150 años después, los rumores sobre la muerte de Bellini siguen vigentes: Adolfo Martínez Palomo

Como se dio en anteriores sesiones, la conferencia se complementó con la participación de la mezzosoprano Verónica Alexanderson y la soprano Bertha Granados, acompañadas del pianista Sergio Vázquez, quienes interpretaron piezas de “El cisne de Catania”

La de Vincenzo Bellini es una historia poco conocida, más interesante desde distintos puntos de vista, en especial por una biografía médica que, en la actualidad, aún despierta mucho interés entre los investigadores, como reconoció Adolfo Martínez Palomo, miembro de El Colegio Nacional, al dictar la conferencia Vincenzo Bellini. La corta vida de “El cisne de Catania”.

Como parte del ciclo de conferencias-concierto Músicos y medicina, en la última sesión del año, transmitida la tarde del jueves 9 de septiembre por las plataformas digitales de la institución, el colegiado comenzó su cátedra por el final, el fatídico verano de 1835, cuando el humor del compositor atravesó por una etapa bastante sombría: a las decepciones profesionales, el aislamiento y el mal estado de salud, se unen los presagios funestos del poeta alemán Heinrich Heine, quien le dijo en una reunión social de París “disfrute la vida rápidamente, querido amigo: su inmenso genio lo condena a morir joven, muy joven, como ha ocurrido con Rafael, con Mozart y con el mismo Jesús”.

“El 23 de septiembre de 1835, Bellini, a los 33 años, el favorito de los salones aristocráticos, el compositor de moda en Europa, ‘el cisne de Catania’, el orgullo de Sicilia, muere solo, abandonado de los amigos, sin familiares, sin ayuda médica: a su alrededor reinaba, más dolorosa que nunca, esa soledad que tanto temía él en las semanas anteriores.”

¿Por qué la idea de Adolfo Martínez Palomo de empezar por la muerte de Bellini?, porque todo París comentó la noticia de su fallecimiento y, en especial, circularon rumores de que Bellini había sido envenenado y más de 150 años después, el rumor sigue presente.

“Hace poco tiempo la mismísima Comuna de Catania, la institución oficial que rige la ciudad donde nació Belinda dijo ¿murió Bellini envenenado? y los consejeros solicitaron la autopsia de los restos para saber si fue envenenado. Poco después surgen varios libros que se hacen la misma pregunta. Es algo que no ha sido definido hasta la época actual.”

Los años de formación

En medio está la construcción de su fama: Vincenzo Salvatore Carmelo Bellini nació en Catania, Sicilia, el 2 de noviembre de 1801. Fue el primer hijo de Rosario Bellini, profesor de música, y de Ágata Ferlito, una joven siciliana llamativa por ser bella, rubia y tener ojos azules.

“Cuenta la leyenda que, al nacer Bellini su madre escuchó música celestial, mientras las campanas de las iglesias de Catania repicaban jubilosas como premonición de la fama del que se convertiría más adelante en ‘El cisne de Catania’”, apunta el médico Martínez Palomo.

Como buen hijo y nieto de músicos, el niño Vincenzo mostró dotes para cantar cuando tenía un año y medio de edad; en vista de ello, el padre decidió iniciar él mismo la formación musical del pequeño. Pocos años después, Bellini tocaba el piano maravillosamente, “según dicen los que lo conocieron, y había compuesto pequeñas obras sacras”.

“Era hipersensible, supersticioso, impulsivo y de fuerte carácter. A los 18 años, los padres decidieron enviarlo al conservatorio de Nápoles, en aquellos años el más famoso de Italia y uno de los mejores de Europa; dada la imposibilidad de la familia de sostener sus estudios fuera de la ciudad, se pidió ayuda a la Comuna de Catania, que aprobó la solicitud con la condición de realizar satisfactoriamente los estudios, ya que en caso de abandonarlos tendría que devolver el dinero recibido.”

En el recorrido biográfico, Martínez Palomo recordó que el compositor se matriculó en una de las instituciones de mayor prestigio en la época, como el Real Conservatorio de Música de Nápoles, donde la enseñanza era, sobre todo, individual, bajo la tutela de un compositor, siendo su último tutor Nicola Antonio Zingarelli, director del colegio y el de mayor reputación como músico, “quien tuvo en buena estima el potencial de su alumno”.

“En su estancia en el colegio Bellini hizo muchas amistades una en particular fue fundamental en su vida: Francesco Florimo, quien se convirtió en el mejor amigo de nuestro compositor. Florimo permaneció en Nápoles y a la muerte de Vincenzo se dedicó a difundir su obra; lamentablemente, al escribir la biografía de su amigo alteró con frecuencia los hechos y destruyó cartas escritas entre ellos, porque a su juicio empañaba la memoria del compositor.”

