Enfermería, la profesión que los robots no consiguen imitar
Los robots son polifacéticos. Ya trabajan en hoteles, museos, farmacias y bufetes de abogados; cocinan, limpian, bailan y parlotean. En una sociedad que envejece, están cada vez más presentes en instituciones sanitarias. Es el caso de Da Vinci, el robot cirujano. No sustituye al médico y debe ser controlado por un facultativo durante toda la intervención. ¿Podrían las máquinas simular la labor de una enfermera, más allá de la aplicación de un tratamiento?
El robot-enfermera existe y se llama WellPoint. Toma el peso, la presión arterial y realiza la pulsioximetría en tan solo tres minutos, añade estos datos a la historia clínica del paciente y lanza una serie de alarmas en caso de urgencia.
“Que una máquina realice esto en tiempo récord puede ser de gran ayuda”, reconoce Fernando Campaña, editor y responsable del Fanzine Nuestra Enfermería, un movimiento de contracultura enfermera. “Pero no es suficiente”.
Sin embargo, según Campaña, el valor que aporta una enfermera al tomar estos datos es el calor humano, tocar a la persona, explicar lo que se está haciendo, responder a sus dudas y preocupaciones, esperar antes de realizar una técnica, registrar todo esto y, además, hacer ciencia de ello.
Los enfermeros y enfermeras son los responsables directos de los cuidados de la salud de sus pacientes, tanto en su aspecto preventivo como en el curativo. Les ayudan a nacer, vivir y morir.
Un vínculo de vital importancia
“En mi opinión, es imposible reemplazar nuestra labor solo a través de la tecnología. Los enfermeros realizamos muchas más tareas de lo que la gente piensa”, explica a Sinc Jaime Ribas, enfermero y CEO de enfermera.io, plataforma web de enfermeros a domicilio. “Solo para igualar la labor física de un enfermero serían necesarios varios robots diferentes”.
Aun así, según apunta Ribas, este no es el motivo principal por el que la enfermería no es reemplazable por la tecnología. Para él, la clave reside en el fuerte vínculo con el paciente. “El médico se centra en el diagnóstico y tratamiento –explica–. Tiene que tomar sus decisiones en poco tiempo y a veces no puede atender más de cinco minutos debido a la lista de espera”. Esto, sumado al uso de un lenguaje técnico, hace que la figura del médico pierda cercanía.
“Nosotros [los enfermeros] estamos al lado de una persona cuando más nos necesita. Tenemos la suerte de ejecutar y administrar los tratamientos que ha decidido el médico”, explica Ribas. “Disponemos de mayor tiempo junto a los pacientes, ya que debemos controlarlos para resumir su progresión”. Y no solo eso: aportan al paciente los conocimientos necesarios para que se mantenga sano y preserve su autonomía el mayor tiempo posible.
La relación enfermera-paciente se basa en la cercanía y la persistencia, dos cualidades que se consiguen con el trabajo a pie de cama. La aplicación de los planes de cuidados, la detección de necesidades y esa visión integral de la persona facilita una relación única. “En el caso de los enfermeros a domicilio, incluso accedemos al área más personal e íntima de la persona: su casa”, concluye Ribas.
Ana Polegre, enfermera y creadora de la marca y el blog Enfermera en Apuros, cuenta a Sinc una experiencia personal. Hace unos meses, tuvo que ser ingresada. “La sensación de indefensión que se sufre en un hospital cuando lo vives desde el otro lado es brutal. He podido comprobar la relación que se forja entre un paciente y su enfermero”, cuenta Polegre.
“En medio de todo ese caos en el que puedes sentir que solo eres un número, me encontré con un enfermero que me miró a los ojos y me dijo: ‘Tú no estás bien’ y me abrazó. Lloré y me liberé”, se sincera. “Hay que tener coraje. No es fácil ayudar al paciente sin llevarte a casa su dolor. Es un arte, pero eso es la enfermería”, continúa. “Esa es nuestra maravillosa profesión”.
Clichés y desconocimiento
“La población no conoce las competencias y el trabajo que desarrollan las enfermeras; pero las instituciones sí que son conscientes de ello y con frecuencia tampoco lo reconocen porque no interesa», explica Azucena Santillán, enfermera y autora del blog Ebevidencia sobre enfermería basada en la evidencia. “Se suele pensar en la enfermera como en una ayudante de otros profesionales cuando en realidad trabajamos de forma autónoma”.
Según Santillán, la enfermería es una profesión de personas altamente cualificadas en la prestación de cuidados y cuyas intervenciones influyen en la salud y el bienestar de la población. Además, se enmarca en las titulaciones superiores con acceso a doctorado. Este desarrollo profesional y académico no se suele corresponder con el reconocimiento social ni el institucional.
“Las personas que no han tenido contacto con enfermeros no son conscientes de la labor social que realizamos y el enorme impacto que tenemos en el sistema sanitario español”, explica a Sinc Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería. “Tenemos un prestigio enorme fuera de nuestro país, pero en España se desconoce lo que hacemos”, concluye.
Redefinir la imagen de la enfermera
El Sindicato de Enfermería (SATSE) ha puesto en marcha la campaña Soy Enfermera con el objetivo inicial de potenciar la visibilidad de la profesión y luchar por su reconocimiento cada 12 de mayo, Día Internacional de la Enfermería. La iniciativa se ha extendido con el tiempo al resto del año. Según María José García Alumbreros, directora de esta campaña, dos son los motivos del desconocimiento de su labor.
En primer lugar, muchos ciudadanos relacionan la enfermería con la realización de diferentes técnicas de cuidados. “Así, para una parte de la sociedad, nuestras actividades se reducen a pinchar, tomar tensiones, dar tratamientos, poner sueros o sondas y realizar curas”, explica a Sinc García.
Por otro lado, la enfermería es una profesión que ha evolucionado mucho en poco tiempo, lo que hace que en la sociedad perduren una gran cantidad de estereotipos, desde la terminología obsoleta (aún hay quienes hablan de las ATS), hasta tópicos como que es una profesión ejercida exclusivamente por mujeres, de carácter vocacional, subordinada al médico, sin autonomía en su trabajo y con una formación básica. Todo lo contrario a lo que en realidad es la profesión.
“Los ciudadanos valoran la calidad de los cuidados, la implicación profesional, el trato personalizado, la cercanía, el respeto, estar seguros de que están atendidos por profesionales debidamente formados y sentir que ellos son la prioridad del enfermero”, explica García. “La aptitud más importante es la profesionalidad”.
En palabras de la experta, la enfermería es una disciplina con un cuerpo propio de conocimientos. Como tal evoluciona a través de los proyectos de investigación que los profesionales llevan a cabo.
Añade, además, que esta profesión necesita una visión integral de la persona. “La valoración, evaluación y diagnósticos que realizamos, así como los cuidados que planificamos, tienen siempre en cuenta a la persona desde un punto de vista biológico, psicológico, emocional y social”, concluye.
Fernando Campaña espera que en la ‘salud del futuro’ no se pierda esta perspectiva. «Cuidar es la esencia de la enfermera. Es, además, su ámbito de actuación, su campo de estudio… Es su ciencia”, explica. “Algo que difícilmente podrá nunca hacer un robot”.
Fuente: SINC