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Hackers ayudan a las mujeres a escapar del acoso digital

Hackers ayudan a las mujeres a escapar del acoso digital

La violencia doméstica se ha modernizado en el siglo XXI. Ahora, los acosadores pueden usar herramientas de alta tecnología para perseguir a sus víctimas a través de Facebook Messenger y Apple Maps. También pueden espiar a sus objetivos mediante las aplicaciones de stalkerware y Alexa (ver Espías en el móvil: estas ‘apps’ se ocultan para vigilar a sus víctimas). Así que un grupo de hackers ha empezado a colaborar con las fuerzas de seguridad para solucionar el problema y ayudar a las víctimas .

El Ayuntamiento de Nueva York (EE. UU.) lleva realizando desde 2018 un proyecto piloto en el que los tecnólogos colaboran con la Oficina del Alcalde para acabar con la violencia doméstica y de género. Su trabajo consiste en ofrecer servicios prácticos de seguridad informática y privacidad a las víctimas de violencia machista.

El programa, que involucra a un equipo de profesores de la Universidad Tecnológica de y la Universidad de Nueva York (EE. UU.), está creciendo y demostrando sus éxitos. Así lo afirmó el representante de Cornell Sam Havron durante el reciente Simposio de Seguridad USENIX celebrado en California (EE. UU.).

En la actualidad hay centenares de aplicaciones disponibles que los acosadores usan para localizar a sus víctimas, grabar a escondidas audio de voz, robar mensajes de texto o participar en otros tipos de vigilancia ilegal.

Desde noviembre de 2018, los tecnólogos de Nueva York se han reunido con 44 personas y han descubierto que 23 de ellas podrían haber sido blanco de spyware, de algún tipo de control de sus cuentas o de configuraciones modificadas. Más de la mitad de los casos de víctimas está relacionada con el abuso digital, según el artículo recientemente publicado, Seguridad informática clínica para las víctimas de violencia machista.

Las víctimas que colaboran con el Ayuntamiento suelen hablar con sus abogados y administradores, quienes no suelen estar preparados para manejar la miríada de problemas de ciberseguridad y privacidad a los que se enfrentan estas mujeres. Harvon afirma: «Hace falta seguridad informática adicional y experiencia en la privacidad. Necesitamos expertos para abordar el abuso».

Después de descubrir que las herramientas antimalware existentes a menudo no eran capaces de detectar y alertar a las víctimas sobre la presencia de sistemas de stalkerware, el equipo creó ISDi (siglas en inglés de Intimate Partner Violence Spyware Discovery). Se trata de una herramienta descargable que detecta si las aplicaciones que los abusadores suelen usar han sido instaladas en los dispositivos móviles de las víctimas.

El acoso digital suele ir más allá del stalkerware. La configuración de privacidad tan laberíntica de las aplicaciones modernas puede ser difícil de entender, incluso para los expertos en ciberseguridad. Además, los acosadores pueden amenazar con violencia física si las víctimas hacen algo tan simple como cambiar las contraseñas para recuperar su privacidad. Los acosadores también pueden usar métodos indirectos de acceso: por ejemplo, la tablet de un hijo puede tener acceso al plan de datos familiares que le permite al abusador ver la ubicación de la víctima, sus fotos o su actividad en las redes sociales.

Las víctimas se enfrentan una compleja combinación de amenazas físicas y digitales que pueden ser difíciles de solucionar. A menudo ni siquiera saben cómo o dónde comienza el abuso y el acoso digital.

Havron continúa: «¿Cómo podemos ayudar a las víctimas? Como tecnólogos, nuestra primera opción sería tratar de corregir varios defectos y diseños de software que complican el abuso tecnológico, como cuando los abusadores bloquean el acceso de las víctimas a sus cuentas. Pero es ingenuo pensar que estas mejoras acabarán por completo el acoso digital. Hacen falta intervenciones socio-tecnológicas».

Los Centros de Justicia Familiar han presentado resultados positivos y útiles de este estudio. La demanda de consultas tecnológicas está aumentando. El equipo recibió recientemente una subvención de un millón de euros Fundación Nacional de Ciencia de EE. UU. para seguir trabajando en el abuso digital y la violencia machista.

Fuente: technologyreview.es

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