Una bacteria sobrevive un año en el espacio exterior sin ninguna protección
Es excepcionalmente capaz de reparar el daño que sufre debido a la radiación espacial y a las enormes fluctuaciones de temperatura
Un microbio llamado Deinococcus radiodurans ha sobrevivido un año completo en el duro ambiente del espacio exterior en un compartimiento acoplado a la Estación Espacial Internacional
El nombre proviene del griego deinos que significa terrible, kokkos que significa grano o baya, radio que significa radiación y durare que significa sobrevivir o resistir. En un artículo de la NASA de los años 90 se le citaba como ‘Conan la Bacteria’.
El experimento se realizó en una especie de porche abierto al espacio exterior en el módulo japonés Kibo de la Estación Espacial. Está equipada con equipos robóticos para completar varios experimentos en las brutales condiciones del espacio exterior. Uno de estos experimentos fue exponer células de D. radiodurans durante un año y luego probar las células para ver si no solo sobrevivirían sino que podrían reproducirse de manera efectiva después. D. radiodurans demostró estar a la altura del desafío de la radiación espacial y las enormes fluctuaciones de temperatura, informa Universe Today.
La investigación, publicada en la revista Microbiome, detalla cómo estas formas de vida simples y unicelulares soportaron condiciones que matarían a un humano en segundos durante un año completo. Los autores observaron que en un entorno de alta radiación, el número de fragmentaciones de ácidos nucleicos (roturas en la cadena de ADN) que experimenta D. radiodurans no es diferente al de la conocida E. coli. En otras palabras, D. radiodurans no tiene ningún tipo de protección a prueba de radiación, como un chaleco de plomo microscópico del consultorio del dentista. En cambio, es excepcionalmente capaz de reparar el daño que sufre, haciéndolo 50 veces más resistente a la radiación ionizante que E. coli.
Junto con la reparación directa de su ADN, este microbio debe hacer frente a especies reactivas de oxígeno o producción de ROS. Las células utilizan interacciones proteicas complejas para encapsular ROS y desechos y desechos celulares asociados. Estas cápsulas, llamadas vesículas, están hechas de la membrana celular y se pueden ver salpicando el exterior de las células traídas de la exposición a la EEI. En comparación con las células de control de la Tierra, los astronautas bacterianos están cubiertos de lunares de supervivencia. Parece que la bacteria tiene una bolsa completa y multifacética de trucos a su disposición cuando se trata de lidiar con el estrés de la exposición al espacio exterior.
La investigación también es de vital importancia para la esterilización eficaz de los programas espaciales futuros. Si un mundo extraterrestre como Europa o Encelado contiene vida, ninguna sonda de exploración terrestre no debe contaminar el medio ambiente.
Otra razón de peso para estudiar la viabilidad de extremófilos como D. radiodurans es probar la viabilidad de la teoría de la panspermia. La panspermia es la idea de que las formas de vida resistentes pueden sobrevivir dentro de las rocas u otro material expulsado de un planeta (por ejemplo, de un meteoro que impacta con Marte) y luego sobrevivir al aterrizar en otro planeta (como la Tierra).
Fuente: elcomercio.pe