la gestión de residuos, el ecodiseño, la recuperación, valoración, así como la simbiosis colaborativa y los nuevos modelos de compra y contratación.

La psicología en los cuidados paliativos

Al tomar la palabra, la colegiada María Elena Medina-Mora dictó la ponencia La psicología en los cuidados paliativos, en la que se refirió a la contribución de la psicología en los cuidados paliativos en términos de capacitación, investigación, práctica y política. “La Asociación Americana de Psicología reconoce la importancia de la presencia de los psicólogos en los cuidados al final de la vida, defendiendo las competencias claves necesarias para la práctica ética y afectiva.”

La directora de la Facultad de Psicología de la UNAM comentó que la muerte es parte del ciclo de los seres humanos que lleva a la continuidad, por lo que la conciencia de este término es clave en la reorientación de la vida y el miedo hacia ella debe ser un objeto de educación. “Es frecuente que la muerte no forme parte de la enseñanza sobre la vida a pesar de estar ligada con muchas materias como la historia, la biología y la salud.”

En este sentido, la especialista del Centro de Investigación en Salud Mental Global del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente hizo referencia a las fases de atención psicológica que deben contemplarse: primero, la preparación emocional, el manejo de los temores, y hacer explícito los deseos y preferencias de la persona. Se trata de las voluntades anticipadas; posteriormente, se trabaja en el inicio de la fase de limitación de la vida, durante el proceso de morir y el duelo después del fallecimiento.

En palabras de la experta, durante los cuidados paliativos, el trabajo de la psicología está orientada a la atención colaborativa, es decir la psicología se pone al servicio del paciente y la familia para conocer su percepción de la muerte y preparar esta última etapa. “Se deben tomar en cuenta los valores del paciente, estar atentos a su experiencia, tener una actitud facilitadora y poner énfasis en que el paciente se haga cargo de la situación. El estilo debe ser de acompañamiento. Lo que debe buscar el profesional es que la persona tome conciencia profundizando en el conocimiento de sí mismo, de sus dificultades y recursos.”

La colegiada explicó que existen formas distintas de asimilar la pérdida y el duelo es una respuesta normal, compleja y multifacética frente a la muerte. “Este malestar sobrepasará la capacidad de algunas personas para manejarlo y evolucionará a un trastorno de estrés postraumático, depresión, ansiedad, trastornos que se han encontrado en aumento, alrededor de un 30% de lo que ocurría antes de la pandemia.”

Agregó que las herramientas de la psicología en esta etapa incluyen aceptar la realidad y restaurar el bienestar; aceptar la permanencia de la pérdida y el duelo; restaurar un sentido de propósito y significado, emoción y satisfacción; evitar pensamientos mágicos y evaluar sentimientos de culpa. “La intervención psicológica constituye una parte integral imprescindible de los equipos de cuidados paliativos a la que todos los pacientes y familiares tienen derecho”, finalizó.

Respeto y protección en la vulnerabilidad

Por su parte, Nayeli V. Salazar Trujillo, responsable del Programa de Servicio Social de Cuidados Paliativos, compartió la conferencia Respeto y protección en la vulnerabilidad. Recordó que en el 2020 se estableció que el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a una lesión real o potencial.

En palabras de la también anestesióloga, el dolor es una experiencia personal influenciada en diferentes grados por factores biológicos, psicológicos y sociales. Aunque cumple con una función adaptativa, puede tener efectos adversos sobre la funcionalidad, físicos y psicológicos. “La exclusión social se experimenta como dolorosa, porque las reacciones al rechazo están mediadas por sistemas neurológicos de procesamiento comunes con los del dolor físico.”

Puntualizó que, en las personas con dolor físico crónico, se han observado alteraciones comunes y cambios neuroplásticos a nivel estructural, neuroquímico y de representación cortical. “Se han encontrado que los estertores sociales se correlacionan con el aumento de circulación de citoquinas pro inflamatorias.”

