A falta de una alimentación saludable aumenta el riesgo de enfermedades físicas y mentales en migrantes: María Elena Medina-Mora
De acuerdo con Shoshana Berenzon, el 79% de víctimas transgénero a nivel mundial provienen de El Salvador, Guatemala y Honduras; el 88% de los solicitantes de asilo y refugiados LGBT han sufrido violencia sexual y de género en sus países de origen
“Los migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México pueden ser particularmente susceptibles a enfermedades debido a un estado de desnutrición grave”, aseguro María Elena Medina-Mora, miembro de El Colegio Nacional, al coordinar y participar en la mesa El costo de la migración: pobreza, violencia y malestar emocional, realizada el 26 de febrero en el Aula Mayor de la dependencia.
Enfatizó que “la pobreza y sus consecuencias son factores de riesgo para el malestar emocional”, y que durante mucho tiempo se dijo que México no era un país catalogado con seguridad alimentaria. Sin embargo, estudios recientes muestran que tiene datos similares a los de Sudamérica y el Caribe, la zona más afectada en esta materia. “Estamos por debajo del Caribe, por debajo del promedio de Centroamérica y también por debajo de Sudamérica, pero, desde luego, arriba de países como Uruguay, Chile y Costa Rica”.
En palabras de la colegiada, la inseguridad alimentaria es la falta de disponibilidad, acceso o utilización regular de alimentos nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales, para llevar una vida activa y saludable. En cifras, “5.8 millones de personas sufren inseguridad alimentaria en Guatemala, Honduras y El Salvador, lo que es una razón para migrar. Una vez que el migrante ha comenzado su camino, la falta de empleo junto con el poco o ningún acceso a alimentos y otro tipo de asistencia humana son factores clave que obligan a las personas a seguir desplazándose”.
De acuerdo con Medina-Mora, durante su tránsito por México, del 50% al 74% de los migrantes disminuyen de forma importante la cantidad de alimentos que habitualmente consumen. Para analizar esta situación, la psicóloga mexicana y su equipo de trabajo realizaron una serie de entrevistas individuales a migrantes, algunos de ellos en albergues. “La mayoría de esta población venía de Honduras en un 43%, de Guatemala con un 22%, de El Salvador con un 22% y de Nicaragua con un 11%”.
Agregó que el 60% de la población de este grupo no tenía ingresos económicos y durante su estancia en Tijuana, sus alimentos variaron poco de los que estaban comiendo antes de llegar a la frontera, “según contestaron el 67% de hombres y 64% de mujeres. El 52% de los hombres respondieron comer menos de lo que debían comer. De esa población, el 58% de los hombres se saltaba una comida, mientras que las mujeres lo hacían en un 59%; sin embargo, el 31% de los hombres y el 37% de mujeres, no comieron durante todo un día”.
Los resultados evidencian un acceso sumamente limitado a los alimentos entre los migrantes en tránsito por el país, enfatizó la colegiada. Subrayó que la inseguridad alimentaria grave continúa afectando más a las mujeres migrantes que a los hombres, la falta de una buena alimentación impacta en el bienestar de los migrantes En consecuencia, aumenta el riesgo de enfermedades físicas y mentales. “Los migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México pueden ser particularmente susceptibles a enfermedades debido a un estado de desnutrición grave. Cerrar las brechas existentes en torno a la seguridad alimentaria es vital para garantizar los derechos básicos de todas las personas que se encuentran en el país”.
Esta sesión formó parte del Seminario Permanente de Migración y del Seminario de Estudios sobre la Globalidad UNAM-INPRFM, contó con la participación de Shoshana Berenzon Gorn, directora de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz; Nayelhi Saavedra Solano, investigadora del mismo instituto; y Susanna Corona Maioli, investigadora de la University College London.
Al tomar la palabra, Hilda Dávila, coordinadora del Seminario de Migración y del Seminario de Estudios de la Globalidad de la Facultad de Medicina de la UNAM, recordó que este seminario analiza los retos de la salud de los migrantes, porque México es un país de origen, destino, tránsito y retorno de las personas desplazadas. “Sin duda, la migración hace visibles las profundas inequidades que existen en el acceso a los cuidados a la salud, pero, además, agudiza fenómenos de carencia económica, inseguridad alimentaria y salud mental, entre otros”.
Malestares emocionales de migrantes LGBTQ
Por su parte, Shoshana Berenzon, directora de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, se refirió a los Malestares emocionales y estrategias de afrontamiento de migrantes LGBTQ en tránsito por México. Comentó que un número importante de personas identificadas en esta población buscan migrar hacia otros países que les parecen menos peligrosos para las minorías sexuales.
