El 100% del personal de salud requiere intervenciones de apoyo en salud mental, Claudia Becerra Palars

Con la participación de la doctora Mariana Mureddu Gilabert como moderadora, en la sesión participaron las investigadoras y clínicas Rebeca Robles García, Claudia Becerra Palars y Natasha Alcocer Castillejos, quienes hablaron de los resultados en las investigaciones sobre salud mental del personal de salud que atendió COVID-19 en 2020

En 2020, un grupo de expertos del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz realizó un proyecto de investigación conocido popularmente como “Cuidemos a quien nos cuida”. La iniciativa consistió en la aplicación de un cuestionario en línea, a través del portal federal coronavirus.gob.mx, que evaluaba los problemas de salud mental y las necesidades requeridas del personal de salud para hacer frente a COVID-19. Quienes lo respondían tenían retroalimentación inmediata sobre su estado emocional y podían encontrar recursos de autocuidado; además, de ser necesario, eran referidos a tratamientos especializados.

Los resultados de la anterior investigación se dieron a conocer en la conferencia Salud mental del personal de salud en México, investigación y su traslado a políticas de atención, que transmitió en vivo El Colegio Nacional el 26 de marzo, como parte del Seminario permanente derecho y salud mental, coordinado por la colegiada María Elena Medina-Mora. En la sesión participaron las investigadoras y clínicas Rebeca Robles García, Claudia Becerra Palars y Natasha Alcocer Castillejos, así como la doctora Mariana Mureddu Gilabert, quien fue una de las moderadoras.

Al tomar la palabra, la psicóloga Rebeca Robles comentó que era necesario contar con una herramienta de monitoreo de salud mental a la distancia y también con un tratamiento remoto, por lo que se formularon cinco clínicas virtuales que operaron del 20 de abril al 20 de diciembre de 2020, coordinadas por personal del Instituto Nacional de Psiquiatría, del Instituto Nacional de Cancerología, del Instituto de Nutrición y del Centro de Integración Juvenil. Esto representó un esfuerzo multiinstitucional operado cotidianamente por terapeutas y clínicos, más de 200 voluntarios de más de 20 instituciones.

El monitoreo se inició en la fase 2 de la pandemia, cuando llegaron los primeros casos de coronavirus al país. Desde esta fase las frecuencias de algunos problemas de salud mental eran muy altas, sobre todo, en personal de primera línea. “Eran frecuencias de 52% de insomnio, 37% de depresión, 37.5% de estrés postraumático, 22 % de ansiedad en salud, que fueron equiparables a las que reportó el personal de primera línea frente a COVID-19 en países como China, pero muy superiores a las que se han reportado a nivel nacional e internacional en la población cuando no estamos en pandemia.”

En palabras de la investigadora y coordinadora del Centro de Investigación en Salud Mental Global, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, el tipo y las frecuencias en padecimientos mentales que manifiesta el personal de salud en primera línea frente al COVID-19 en México, son muy similares a las que se presentan en la población general en situación de conflicto bélico. “No estamos tan lejos cuando decimos que, en términos de salud mental, el personal de salud está en una batalla campal contra el virus.”

“Nos dimos cuenta que los factores de riesgos de estas frecuencias eran que el personal de salud tuviera un diagnóstico o la sospecha de contagiarse de COVID-19, que lo tuviera su familia y que sufriera experiencias de duelo debido al virus. Lo que empezamos a hacer fue insistir en la disponibilidad de equipo de protección individual para el personal de salud, y en que la capacitación y vigilancia de uso correcto no era una simple medida para salvaguardar su salud física, era también una de las principales estrategias para prevenir problemas de salud mental.”

La investigadora explicó que en el pico de la pandemia se incrementaron significativamente los índices de depresión y de ansiedad, además de que mantuvieron altos los anteriores problemas de salud mental. “De la fase 2 a la fase 3 hubo un incremento muy notable de pérdidas de seres queridos por parte del personal de salud debido a COVID-19, lo que explica el aumento de la depresión.”

Hasta ahora, en el portal, se han atendido a casi 16 mil trabajadores de la salud, que tienen un tamizaje completo para poder monitorear sus problemas de salud mental, y a 1896 trabajadores de la salud en las clínicas virtuales. “Lamentablemente si lo comparamos con el porcentaje de depresión que se atiende en México, que es el 6%, entonces, es más o menos el equivalente.”

