Armando Solar-Lezama, el profesor mexicano del MIT que enseña a las máquinas a programar
Imagina que a los quince años tus padres te dicen que debes cambiar de país, dejar a tus amigos y empezar a hablar otro idioma. Imagina, además, que siempre has sido un poco distinto a tus compañeros. Piensa en cómo debe de ser tener una pasión, pero que las puertas se te cierren una tras otra, impidiéndote llegar a tu objetivo.
A Armando Solar-Lezama le pasaron todas esas cosas, y muchas más, pero superó los obstáculos. Ahora, es profesor de una de las instituciones más innovadoras y prestigiosas del mundo, el Massachusetts Institute of Technology (MIT), y enseña a los robots a programar, con un objetivo interesante. Según nos cuenta él mismo, sus algoritmos pueden conseguir que ganemos tiempo para dedicarnos a algo que ellas no pueden hacer todavía: ser creativos. Armando sabe bien lo que eso significa.
Cuando era pequeño, el profesor de escuela de Armando en Ciudad de México le mandó, al igual que a sus compañeros, traer un interruptor a clase. Sin embargo, Armando no realizó la tarea como los demás chicos. Aprovechando que su padre trabajaba en una empresa de electrónica, él pensó en algo más sofisticado y construyó un circuito “flip-flop” que conectó a un transistor. Cuando el circuito estaba apagado, al tocar el transistor, éste se encendía, y cuando estaba encendido, al tocar el transistor, se apagaba. “Estaba muy orgulloso de mi circuito”, dice Armando. Sin embargo, cuando llegó a la escuela, una de sus conexiones se había soltado, y el circuito de Armando ya no funcionaba bien. Suspendieron a Armando, y a todo su grupo de escolares.Entonces le dijeron: ‘¿Por qué no puedes ir a la tienda y comprar un interruptor, como lo hacen las personas normales?'”. Por suerte, no les hizo caso.
Al año siguiente, en una clase introductoria de computación, le pidieron a Armando que escribiera un programa que enviara algunas líneas de texto a una impresora, pero él hizo otra cosa.Armando ideó un programa que hacía al usuario una serie de preguntas, cada una de las cuales se basaba en la respuesta al anterior.La respuesta a la pregunta final determinaba el texto que se enviaría a la impresora.
En definitiva, Armando no era como todos los demás, y siguió haciendo las cosas a su modo, con curiosidad, imaginación y creatividad, al igual que hicieron antes que él figuras como Richard Feynman.
Años más tarde, Armando se mudó con su familia a Texas, en EEUU. Los comienzos no fueron fáciles, su inglés no era suficientemente bueno, incluso fue rechazado en la Universidad. Por fortuna, Armando no se desanimó y siguió persiguiendo su objetivo: estudiar ciencias. Lo consiguió.
En la escuela de postgrado en Berkeley, Armando empezó a trabajar en algo llamado “síntesis de programas”, o generación automática de programas. El resultado fueun lenguaje llamado Sketch, que permite a los programadores describir la funcionalidad del programa en términos generales y completa automáticamente los detalles computacionales. En otras palabras, Armando creó una máquina que hacía el trabajo pesado, permitiendo a los programadores dedicarse a lo que él mismo había dedicado su vida: ser creativo.
El vídeo que les traigo hoy corresponde a la visita que realicé el año pasado al Profesor Armando Solar-Lezama, en uno de los lugares más alucinantes del mundo, el MIT.
Ésta es la historia del chico que cruzó la frontera. Y es la historia, también, del profesor del MIT que enseña a las máquinas a programar.
Fuente: huffingtonpost.es