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Biosfera 2, una oportunidad de comprender y enfrentar los impactos del cambio climático

“Necesitamos comprender cómo está cambiando nuestro planeta. Si no somos capaces de adaptarnos, no podremos sobrevivir”, afirmó Adams, quien ha contribuido a impulsar la evolución de Biosphere 2 por más de dos décadas

Construido para simular un sistema cerrado y autosuficiente, el proyecto Biosphere 2 (Biosfera 2) fue uno de los más ambiciosos desarrollados con el propósito de preparar la colonización en Marte. No obstante, actualmente dedica sus investigaciones a comprender y enfrentar los impactos del cambio climático global. Este enfoque fue el tema central de la conferencia What we are learning from B2 about B1 and beyond (Lo que estamos aprendiendo de B2 sobre B1 y más allá), transmitida en vivo por las plataformas digitales de El Colegio Nacional e impartida por el investigador John Adams.

La sesión formó parte del ciclo Universidades por la ciencia, coordinado por el colegiado Jaime Urrutia Fucugauchi; Dionisio Meade de Fundación UNAM; y Araceli Rodríguez, del Consorcio Universidades por la Ciencia. Adams recordó que la iniciativa surgió como una versión a escala de la biósfera terrestre, una especie de “planeta en una botella”, diseñada para comprender la degradación ecológica de la Tierra y sirviera como un ensayo general parala eventual colonización espacial.

“Creo que muy pocas veces alguno de nosotros tiene realmente la oportunidad de observar el espacio desde la Tierra, a menos que seas astronauta. Pero esto es importante, porque necesitamos comprender cómo está cambiando nuestro planeta. Si no somos capaces de adaptarnos, no podremos sobrevivir”, sostuvo Adams, quien ha sido clave en la evolución de Biosphere 2, durante más de dos décadas. Adams comentó: “por mucho que nos guste romantizar el regreso a la Luna o ir a Marte, lo cual es una posibilidad muy real, eso será un billete de ida. En este momento, no estamos muy seguros de cómo vamos a protegernos de la radiación”.

Detalló que en 1984 un grupo de científicos puso en marcha Biosfera 2, un experimento para recrear un ecosistema autosuficiente a escala reducida de la Tierra para investigar si era posible mantener vidas humanas. Se trataba de un proyecto liderado por el filántropo Ed Bass y el ecologista John P. Allen. El diseño consistía en una estructura hermética de cristales compuesta por diferentes ecosistemas interconectados: una selva tropical, un desierto, un océano con un arrecife de coral, un pantano y áreas agrícolas que abarcaban aproximadamente mil 27 hectáreas.

En este ecosistema también se introdujeron especies animales y vegetales, así como una muestra de ocho personas que formaron la primera fase del experimento, concluido en 1991. Estos participantes llamados “biosferianos” eran observados para la investigación científica. El objetivo era obtener resultados sobre la adaptación y la mejora de los conocimientos de los sistemas naturales, lo que podría ayudar a enfrentar el cambio climático o facilitar ladaptación a otros planetas.

De acuerdo con el investigador, “muchas de las plantas que terminaron en los matorrales del proyecto fueron recolectadas en el norte de México y el desierto de niebla que se recreó en Biosfera 2, se encuentra en la Península de Baja California, donde también se recolectaron plantas”. Agregó que, además de los ecosistemas, de la fauna y la flora, las instalaciones de la iniciativa ubicada en localidad de Oracle, en las montañas de Santa Catalina, Arizona, contaban con área denominada hábitat humano. “Aquí e tenían oficinas, un área de entrenamiento, un laboratorio de análisis, sus apartamentos, su cocina y su comedor. Los habitantes no salieron hasta septiembre de 1992. En mi opinión, este experimento inicial fue abrumadoramente exitoso Habian logrado algo que nadie más había hecho jamás: crear un entorno controlado como nunca”.

A pesar de estos logros, el ponente reconoció que el proyecto enfrentó algunas limitaciones. Por ejemplo, los suelos desarrollados en la zona agrícola y en la selva tropical eran muy ricos en material orgánico para sustentar el crecimiento intensivo durante dos años. “Querían asegurarse de que no hubiera limitaciones de nutrientes para los cultivos de los habitantes. Pero al hacerlo, crearon un desequilibrio entre lo que estaba sucediendo en el suelo y la atmósfera. Esperaban que estos sistemas biológicos se equilibraran entre sí y las plantas absorberían el dióxido de carbono liberado, no sólo por los humanos, sino también por los organismos del suelo. Esto provocó que, para el día 500, el porcentaje del oxígeno cayera al 14.2%”

En resumen, falló la producción de alimentos, oxígeno y agua potable. Sin embargo, esto no significó el fin de la iniciativa. A partir de 1995, la Universidad de Columbia abandonó la idea del ecosistema cerrado y convirtió Biosfera 2 en un simulador de cambio climático, a través de la manipulación de los niveles de CO2. En 2007, la Universidad de Arizona asumió el control de las investigaciones. Con las estructuras de vidrio, actualmente se estudian los efectos de la sequía, el aumento del dióxido de carbono y la temperatura en la selva tropical y la evolución del suelo.

John Adams explicó que actualmente Biosfera 2 sirve como un laboratorio en el que se está construyendo el Space Analog for the Moon and Mars (SAM), un análogo espacial para la Luna y Marte. Se trata de un há herméticamente sellado, que permite a los investigadores estudiar los desafíos de vivir y trabajar lejos de la tierra, en la Luna y Marte.

“Lo emocionante es que tenemos trajes espaciales, por lo que ahora podemos hacer experimentos que sólo se pueden realizar en una instalación como ésta. Acabamos de completar la construcción y las modificaciones de SAM. Hasta ahora hemos tenido tres equipos que han permanecido dentro de esas instalaciones durante aproximadamente siete días. Así, SAM realmente regresa a las raíces originales del proyecto y ahora puede modelar un hábitat para una comunidad, pero tomando en consideración 30 años de datos científicos que la NASA ha producido sobre plantas”, concluyó el experto.

Fuente: El Colegio Nacional

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