Fernando Aceves Humana compartió sus propias experiencias de documentación artística en lugares sagrados como la antigua capital mexica, pero también esfuerzos desarrollados en otros países, como en Camboya
Los arqueólogos siempre se han acompañado de artistas que no sólo permiten conocer el trabajo realizado, “sino que trasciendo, con su obra, lo que se va encontrando, una manera de trasponer el tiempo con miradas diferentes: la que tiene el arqueólogo y transmite en sus escritos, y la que tiene el artista y comparte a través de pintura, grabado, litografía, oleo, etcétera”, aseguró Eduardo Matos Moctezuma, miembro de El Colegio Nacional.
Al introducir a la conferencia “El arte de los antepasados. Arqueólogos y artistas que difundieron el arte de la antigüedad”, que dictó el artista plástico Fernando Aceves Humana, el colegiado reconoció que las miradas del investigador y del artista se conjugan durante el proceso de excavación: “el arqueólogo va a ver a través de rigurosas técnicas de excavación, hay un cuidado para el mismo trabajo, pero también para atender lo que representan estas sociedades que crearon los materiales que están apareciendo. Se debe cuidar, por un lado, la técnica rigurosa y también el material mismo que sale a la luz”.
“El artista tiene otra visión, tiene otra percepción: está viendo lo que implican esos materiales, cómo vienen, pero al mismo tiempo aprecia la belleza de los mismos o resalta el contenido de los mismos, porque no todos los materiales tienen que ser necesariamente bellos y al artista aprecia todo eso, toma nota de la misma manera en que lo hace el arqueólogo, y esta conjunción de arte y arqueología viene de época inmemorial”, resaltó Matos Moctezuma durante una sesión celebrada de manera presencial en el Aula Mayor de El Colegio Nacional y transmitida a través de las redes sociales de la institución.
La historia de dos miradas
Definido por Eduardo Matos Moctezuma como un andariego, “pero un andariego que no se conforma y se convierte en un rebelde con causa”, Fernando Aceves Humana fue el encargado de dictar la conferencia “El arte de los antepasados. Arqueólogos y artistas que difundieron el arte de la antigüedad”, a través de la cual ofreció un recorrido histórico sobre personajes que contribuyeron a consolidar la relación entre la arqueología y el arte.
“El arte ayudó mucho a la difusión de la arqueología, junto con la evolución de los medios impresos. Todo va a comenzar en Egipto, porque en Egipto se dio un caso en el que coincidieron dibujantes extraordinarios, al ser una civilización con una religión muy extraña, en la que se tenía que preservar el cuerpo, permanecer momificado, pero inmaculado, debían mantener todo su ajuar y llevárselo al más allá”.
En ese sentido, el artista reconoció que, aun sin ser tan notorio, el arte tiene mucho que ver con la muerte, en especial con la idea de “cómo poder hacer un homenaje a tus seres queridos o un homenaje a los dirigentes”.
Egipto fue un gobierno muy longevo, que todos los megalómanos querían imitar, tan sólo los emperadores romanos quisieron tener la magnitud y la longevidad que tuvieron estas dinastías, y mucho de lo que se sabe de la egiptología se la debemos a Francia, donde comienza la historia de la relación entre arte y arqueología, con una parte bastante militar: Napoleón quería “quitarse de encima a Inglaterra” y la mejor manera de acabar con los dueños de los mares era tapando el camino a la India, el principal proveedor de materias primas de Inglaterra y para eso nada mejor que invadir Egipto.
De esa manera, Napoleón fundó un instituto dedicado a investigar sobre la cultura egipcia, un año antes de provocar la invasión; en esa época coincidió con Dominique Vivant Denon, diplomático en el régimen de la monarquía, al tiempo de un hombre de letras que había escrito varios libros que fueron catalogados como los mejores del siglo XVIII y también “un gran artista, que aprendió grabado en Italia”.
A Denon, la Revolución francesa lo tomó fuera de Francia y le confiscaron todas sus cosas estaba en la lista negra y no podía regresar, y cuando pudo hacerlo pasó problemas para sobrevivir y se dedicó a hacer grabados eróticos, “porque es lo que se vendía en aquella época”, hasta que tuvo contacto con Napoleón y éste se lo llevó a la campaña militar en Egipto.
“A Denon lo que le interesaba era que iba a ser el portavoz de una arquitectura que no se conocía: los romanos sólo se habían llevado obeliscos. Esto fue su gran aporte: lo que es importante en el arte es que generalmente los que trabajan o trabajamos en excavaciones le metemos de nuestra imaginación y Denon es fidedigno, es alguien que dibujaba lo que veía y con muy pocos recursos, porque no existía la fotografía en la época, lo que hace impresionante el trabajo de este señor que se entregó en cuerpo y alma a la catalogación y a la comprensión de los monumentos egipcios”.
En su recorrido visual e histórico, Fernando Aceves Humana recordó a David Roberts, un pintor romántico británico, quien “inventaba un poquito”, porque no le interesaba que su obra fuera un material de información, sino un material más artístico: le metía un poco de su cosecha a sus obras, lo cual no le quita mérito: “es el artista, a mi parecer, que más ha logrado expresar la grandeza de estos monumentos”, en una época muy importante, porque es justo antes de la invención de la fotografía.
Otro de los grandes ejemplos de la relación entre arte y arqueología se encuentra en el trabajo desarrollado alrededor de Mesopotamia, en especial del esfuerzo de Paul Emily Botta, un estudioso francés que se informó de la existencia de ciudades milenarias en Asia gracias a el Viejo Testamento, si bien en aquel tiempo se pensaba que sólo eran mitos.
Como explorador, Botta descubrió en las llanuras de Nínive, en la actualidad dentro de territorio iraquí, una serie de monumentos que Eugène Napoleon Flandin debía trabajar como desesperado para poder representar lo que ante sus ojos se estaba deshaciendo: “imagínense qué responsabilidad, ahorita no se hace eso en la arqueología, ya no usan estos métodos drásticos, pero gracias a Flandin se conservan cinco tomos de lo que se perdió el mismo día en que salió a la luz”, bajo el título de Monumentos de Nínive descubiertos por Botta, medidos y dibujados por Flandin (1847-1850).
Fernando Aceves Humana compartió sus propias experiencias de documentación artística en lugares sagrados como la antigua capital mexica, pero también esfuerzos desarrollados en otros países, como en Camboya, “tratando de entender una arquitectura tan extraordinaria y extraña en nosotros, que sigue conservándose a pesar de que llegan oleadas de chinos, en particular con un aire enigmático”.
En ese trabajo participó Francisco Castro Leñero, quien durante ocho años se dio a la tarea de hacer las gestiones para enseñar a generaciones de jóvenes en aquel país, con la intención de que tengan una carrera profesional, aun cuando el proyecto va más allá: “la idea es traer camboyanos para acá y que cundan las prensas y que cunda esta técnica por allá”.
“A mí me gusta mucho el ejemplo de los artistas que trabajaban en las excavaciones en 1800 y procuro hacer lo mismo a través de mi oficio y de la pintura. No tengo la responsabilidad como la tenía Iker Larrauri o otros artistas de hacerlo exactamente igual, lo que no deja de ser diferente”.
Ello se refleja en su trabajo, como el realizado con el Señor 8 temblor, una figura del 900 después de Cristo, hallada en 2011, “y la doctora Nelly Robles me dejó entrar la tumba a pintar esta piedra antes de que la removiera: trabajé tres meses y me decían ‘pintas y te vas a bañar’, porque pensaban que era cinabrio, óxido de mercurio que es muy venenoso”, recordó el artista.
Fuente: El Colegio Nacional