Crean carretera inteligente que detecta sus propios baches
En 1852, París fue testigo de un avance que cambió las comunicaciones humanas para siempre: la construcción de la carretera que la unía con Perpiñán por medio de un pavimento flexible de asfalto procedente de Val de Travers, en Suiza. Hasta ahí no puede decirse que hubiera cambiado gran cosa desde las calzadas romanas. Posteriormente, el método se iría perfeccionando con la implantación de la tela asfáltica aplicada sobre hormigón, que se probó por primera vez en la capital francesa en el año 1858. Más tarde, en 1900, se utilizaron por primera vez las mezclas asfálticas en caliente en la rue du Louvre y en la Avenida Victoria de París. Sin embargo, durante más de un siglo las innovaciones en carreteras fueron mínimas. Los vehículos avanzaban en prestaciones, potencia y fiabilidad mientras que el asfalto era el mismo. Finalmente, en el siglo XXI estamos asistiendo a un gran salto cualitativo: la llegada de las carreteras inteligentes. Si recientemente hablábamos de las carreteras solares, en este caso lo hacemos de una tecnología que permite a las carreteras detectar sus propios baches gracias a un sistema bautizado como ePave y publicado en la revista científica suiza Sensors.
Este proyecto, en el que han unido sus fuerzas expertos informáticos de la Universidad de Búfalo (EEUU) e investigadores de la Universidad de Chang’an (China), se basa en una red de sensores inalámbricos y autoalimentados que ofrecen información en tiempo real acerca del estado de las carreteras. Así, tanto los centros de control de tráfico como los vehículos conectados podrán tener constancia de varios parámetros acerca de la calzada como su temperatura y humedad o la presión registrada sobre ella.
Al contrario que otras tecnologías basadas en baterías o que recurren a la energía solar, los desarrolladores de ePave han optado por emplear la piezoelectricidad para alimentar los sensores de su sistema. De esa forma, se pueden recargar por medio de la presión ejercida por los vehículos al pasar por encima.
Con un tamaño similar al de un llavero, los sensores ePave pueden colocarse a intervalos de ciento cincuenta metros y transmitir información a las estaciones receptoras en un radio de trescientos metros.
La tecnología aún se encuentra en un estadio inicial, pero los investigadores calculan que estos módulos tendrían una longevidad de entre cinco y veinte años. Con un poco de suerte, contaremos con un nuevo aliado para evitar incidentes en la carretera.
Carreteras inteligentes para salvar vidas
Nos encontramos en un momento en el que diversas tecnologías comienzan a confluir abriendo infinitas posibilidades. Los vehículos autónomos, el Internet de las Cosas y las comunicaciones 5G, que permiten conectar millones de dispositivos con una latencia mínima, posibilitan proyectos como el que ha acometido el Departamento de Transporte de Colorado en EEUU. En esta ocasión, no se trata tanto de prevenir los accidentes, sino de detectarlos cuando tienen lugar. Para ello, se utilizarán placas de hormigón con sensores de presión y conexión Wi-Fi.
El proyecto piloto, que tendrá lugar durante los próximos cinco años en un tramo de cerca de un kilómetro de extensión de la carretera 285, al suroeste de Denver, intentará demostrar la viabilidad de un sistema capaz de detectar los vehículos que abandonen la carretera bruscamente. En tales situaciones, los servicios de emergencia serán avisados automáticamente, así como los conductores que se acerquen a la zona del siniestro. En la actualidad existen sistemas parecidos, pero son los propios conductores los que deben suministrar la información.
¿El inconveniente? En estos momentos Integrated Roadways, la impulsora de esta tecnología, estima que el coste por cada kilómetro de carretera inteligente ascendería a dos millones y medio de dólares por carril. Sin embargo, con independencia de que este sistema se generalice, podemos tener la certeza de que nuestros sistemas de carreteras se preparan para grandes cambios en los próximos años.
Fuente: imnovation-hub.com