Dolorense de nacimiento pero de formación superior y científica puntana, Alejandro Boscoboinik es un joven químico de 28 años que integró un equipo de investigación en Estados Unidos, donde participó de un importante avance al lograr capturar por primera vez un gas noble en una red de átomos de dos dimensiones, que podría ser utilizada como un catalizador similar a los que utilizan las grandes industrias.
“La importancia de este logro radica en entender cómo entran y salen átomos de superficies nanoporosas planas y de forma concreta permitirá a los científicos estudiar cómo diseñar materiales absorbentes y membranas para capturar y aislar gases contaminantes generados por las centrales nucleares como el criptón radiactivo y el xenón”, explicó Boscoboinik, quien actualmente está cursando el segundo año del doctorado en Química en la Universidad de Wisconsin-Milwaukee (Estados Unidos), donde se capacita en las ciencias de superficie, que incluye el estudio de fenómenos químicos y físicos.
Junto a su hermano Aníbal (quien trabaja en el Brookhaven National Laboratory de Nueva York, donde se realizó el experimento), lograron crear una arcilla (zeolita), “que consiste en dos redes de átomos del tamaño de una millonésima del espesor de un cabello”, que podría funcionar como un catalizador y permitir así que los gases que emiten las industrias sean menos nocivos para el medio ambiente. Los estudios que dieron vida al descubrimiento científico iniciaron en 2014 y tuvieron 3 años de duración.
“Ésta fue mi primera experiencia en el exterior. Básicamente lo que me permitió viajar, conocer gente hermosa, estar en familia, compartir el trabajo de tan cerca con mi hermano fue jugar con arena o arcilla. Nuestras universidades nacionales son públicas, gratuitas y de calidad y retribuir a la sociedad lo aprendido, es una forma de agradecer, me llena el alma”, sostuvo el joven investigador que se graduó en la Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia de la UNSL y luego continuó con su formación doctoral con una beca en el Instituto de Física Aplicada (Infap) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) San Luis.
Los resultados del trabajo que realizó en el país norteamericano fueron publicados en la revista “Nature Communications”, especializada en investigaciones de alta calidad en biología, química, física y ciencias de la tierra, entre otras áreas relacionadas.
La vida fuera del laboratorio y sin chaquetilla
Alejandro Boscoboinik no sólo tiene pasión por la investigación científica, sino que también tiene otros pasatiempos fuera del laboratorio. “Soy un aficionado de la fotografía, todos los días intento registrar imágenes. Considero que los disparos de una cámara son los únicos que deberían existir. También me gusta mucho el vóley, deporte que juego y disfruto desde niño”, dijo.
Otras de las actividades que disfruta es la escritura “al margen de lo científico”. “Raramente supera mi censura, digamos que es algo de poesía”, explicó el joven científico, quien agregó que disfruta mucho de los desafíos y de la gente que lo rodea.
Fuente: eldiariodelarepublica.com