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Una estrella le da la razón a Einstein un siglo después

A 26.000 años luz de la Tierra se encuentra Sagitario A, un agujero negro supermasivo, porque tiene una masa equivalente a cuatro millones de soles.

Los agujeros negros son objetos tan compactos que ni siquiera la luz puede escapar de su influencia gravitatoria y, precisamente, fue el estudio detallado de las órbitas de las estrellas cercanas lo que permitió conocer su masa.

Ahora, una de esas estrellas, conocida como S2, ha permitido estudiar en detalle la gravedad en entornos extremos y, de este modo, se ha podido confirmar la validez de la teoría de la relatividad de Einstein, más de cien años después de ser publicada.

Este estudio ha sido publicado en la revista “Science” y contado con la participación de investigadores del CSIC, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Teoría centenaria

Einstein, en su teoría de la relatividad, demostró que el tiempo y el espacio ( que hasta entones se habían considerado conceptos diferentes) formaban, en realidad, una entidad única.

De hecho, el llamado “espacio-tiempo” es el escenario en el que se desarrollan todos los eventos físicos del universo y se trata de un tejido maleable, que se curva en presencia de materia.

Esta curvatura es la causante de los efectos gravitatorios que rigen el movimiento de los cuerpos (tanto el de los planetas como el de los cúmulos de galaxias) y los agujeros negros supermasivos constituyen un entorno idóneo para verificar este efecto.

“Nuestras observaciones son consistentes con la teoría de la relatividad”, ha explicado Andrea Ghez, investigadora de la Universidad de California (Estados Unidos) y que encabeza esta nueva investigación.

Desafío pendiente

Sin embargo, la relatividad de Einstein no puede explicar completamente cómo es la gravedad dentro de un agujero negro. Por lo tanto, los científicos, en algún momento, tendrán que ir más allá, para poder formular una nueva teoría de la gravedad más completa para que pueda explicar también cómo funcionan estos entornos extremos.

Pero, de momento, los resultados de esta nueva investigación han sido posibles gracias a la estrella S2, que dibuja una elipse muy pronunciada en torno a Sagitario A y que, en el punto de máximo acercamiento, se sitúa a tan solo unas tres veces la distancia que existe entre el Sol y Plutón.

A esa distancia, y debido a la enorme fuerza de gravedad del agujero negro, la relatividad predice que los fotones (partículas de luz) deberían sufrir una pérdida de energía, lo que se conoce como desplazamiento al rojo gravitatorio. Y eso es, precisamente, lo que ha medido este equipo científico.

“Este resultado es un ejemplo claro del enorme potencial del centro de nuestra galaxia como laboratorio para resolver cuestiones de física fundamental”, ha asegurado finalmente Rainer Schödel, investigador del CSIC en el Instituto de Astrofísica de Andalucía y uno de los autores de esta nueva investigación, que ha utilizado los datos obtenidos por el telescopio Keck, situado en Hawai.

Fuente: cadenaser.com