Darwin nos igualó en términos de nuestro origen evolutivo con el de otras especies: Antonio Lazcano

Diego Valadés se refirió al capítulo cinco del libro, que integró los elementos que provocaron la mayor incomodidad de Darwin, y afirmó que la parte más débil de su trabajo fue la relacionada con la sociología de la evolución

El biólogo Antonio Lazcano Araujo y el jurista Diego Valadés, ambos miembros de El Colegio Nacional, reflexionaron sobre uno de los eventos más extraordinarios en la historia de las ideas evolutivas, la publicación del libro El origen del hombre, de Charles Darwin, en la conferencia 150 años de El origen del hombre de Charles Darwin, transmitida en vivo el 12 de noviembre, a través de las plataformas digitales de la institución.

En la sesión, que formó parte del ciclo Los viernes de la evolución, coordinado por los colegiados Antonio Lazcano Araujo y José Sarukhán, se habló del contenido de la obra, de la visión sociológica del naturalista inglés y de sus aportes al estudio del comportamiento humano. Al tomar la palabra, Lazcano Araujo comentó que este libro se puede ver como la continuación natural de la obra El origen de las especies que Darwin publicó en 1859, y marca un hito en la visión de desarrollo de los seres vivos en la Tierra.

Sostuvo que “visto desde esta época, El origen del hombre tiene defectos y elementos racistas, pero entre las virtudes está el capítulo seis, en el que Darwin dice que los humanos somos producto de la evolución de otros grupos animales, nos iguala en términos de nuestro origen evolutivo con el de otras especies. Actualmente hemos abandonado la idea de que los humanos representamos un reino aparte”. El experto en biología evolutiva explicó que el naturalista inglés también reconoció que el origen de la humanidad tenía que estar en África, después de observar, por ejemplo, la diversidad de primates en esa parte del mundo.

Por su parte, el colegiado Diego Valadés se refirió al capítulo cinco del libro, que integró los elementos que provocaron la mayor incomodidad de Darwin, y afirmó que la parte más débil de su trabajo fue la relacionada con la sociología de la evolución. “Tal vez la precipitación que lo llevó a publicar antes de lo que él hubiera querido su trabajo sobre el origen del hombre fue lo que no le permitió pulir los elementos que hoy resultan poco afortunados.”

Recordó que Darwin fue un mal sociólogo, pues sostiene que en la sociedad primitiva los individuos más sagaces, los inventores y quienes utilizaban las armas para cazar, fueron los que debieron reproducirse en mayor medida. Esta afirmación contiene una contradicción, ya que “en el orden de las aptitudes se podía entender que esos hombres eran los más aptos de su grupo humano, pero en el orden de capacidad reproductiva era el que estaba más expuesto a las vicisitudes de la lucha y, por tanto, el que menos tiempo biológico tenía para su reproducción”.

En palabras del autor de libros como La dictadura constitucional en América Latina, otro de los ejemplos de las afirmaciones lesivas de Darwin fue cuando planteó que: las naciones más civilizadas reemplazaban en todas partes a las bárbaras, “esto no tiene nada de científico ni forma parte de sus investigaciones, esto fue parte del contexto victoriano del siglo XIX, en el que Gran Bretaña, Reino Unido, se consideraba el imperio del mundo”.

Precisó que, aunque se suele atribuir a Darwin la expresión de “la supervivencia del más apto”, no le pertenece, muchos años antes que él, la utilizó el naturalista Herbert Spencer. “Lo que Darwin usó fue selección natural, esa fue su expresión. “Quienes se adhieren a la idea del más fuerte y aducen que tiene una base biológica y señalan que esa base biológica está en El origen del hombre y en El origen de las especies, claramente alteran el pensamiento de Darwin.”

De acuerdo con el especialista, hay quienes se adhieren a las ideas de Darwin para fundamentar procesos evolutivos de carácter social, como en el caso de los socialistas fabianos, quienes plantearon que debía llegarse a la justicia y a las libertades plenas de una manera progresiva, y rompieron con la ideología marxista, esa fue una impronta darwiniana.

Puntualizó que el libro El origen del hombre produjo un impacto muy importante en cuanto a la secularización de la ciencia, porque “obligó a los teólogos a que reflexionaran acerca de la lectura directa de las escrituras y de ahí surgió el creacionismo de la tierra joven y antigua, el diseño inteligente y teísmo evolucionista, y muchas derivaciones teológicas que tratan de acoplar los avances del conocimiento científico con la lectura de las escrituras”.

Por su parte, Antonio Lazcano recordó una de las historias poco conocidas y reveladora de las influencias que llevaron a Darwin a escribir El origen del hombre, el caso de Jenny, la orangutana que llegó a Inglaterra para ser vendida a un circo. “Jenny terminó en casa de una familia rica que la educa para que sirva el té, haga reverencias, se siente, dé la mano y abrace a la gente. Cuando la duquesa de Cambridge fue a visitar esta casa, Jenny, la orangutana, hizo las reverencias, saludó, tomó el té y el obispo que estaba presente dijo: si habla la bautizo, porque se da cuenta de la enorme similitud que había entre los niños y la orangutana, que finalmente terminó en el zoológico de Londres.”

De acuerdo con el biólogo mexicano, Darwin comenzó a tomar nota del comportamiento de su hijo y lo comparó con el desarrollo de la orangutana, se convirtió en una especie de etólogo profesional y atestiguó la muerte de Jenny. “Esto es una muestra de que Darwin va más allá de pura anatomía, comparando a los humanos para darse cuenta de que la conducta es un reflejo de un origen común, cosa que eventualmente se va a desarrollar con los estudios de Neurología comparada.”

“Esto me conmueve mucho, porque Darwin culmina con algo que inició desde la ilustración, que es la secularización de las emociones. Las emociones como el cariño, el afecto, el odio, la furia no son resultado de un desbalance de los humores, no es el resultado de un espíritu incontrolado, sino que finalmente tiene una base biológica”, concluyó Lazcano.

Fuente: El Colegio Nacional