En su corta vida, Bellini fue muy diferente de sus contemporáneos. Nunca tuvo un empleo formal en alguna corte, iglesia o escuela; mientras que su competidor, Gaetano Donizetti escribió varias decenas de ópera, él sólo compuso 10, “escritas lentamente confiando en su ingenio y demandando por sus obras pagos superiores a los que se otorgaba a sus predecesores”.

“Así, Bellini compuso óperas que siguen teniendo el favor del público de los teatros de ópera, sobre todo La sonámbula y Norma; aquí un paréntesis, porque fue justamente María Callas la que hizo resucitar el interés por Bellini a mediados del siglo pasado y fue en México, en Bellas Artes, donde María Callas interpretó Norma y comenzó su fama como una de las mejores cantantes de ópera del siglo XX.”

La polémica de su muerte

Si se toma en cuenta que Vincenzo Bellini murió apenas a los 34 años de edad, poco habría que contar de su biografía; sin embargo, alrededor de su muerte se dieron otras historias compartidas por Adolfo Martínez Palomo en su conferencia, como su estancia en París, donde en apariencia disfruta de la vida social parisina.

“En realidad se encuentra solo, lamentando la ausencia de la familia y de sus amigos sicilianos, aunque decide quedarse en la ciudad a la espera de la realización de su mayor ilusión profesional: un contrato con la ópera de París, pero las negociaciones no se concretan. Entonces decide aceptar la invitación para irse a vivir a la villa de su amigo Samuel Levy, en un barrio de la periferia parisina; en este ambiente bucólico, Bellini logra escribir su última ópera, Los puritanos, y aprovecha la quietud de la estancia campirana para convivir con la familia, aun cuando la ausencia del compositor empieza causar extrañeza entre sus amigos parisinos, al dejarlo de ver por más de tres meses.”

El primero de septiembre, dice Martínez Palomo, Bellini enferma con un malestar intestinal, tiene disentería. Ante la falta de noticias sobre la enfermedad de su amigo, la princesa Belgiojoso, la que organizaba los conciertos a los que era invitado Bellini en París, le manda a un médico italiano expatriado, quien después de una primera visita comenta que la situación del enfermo no es grave.

“Varios amigos viajan a la casa, pero Samuel Levy les impide el ingreso a la habitación con el pretexto de que podría estar enfermo de cólera. Los amigos forzados por el encierro forzado de su amigo consideran pedir la intervención de la autoridad judicial; en la siguiente semana, los Levy deciden irse a Londres y lo dejan solo con el jardinero, sin haber solicitado la ayuda de algún médico.”

Frente a esa situación, compartió el colegiado, el doctor italiano regresa a visitar a Bellini y se encuentra con que su paciente no ha mejorado, su estado es todavía alarmante, pero le pone cataplasmas que, supuestamente, servían para sacar los malos humores; “el cuarto comunicado, el día 23, es francamente pesimista: estamos en el día 13 de la enfermedad y debemos alarmarnos”.

Bellini empeora y el médico decide irse a París para informar a las autoridades del teatro italiano de que la situación es grave: Bellini muere acompañado solamente del jardinero. Sólo unos minutos después se apareció su amigo Auguste Aimé. El 2 de octubre lo entierran y 42 años más tarde, los restos del compositor fueron trasladados a la Catedral santa Ágata de Catania, ante la presencia de toda la familia de Bellini.

“La pregunta que muchos se empezaron a hacer es si pudo haber muerto por envenenamiento: por mi parte, no hay datos que permitan suponer que la amibiasis le hubiese producido la muerte y, en todo caso, porque no le habían dado un tratamiento usado para la disentería desde aquella época, y que estaba a disposición de los médicos franceses.”

Desde esa época se empezó a hablar de distintos sospechosos de la muerte de Bellini: los primeros Samuel Levy y Mademoiselle Olivier, su amante, al considerarse que Samuel, celoso por la supuesta relación amorosa que su amante tenía con su huésped, decide matarlo.

Roxana Azimi, en un libro titulado Bellini o la muerte de Orfeo, asegura que lo pudo haber matado la amante de Levy, despechada porque Bellini no accedió a sus pretensiones amorosas: llega al extremo de decir que tal vez la amante era una bailarina de dudosa reputación, le pudo aderezar una omelette con los hongos venenosos que crecían en el jardín de su casa, “pero no tenemos ninguna seguridad de que esto haya ocurrido”.

Luigi Montallegri, el médico italiano, es otro sospechoso, como lo fue el jardinero Joseph Hubert e, incluso, su amigo Auguste Aimé: “las dudas se acumulan, pero algo que parece increíble es por qué no recibió atención médica si el diagnóstico de disentería era fácil de hacer y el medicamento se podía encontrar a unos cuantos metros de donde murió Bellini”.

La noche concluyó con un concierto de la mezzosoprano Verónica Alexanderson y la soprano Bertha Granados, acompañadas del pianista Sergio Vázquez, quienes interpretaron algunas piezas de las óperas más importantes de “El cisne de Catania”.

Fuente: El Colegio Nacional