A la humanidad le ha costado trabajo mantener un equilibrio en el consumo de los opioides: Silvia Cruz

“Hay una crisis de opioides en el mundo que se explica por tres fenómenos: la mala prescripción de medicamentos que llevan a la adicción; la combinación de fentanilo con heroína, o con medicamentos piratas o falsificados, que causa la muerte por sobredosis; y el consumo del opioide tramadol que no está controlado a nivel internacional y es muy adictivo”: Raúl Martín del Campo

“El tema que nos ocupa es complejo y tiene dos brazos: las sustancias que son naturales o de las plantas y los compuestos sintéticos. Ambos relacionados con el consumo médico e ilegal”, aseguró la colegiada María Elena Medina-Mora al iniciar la conferencia El consumo de opioides en el mundo y en México: dimensión y necesidades de atención, transmitida en vivo el 30 de abril por las plataformas digitales de El Colegio Nacional.

La coordinadora de la sesión afirmó que, de todos los tratados internacionales, los relacionados con el opio son los más mencionados y tienen mayor número. “Hay seis países en el mundo clasificados como los principales productores de esta sustancia, a diferencia de la marihuana para la que hay 151 naciones. México es uno de los principales productores de opio, del cual extrae heroína desde la segunda mitad del siglo XIX. Esta actividad se impulsó por la necesidad de contar con morfina para curar heridas de guerra y por la llegada de los trabajadores de China, que trajeron el cultivo al llamado Triángulo del Norte: Sinaloa, Durango y Chihuahua”.

De acuerdo con Medina-Mora, la última Encuesta Nacional de Adicciones 2016-2017 arrojó el consumo de esta sustancia en prácticamente todos los estados de la República. “El tema afecta a hombres y mujeres en condiciones especiales. En países como México, las zonas con desventaja económica presentan más consumo en el último año por exposición a la violencia e inseguridad. En el mundo está aumentando el consumo y crece más rápido en los países pobres, sobre todo, por la urbanización y el crecimiento de población más acelerado”.

Al tomar la palabra, la doctora Silvia Cruz, del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, se refirió a la definición y origen del opio. Explicó que proviene de la amapola conocida como Papaver Somniferum y que se obtiene cuando esta flor pierde sus pétalos. “Queda el fruto inmaduro llamado la “cápsula de la amapola”, ésta es rallada antes de secarse para obtener la savia que, en contacto con el aire, se oxida, a eso se le llama opio”.

La doctora en farmacología aseguró que el opio tenía principalmente un uso medicinal; sin embargo, la gente comenzó a generar tolerancia, es decir al consumirlo con mayor frecuencia, sus efectos perdieron eficacia, por ello se combinó con otras sustancias para fortalecer su reacción. Además, generó dependencia y al dejarlo de consumir, las personas sentían molestias similares a la gripe, ojos rojos, sudoración, lagrimeo, moqueo y dolor generalizado.

En palabras de la bióloga, con el objetivo de encontrar un analgésico que no tuviera efectos indeseables, se estudió el compuesto que producía la analgesia en el opio. “Tardaron 100 años en encontrar su morfina natural, se trata de una molécula que genera analgesia, sedación, euforia, disminuye tos, disminuye la depresión respiratoria y, con sobredosis, puede llevar a la muerte”.

Agregó que los seres humanos producen opioides endógenos de manera natural. “Son las endorfinas, que se liberan al hacer ejercicio, por ejemplo. Cuando los opioides generados en la planta ingresan al organismo, utilizan el sistema de neurotransmisión y las principales diferencias entre ambos son: los que se producen en el organismo se liberan cuando se necesitan y sus efectos son breves y localizados; pero los exógenos, los de las plantas, tienen efectos dispersos y duraderos, generan tolerancia y dependencia”.

La especialista aseguró que los opioides son los mejores analgésicos que existen. “Siguen siendo únicos, tenemos que mantener un equilibrio, que le ha costado trabajo a la humanidad. Por un lado, utilizarlos para el tratamiento adecuado del dolor y, por el otro, evitar el desarrollo de trastornos por uso de sustancias”.

Panorama internacional del consumo de opioides

Al tomar la palabra Raúl Martín del Campo, de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas, explicó que los opioides naturales, semisintéticos y sintéticos están contenidos, controlados la mayor parte de ellos, en las convenciones internacionales de control de drogas, desde 1961. “Es importante el equilibrio entre la disponibilidad de estos opioides para fines médicos y científicos, para tratamiento de uso paliativos, y que se prevenga su desviación”.

“Podemos decir que hay una crisis de opioides en el mundo que se explica por tres fenómenos: la mala prescripción de medicamentos que lleva a que los pacientes se sientan adictos a ellos; la combinación de fentanilo con heroína, o con medicamentos piratas o falsificados, que lleva a la muerte por sobredosis; y un fenómeno emergente relacionado con el consumo del opioide tramadol que no está controlado a nivel internacional y es muy adictivo”.

El Maestro en Psicología de las Adicciones, detalló que en Estados Unidos hay cerca de 10 millones de norteamericanos que usan opioides médicos fuera de prescripción. “La mitad de los usuarios de heroína actual en ese país iniciaron porque fueron sujetos a tratamientos con medicamentos opioides”.

Agregó que, en Colombia, producir un kilogramo de heroína cuesta entre 5 mil y 7 mil dólares, pero de ese kilogramo se pueden obtener hasta 4 mil dólares de ganancia, en Estados Unidos; “sin embargo, producir un kilo de fentanilo cuesta mil 400 dólares y genera una ganancia de hasta 1 millón de dólares”.

