Innovador mexicano creó exitosas plantas productoras de biodiesel con presencia en Latinoamérica
Empleado como combustible, el biodiesel se ha significado como una de las nuevas fuentes de energía renovables, alternativo a los derivados del petróleo.
Hasta hace tres años, en el proceso de producción de se empleaban máquinas diseñadas especialmente para utilizar como materia prima aceite animal o vegetal, lo cual limitaba las ganancias del productor.
A fin de abrir el abanico de posibilidades, un joven mexicano construyó máquinas que con mínimas adecuaciones permiten utilizar ambas alternativas para generar biodiesel. La innovación le ha permitido fundar una empresa que ha puesto en marcha 25 plantas para la producción de biocombustible en México.
Es así que las plantas productoras de la empresa Solben están presentes en 13 estados de la República Mexicana y han abierto posibilidades de negocio en Bolivia, Argentina, El Salvador, Nicaragua y Colombia.
“Si hoy tengo aceite de palma produzco biodiesel de palma; pero si mañana quiero utilizar jatropha, higuerilla o aceite animal lo hago, de modo que no existe dependencia de una sola materia prima; minimizas inversión y maximizas en retorno, siendo un negocio rentable para cualquiera”, presume el ingeniero químico Daniel Gómez Íñiguez, creador del desarrollo tecnológico.
“Además, las máquinas están totalmente automatizadas y son fáciles de usar. La enciendes, presionas un botón, suministras la materia prima de un lado y por el otro sale el biocombustible, sin que te enteres del proceso químico que ocurre en su interior”.
La empresa fabrica plantas de distintas capacidades, pero la más vendida se instala en un espacio de 3 por 5 metros, y produce de mil a 20 mil litros de biodiesel. El biodiesel que genera cumple con los estándares de calidad estadounidense, por lo que sí el usuario no desea consumir el energético puede exportarlo.
Otra de las ventajas de su tecnología es su carácter modular, es decir, si crecen las necesidades de producción de biocombustible la planta puede escalarse. Las capacidades de los módulos van de transformar 400 litros de aceite en biodiesel en un día de operación, hasta la que procesa 20 veces más materia prima que la primera en el mismo tiempo. “Nuestra tecnología opera con distintos tipos de aceites animales o vegetales, está totalmente automatizada para asegurar la calidad del producto final y un mismo equipo atiende distintos nichos de mercado con tan solo variar su capacidad de producción”.
Si haber concluido los estudios de ingeniería química en el Instituto Tecnológico de Monterrey, Gómez Iñiguez fundó Solben, a los 17 años de edad, y en 2013 fue reconocido por la MIT Technology Review como uno de los diez jóvenes innovadores emprendedores menores de 35 años más destacados.
Como empresario, Daniel Gómez aspira a que de los cerca de 5 millones de galones de biodiesel que consume la industria en un año en nuestro país, 80 por ciento provenga de las plantas de Solben.
Es por ello que el equipo de investigación y desarrollo de la empresa trabaja en el diseño de un reactor ultrasónico que permitirá producir el combustible en forma continua, con mayor cantidad y en menor tiempo.
Gómez Iñiguez hace hincapié en que si encuentras una solución a un problema y es buena, la gente estará dispuesta a pagar por ella. “Al reciclar el aceite evitas que lo tiren por la coladera, ya que un litro de ese residuo puede contaminar cientos de litros de agua. Entonces puedes desarrollar un modelo de negocio con alta rentabilidad y a la vez tener el impacto social deseado.
“Ese es uno de los principales mensajes que intentamos transmitir, que ser socialmente responsable no está peleado con tener una alta rentabilidad, y eso lo demuestran las 26 plantas de biodiesel que hemos instalado en Latinoamérica”. (Agencia ID)