Una reciente expedición arqueológica en la cueva de Tlayócoc, ubicada en la Sierra de Guerrero, México, descubre uno de los hallazgos más sorprendentes de los últimos años: una cámara oculta con ofrendas rituales intactas pertenecientes a una civilización extinta. El hallazgo fue confirmado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y podría cambiar lo que sabemos sobre los pueblos prehispánicos de la región.
La exploradora profesional Yekaterina Katiya Pavlova, acompañada del guía local Adrián Beltrán Dimas, se adentró en la cueva con el propósito de cartografiar zonas aún no documentadas. Tras recorrer los pasajes conocidos, Pavlova decide sumergirse en un conducto inexplorado, una decisión que descubre un espacio sellado durante siglos. Allí, sobre un conjunto de estalagmitas, se hallaban dos brazaletes de concha grabados, cuidadosamente dispuestos como si formaran parte de un antiguo ritual.
El hallazgo se registró oficialmente como parte de un proyecto del INAH y pronto atrajo a un equipo de arqueólogos que descendió a la cueva para realizar excavaciones detalladas. El resultado fue impactante: se descubre un conjunto de objetos que incluyen tres brazaletes completos, fragmentos de otro, una gran concha marina, trozos de madera carbonizada y ocho discos de piedra negra, dos de ellos en perfecto estado de conservación.
Cada pieza presenta grabados con símbolos geométricos, líneas en zigzag y rostros humanos, posiblemente vinculados a deidades o figuras mitológicas. Los investigadores creen que los objetos se depositaron como ofrendas rituales durante el Periodo Posclásico (950–1521 d.C.), momento en que la zona estaba habitada por el pueblo Tlacotepehua, una cultura prácticamente desaparecida según el informe oficial.
Descubre cómo las ofrendas revelan una conexión espiritual con la naturaleza
El equipo del INAH explica que el análisis contextual de los objetos descubre una profunda relación entre los antiguos habitantes y la naturaleza. Según el arqueólogo Miguel Pérez, el hallazgo “permite interpretar aspectos culturales, simbólicos y comerciales de las sociedades prehispánicas asentadas en la Sierra de Guerrero”.
Los arqueólogos también descubren que las estalagmitas fueron modificadas intencionalmente para obtener formas esféricas. Este detalle sugiere que la cueva fue preparada para ceremonias religiosas, posiblemente relacionadas con la fertilidad y la creación. El investigador Cuauhtémoc Reyes Álvarez añadió que los grabados en las pulseras “podrían estar asociados a la cosmogonía prehispánica sobre la creación y el vínculo entre la vida y la tierra”.
La forma en que los objetos fueron dispuestos dentro de la cámara descubre un ritual cuidadosamente estructurado. Las conchas y brazaletes se encontraban orientados hacia el este, mientras que los discos de piedra se hallaban en el extremo opuesto, un patrón que los arqueólogos interpretan como un simbolismo de equilibrio entre el mundo terrenal y el espiritual.
Los discos de piedra negra, similares a los espejos de pirita utilizados por los pueblos mesoamericanos, muestran un acabado pulido que refleja la luz de las antorchas. Este detalle descubre la posibilidad de que fueran empleados en rituales de adivinación o comunicación con los dioses. Algunos presentan restos de pigmentos rojos, posiblemente utilizados durante ceremonias vinculadas a la fertilidad o al tránsito de las almas.
Las conchas marinas también descubren una conexión entre los habitantes de la montaña y las regiones costeras. Los estudios químicos realizados por el INAH indican que las conchas proceden del litoral del Pacífico mexicano, a cientos de kilómetros de distancia, lo que demuestra la existencia de rutas comerciales y culturales muy avanzadas.
Los arqueólogos afirman que este tipo de descubrimientos no solo amplían el conocimiento sobre las antiguas culturas del sur de México, sino que también descubre cómo estos pueblos interpretaban su entorno. Las cuevas eran consideradas portales hacia el inframundo, lugares donde la tierra, el agua y la oscuridad se unían para representar la fertilidad y el renacimiento.
Fuente: diariodeavisos.elespanol.com
Deja una respuesta