El fundador del Instituto Mexiquense contra las Adicciones afirmó que la mayor parte de los fentanilos vienen de China, en un trabajo conjunto con Estados Unidos; pero, a raíz de la pandemia, la ruta cambió y la India está exportando el fentanilo ilícito. “Se tuvieron que modificar los mercados porque la cuestión del tráfico se vio alterada, cerraron muchos centros de tratamiento, eso afectó a los usuarios de sustancias, no hubo suficiente abasto de algunos fentanilos médicos para la atención de pacientes con COVID-19 en terapia intensiva”.

“Como los servicios de salud ya están sobrecargados debido al COVID-19, las personas con trastornos por consumo de drogas no deben dejarse atrás, son servicios de primera necesidad”.

Consumo de opioides en la frontera norte de México

Por su parte, Clara Fleiz, coordinadora del Grupo de trabajo de opioides, del Seminario de Estudios de la Globalidad, de la UNAM, se refirió a los sitios de consumo conocidos como picaderos, casas abandonadas o deterioradas en las que viven algunos usuarios que con frecuencia son obligados a comprar drogas en sitios específicos o de lo contrario tienen represalias como amenazas, golpes, la desaparición o pérdida de la vida.

En un estudio realizado con casi mil usuarios entre 2017 y 2018, en los centros de tratamientos de consumo, en Tijuana, San Luis, Río Colorado y Ciudad Juárez, se encontró que las personas que usaban heroína, conocida como “goma negra”, era una población en condiciones de alta precariedad, la mayoría fueron hombres, con una edad promedio de 40 años y con distintos problemas de salud. Su consumo era cinco veces al día por vía inyectada.

“Para 2020 lo que encontramos es que se dio una mayor disponibilidad de heroína en polvo blanco llamada “China White”, que se encontró en poblaciones jóvenes y adultas. Durante la pandemia, no hubo desabasto de drogas, no hubo incremento de los precios a pesar del cierre de las fronteras, pero los usuarios tuvieron condiciones más precarias. La expansión de la “China White” sigue en 2021 y se está convirtiendo en una droga de preferencia entre la población”.

De acuerdo con la experta, son los hombres quienes tienen mayores prácticas de riesgo, como compartir una jeringa o dividir las drogas con alguien más. “Es importante mantener una vigilancia y una alerta epidemiológica ante el incremento del país para proteger de manera coordinada, rápida, efectiva y humana esta población usuaria en la frontera norte del país, con la intención de dignificar sus vidas. También es importante mayor capacitación a las autoridades y generar la disponibilidad de naloxona, desclasificarla del lugar donde está ahora, con objeto de prevenir las muertes por sobredosis”.

Estigma que viven mujeres que consumen opioides

Por su parte, Claudia Rafful, de la Facultad de Psicología de la UNAM, explicó que las mujeres que consumen opioides suelen ser madres, pero se les juzga de una manera más dura que a los hombres. Lo anterior se refleja en dificultades de acceso a vivienda, educación y trabajo.

“En las entrevistas que realizamos en Tijuana, encontramos que la violencia cruza todas las relaciones. En el contexto familiar de las mujeres, está normalizada la violencia y el consumo de sustancias. La mayoría de ellas refieren una inversión de los roles tradicionales de género y de masculinidad debido a la precariedad laboral. Es decir, las mujeres son las proveedoras del hogar al ser inducidas por sus parejas para dedicarse al trabajo sexual y así obtener ingresos”.

En palabras de Rafful, las mujeres son violentadas de manera física, psicológica y sexual, pero son renuentes a recibir atención especializada. “Propongo continuar explorando el estigma también por el tipo de sustancia y otras condiciones como el tener VIH. También replantear el acceso a la atención en salud mental debido a que hay barreras institucionales que condicionan la atención. Además, de incrementar el tratamiento de opioides de bajo umbral que debería ser gratuito para estos pacientes”.

Reducción de daños y necesidades de tratamiento de las personas consumidoras de opioides de México

Al tomar la palabra Carlos Magis, de la Facultad de Medicina de la UNAM, aseguró que la Asociación Internacional de Reducción de Daños considera la existencia de políticas y programas que tratan de reducir las consecuencias adversas, económicas, sociales y de salud, tanto en los usuarios de drogas, como para sus familias y comunidades.

“Todo el paquete de reducción de daños para personas que se inyectan drogas se aplica en México, pero nos falta escalar la magnitud. En el país existe la terapia de sustitución de opioides, tratamientos de dependencia de drogas, consejería y detección de VIH, terapia antirretroviral, prevención y tratamiento de enfermedades de transmisión sexual, programa de condones para personas que se inyectan drogas y sus parejas sexuales, información, educación y comunicación, así como prevención, vacunación, diagnóstico y tratamiento de hepatitis y tuberculosis”.

De acuerdo con el especialista en el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), los tratamientos mencionados están muy concentrados en estados de la frontera norte, pero la problemática está creciendo en otros lugares como Guanajuato, Jalisco, Hidalgo y Colima.

“Los retos para la atención integral de las personas que utilizan opioides incluyen robustecer la vigilancia epidemiológica y conductual tanto del VIH como de adicciones; eliminar el estigma, discriminación y violencia, acoso policiaco, arresto arbitrario y detección de las personas que se inyectan drogas; fortalecer el entrenamiento a autoridades policiacas en materia de drogas, VIH y Derechos Humanos; asegurar el acceso a la justicia para las personas que consumen este tipo de drogas; implementar otras estrategias para reducir la adquisición de enfermedades de transmisión sexual entre la población que se inyecta drogas; implementar otras estrategias como lugares seguros de inyección; así como la responsabilidad compartida con países fronterizos”.

Fuente: El Colegio Nacional