Salazar Trujillo también explicó que se ha relacionado la sensibilidad al dolor físico con las experiencias de apoyo o rechazo social y el dolor social. “Los grupos que, por su condición física, edad, sexo, estado étnico, migrantes, personas con VIH SIDA, creencia religiosa o personas con discapacidad se encuentran en situación de riesgo por no contar con mejores situaciones de bienestar y son los más desprotegidos de la sociedad.”

Sostuvo que la vulnerabilidad se crea como resultado de prácticas y políticas de atención que están normalizadas. Es una condición humana universal, pero que se experimenta de manera diferente, sentirse vulnerable surge como resultado de estar en riesgo de daño físico, psicológico o emocional.

“Para que los cuidados paliativos sean incluyentes se deben sobrepasar las diferentes barreras para esos pacientes que han sido vulnerables. Los cuidados paliativos hacen mucho énfasis en la persona total: cuidado físico, psicosocial y espiritual”, concluyó la especialista.

Reflexiones sobre el sufrimiento existencial en los cuidados paliativos

Al tomar la palabra, David Fajardo-Chica dictó la ponencia Reflexiones sobre el sufrimiento existencial en los cuidados paliativos. El investigador del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental comentó que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el objetivo de los cuidados paliativos es prevenir y disminuir el sufrimiento, a través de la identificación temprana, la evaluación y el tratamiento correctos del dolor y otros problemas, sean estos de orden físico, psicosocial o espiritual.

En palabras del especialista, los pacientes con necesidades paliativas físicas son aquellos que tienen dolor, fatiga, náuseas, dificultad para respirar y caquexia; las necesidades psicológicas están relacionadas con el duelo, la tristeza, la desesperanza y el miedo. “También existen pacientes con necesidades paliativas sociales que requieren redes de apoyo, comunicación, involucramiento familiar y soledad. Por último, está el paciente con necesidad paliativa por problemas existenciales o espirituales.”

Fajardo-Chica se centró en los cuidados paliativos para las necesidades espirituales, y mencionó que el existencialismo hace énfasis en aspectos cruciales de la vida humana. “El humanismo se enfocó en la búsqueda de la identidad humana y el significado personal, en medio de las presiones de la sociedad de masas y el sistema económico. Por eso se ha identificado que las personas con necesidades paliativas existenciales experimenten la pérdida del sentido de la vida, la dificultad en integrar la narrativa personal, terror a la existencia o temor a la muerte.”

Agregó que el sufrimiento es una emoción, un afecto que orienta hacia una amenaza sobre la persona. “Un paciente con necesidades paliativas está experimentando una redefinición de la persona que es o que solía ser, hay riesgos existenciales. La persona con necesidades paliativas encuentra desafiada su capacidad para involucrarse en actividades que den sentido a la vida.”

De acuerdo con el investigador, el sufrimiento existencial es una forma de afectividad humana en la que se sufre respecto al significado y sentido de la vida. Tiene una razón de ser, está ahí para orientar a las personas frente a ciertos desafíos de la vida. “Es una respuesta propia del tipo de seres que somos: animales autoconscientes y simbólicos.”

Entre los cuidados paliativos para tratar el sufrimiento existencial se encuentra un tratamiento con cierta comprensión, es necesario darle un lugar, escuchar el mensaje que trae consigo. “Se debe generar un diálogo público, amplio y preventivo respecto a los límites reales de la existencia humana. El reto es que no va en consonancia con los valores que más se exaltan en nuestra sociedad: el valor, la fuerza productiva, la juventud, la belleza…”

“Queda abierta la búsqueda de formas de integrar estas dimensiones humanas a las narrativas de quienes somos y quienes podemos ser: la vulnerabilidad, el decaimiento, la fragilidad, la discapacidad, la enfermedad y la muerte”, finalizó.

Fuente: El Colegio Nacional