Por su parte, la psiquiatra Natasha Alcocer compartió una visión general del funcionamiento de estas clínicas virtuales, cada una de ellas enfocadas en padecimientos mentales diferentes: crisis emocionales y riesgo suicida; consumo de sustancias; ansiedad, depresión y somatización; burnout, fatiga por compasión y estrés postraumático; y duelo.

“Creo que todos los profesionales de la salud nos vimos en el primer momento asustados, impedidos, porque toda la interacción persona a persona a la que estábamos acostumbrados se vio de repente suspendida.” Para apoyar al personal de salud, la clínica burnout, fatiga por compasión y estrés postraumático, en el portal www.misalud.unamx, realizó sesiones de mindfulness o atención plena, técnica derivada la de psicología cognitiva conductual; ofreció psicoterapia individual en línea y grupal; y contó con materiales audiovisuales de atención plena, relajación, autocuidado y rutinas de ejercicio.

El sitio virtual tuvo un total de 1185 participantes no repetidos. De una muestra de 755 personas, asistieron 590 mujeres y 163 hombres, predominaron las edades de 30 a 39 años, y también predominó el personal de la Secretaría de Salud Federal con 488 asistentes. “Podemos decir que aún con los retos que representó la contingencia sanitaria, se logró el inicio de un espacio para la atención de la salud mental del personal de salud. El uso de la tecnología a distancia permitió llegar a profesionales de otros estados de la República y es una práctica que no debemos perder para continuar fomentando la atención a la salud mental en aquellos que cuidan la salud de otros.”

Implementación de resultados a políticas de atención

Por su parte, la psiquiatra Claudia Becerra Palars, se refirió a la implementación de estos resultados de investigación de la iniciativa “Cuidemos a quien nos cuida” al Programa de Atención a Personal de Salud de Primer Contacto en la Pandemia por COVID. Se trata de un programa ambicioso dirigido por la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (INSHAE), a través de su director general, Eduardo Madrigal, en coordinación con la doctora Evelyn Rodríguez.

La directora de Servicios Clínicos del Instituto Nacional de Psiquiatría aseguró que lo que se busca es integrar un equipo multidisciplinario, partiendo de las necesidades del personal de salud que se acercó al programa. “No todo es apoyo psiquiátrico, por eso tenemos personal del área de trabajo social, de psicología con distintas corrientes de manejo psicoterapéutico, enfermería, médicos residentes de la especialidad de psiquiatría y médicos psiquiatras. Con la idea y con la expectativa de que la demanda podría ser mayor y que en algún momento tengamos que ampliar el número de personas involucradas.”

De acuerdo con la especialista, el duelo es una de las situaciones que el personal de salud atraviesa con mayor frecuencia y el riesgo suicida es una de los escenarios que se presentan con alto impacto. De los 76 usuarios que buscaron ayuda hasta ahora en este programa, los principales motivos de contacto tienen que ver con la aparición de síntomas depresivos o ansiosos, el temor al contagio, el temor a contagiar a terceros y a la reinfección, fallecimiento por COVID-19 de personas cercanas, así como el estrés desarrollado de ver las evoluciones de pacientes contagiados en los hospitales.

Agregó que la dinámica de los casos está relacionada con dar positivo a la prueba COVID-19, lo que desencadena riesgo suicida, y este riesgo llega a requerir la hospitalización psiquiátrica. “El personal de salud llega en crisis. Lo que se observa es esta necesidad de ser escuchados, temor de hablar y enfrentarse a sus emociones, temor a ser estigmatizados ante búsqueda de apoyo, necesidad de validación de emociones, enojo, frustración, y dificultad para reconocer la vulnerabilidad y pérdida de confidencialidad con impacto laboral.”

El perfil profesional atendido hasta ahora abraca a 36 médicos, 11 enfermeros, 9 psicólogos, 15 otros, 5 trabajadores sociales, 1 nutriólogo, y 3 integrantes del personal de laboratorio. El programa funciona a través de un número telefónico y correo electrónico para el personal de salud, con un servicio de atención de 24 horas al día, 7 días a la semana, además existen otras líneas para población general. “Debemos considerar que el 100% del personal de salud requiere intervenciones de apoyo en distintos niveles para reducir el impacto en la salud mental y los estragos que esto genera en la calidad de atención médica a largo plazo.”

Fuente: El Colegio Nacional