Según los datos reunidos, los países que reportan mayores índices de discriminación, rechazo y violencia son El Salvador, Guatemala y Honduras. “El 79% de víctimas transgénero a nivel mundial provienen de esta región, el 88% de los solicitantes de asilo y refugiados LGBTQ han sufrido violencia sexual y de género en sus países de origen”.
De acuerdo con la experta, las personas LGBTQ suelen pasar más de una sola expulsión. “Además de desafiar las fronteras territoriales, deben enfrentar la frontera entre la sexualidad normativa y aquellas sexualidades fuera de la norma”.
Aseguró que las instalaciones migratorias no siempre cuentan con las condiciones necesarias para dar respuesta a sus necesidades y que las emociones negativas asociadas con el proceso migratorio son: miedo, tristeza, preocupación por los familiares, angustia, desesperación, impotencia por no poder avanzar, soledad, enojo, frustración, indecisión sobre continuar el viaje y estrés. Entre las acciones que toman los migrantes LGBTQ a estos factores, se encuentran la de practicar el activismo en pro de los derechos humanos, ocultarse o consumir alcohol. “Migrar forma parte de las estrategias de afrontamiento, pero se convierte en un estresor que se vuelve un círculo vicioso”, concluyó Berenzon.
Retornados y salud mental, oportunidades de atención
Al tomar la palabra, Nayelhi Saavedra Solano, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, hizo referencia a un estudio en el que se entrevistaron a 35 mexicanos en distintas fases migratorias originarias de diversos estados del país. “Detectamos que la mayoría de los problemas de salud mental y problemas emocionales inician en la fase pre migratoria al haber vivido pobreza, alguna forma de violencia, o un escaso acceso a la escuela. Estas experiencias dejan una marca emocional negativa que se caracteriza en que las personas sienten poco control de su vida”.
Agregó que lo anterior coloca en una posición social desventajosa a las personas, conduciéndolas hacia la emigración. La mayoría de los entrevistados tuvieron un regreso forzado, fueron deportados o pasaron por un trámite que los orilló a regresar. “El regreso forzado y la deportación son experimentados como un retroceso hacia las experiencias espacio-social de las cuales habían logrado alejarse. Es decir, se habían alejado de la pobreza y de la humillación. El principal sentimiento es el duelo de una pérdida”.
“Los sentimientos que mencionaron fueron la culpa, la frustración, el coraje, la depresión y la angustia, y se combinaron con tensiones que enfrentan para resolver el proceso de reintegración como la de tramitar documentos de identificación, conseguir trabajo, encontrar vivienda, recibir atención médica y construir o reanudar vínculos con la red social”, detalló Saavedra.
Al responder a la pregunta: ¿cuáles son las oportunidades para recibir atención psicológica o psiquiátrica? La ponente sostuvo que las asociaciones de emigrantes retornados y la red social que se forma a su alrededor, se encargan de buscar servicios y especialistas gratuitos. “Para los migrantes retornados es importante construir espacios sociales y simbólicos en los que se descarguen de la falta o marca que la sociedad les atribuye”, concluyó.
México como corredor migratorio: origen, tránsito y destino
En su participación, Susana Corona Maiolli, de la University College London, explicó que México es también un país de desplazamiento forzado interno, lo que ha sido documentado, al menos, desde la década de 1970 por personas del sector académico. “De acuerdo con las cifras publicadas por el Observatorio de Desplazamiento Interno, a finales de 2021 había en México un estimado de 379 mil 246 personas en situación de desplazamiento debido a conflictos y violencia”.
“Como país de tránsito y destino de la migración forzada internacional, México recibe migrantes de más de 70 nacionalidades diferentes. La mayoría tiene a Estados Unidos como destino final”, detalló. Aseguró que la migración ha cambiado desde hace una década, de ser una migración de hombres solos, a una de familias, mujeres, niños y niñas. En 2023, el Instituto Nacional de Migración registró a 77 mil infantes, de los cuales, 5 mil no estaban acompañados ni por familiares, ni tutores. “Por definición, migran sin tutores legales, pero no significa que no tengan familia, muchos viajan por reunificación familiar en Estados Unidos”.
“Los niños también viajan para mandar remesas a sus familias en países de origen, y huyendo de la violencia de pandillas. Son un grupo en particular riesgo de explotación, trata y secuestro”, enfatizó la investigadora Corona Maiolli.
La especialista también expuso que el tránsito es un contexto social fluido, es decir, las personas se quedan donde hay posibilidades de existir, como trabajo o una comunidad, independientemente de las categorías migratorias. “La migración puede ser enriquecedora, para migrantes y sociedad receptora, si ocurre en condiciones adecuadas”, finalizó.
Fuente: El Colegio Nacional