Un científico mexicano es cazador, domador y domesticador de microbios
El biotecnólogo relató la historia de cómo halló y empleó bacterias para contrarrestar un hongo que prolifera en frutos, realizó la investigación e innovación para crear un exitoso biofungicida
Esta es una de las historias más exitosas de la biotecnología agrícola del México contemporáneo y comenzó con un joven de 12 años recién egresado de la secundaria, fascinado por Louis Pasteur y otros “cazadores de microbios”. Enrique Galindo Fentanes es conocido y reconocido por haber concebido una idea, que derivó en una investigación, la cual se cristalizó a su vez mediante un biofungicida, que ahora productores de todo el país pueden utilizar.
El investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM compartió esta historia con jóvenes de bachillerato cercanos a la edad que tuvo cuando leyó “Cazadores de microbios”, de Paul de Kruif. Es la historia de su cacería, pero también de la domesticación de estos microorganismos, relata.
Durante su videoconferencia “Aprovechando las enemistades entre microbios para producir alimentos más sanos”, como parte del ciclo de Charlas con Premios Nacionales, Enrique Galindo narró la creación de FungiFree, biofungicida que ha permitido a más productores nacionales exportar sus productos a diferentes partes del mundo: en Europa, Japón y otros países donde el mango es un manjar inviable de producir, deben de estar agradecidos.
En la plática –coordinada por el programa Leamos la Ciencia para Todos, del Fondo de Cultura Económica–, el biotecnólogo recordó que en la naturaleza difícilmente existe lo que llamamos “plaga”, puesto que hay un equilibrio de especies en el ecosistema: la proliferación de una especie es controlada por sus depredadores naturales, ya sean microorganismos o grandes mamíferos.
No obstante, añadió, ese tipo de balance se rompe ante la actividad humana que busca una gran productividad agrícola –pero que también puede tener como origen la introducción de especies invasoras o el deterioro ambiental–, donde las plagas se reproducen con mayor facilidad ante la abundancia de alimento.
No tóxicos
El fundamento de este balance es lo que especialistas llaman “control biológico” y es el concepto base de la investigación de Galindo: emplear organismos antagonistas de las plagas y emular a la naturaleza de forma ingenieril no convencional. Las ventajas por encima de los pesticidas químicos son insuperables, puesto que, al no ser tóxicos, otorgan mayor seguridad al agricultor, consumidor y medio ambiente.
Las plagas, refirió, pueden ser la causa de hasta el 50 por ciento de la pérdida de las cosechas en países en desarrollo, como el nuestro, por ello, la proliferación de pesticidas químicos ha sido casi inevitable. En ese sentido, es que los biopesticidas son una herramienta para dejarlos atrás.
Enrique Galindo tiene una amplia trayectoria en ingeniería y tecnología de fermentaciones y cultivo celular, las cuales puso en práctica para atender un problema muy puntual, la enfermedad de mangos por hongos patógenos, llamada antracnosis, que afecta a numerosos frutos también.
Mangos saludables
El científico explica que el hongo provoca las manchas negras que vemos en la cáscara de estos frutos, que sin embargo no permean la pulpa y aún así no generan enfermedad en humanos.
No obstante, una mancha es suficiente para que no sea susceptible de exportar y, debido a que el mercado internacional tampoco acepta productos con agroquímicos tóxicos convencionales, los productores se encontraban en un callejón sin salida (internacional). Tan sólo en Sinaloa, la antracnosis afecta hasta el 60 por ciento de los mangos petacones que se cosechan.
Cacería
Para resolver el problema, Galindo hizo cacería de microbios: él y su equipo de investigación y colegas tomaron muestras (cientos) de plantas con poca infección, hasta obtener las mejores bacterias (Bacilus) que contrarrestaban mejor el hongo; realizaron cultivos in vitro, ensayaron los mecanismos de antagonismo de microorganismos, los crecieron en invernadero y utilizaron finalmente a dos a nivel industrial.
El proceso para generar un producto que se pudiera comercializar tardó 12 años, relató, y consistió desde la creación de una empresa (originalmente no encontraron interesados para hacer la transferencia), y la obtención de permisos de eficacia (Sader) e inocuidad (Cofepris).
Comprobaron que la biotecnología era efectiva hasta en un 81 por ciento, por encima del promedio comercial, 27 por ciento, en la obtención de productos sanos y que tenía una larga vida de anaquel, hasta cuatro años. “En teoría, demostramos que podemos incrementar la exportación hasta un 300%”.
Posteriormente, el científico, su investigación y equipo del Instituto de Biotecnología de la UNAM fueron reconocidos por la innovación y entre los muchos para Galindo se encuentra el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Innovación, Tecnología y Diseño (2015). Ahora el producto ha probado su efectividad en numerosos frutos más y contra otras variedades de hongos.
Simbólicos 12 años
Coincidentemente, Enrique Galindo tenía la edad de 12 años cuando leyó “Cazadores de microbios”, mismo periodo de tiempo en el que logró gestar una idea que alcanzó un producto en el mercado (2000-2012), el FungiFree.
“Después de haber leído el libro me dije que quería ser cazador de microbios”, relató el académico. El resultado tiempo después, le permitió materializar que “tus sueños se pueden hacer realidad. Yo cumplí el mío, de ser un cazador de microbios, pero además los domestiqué y puse en el mercado para que sirvan para combatir la antracnosis y las enfermedades ocasionadas por hongos en diferentes cultivos”.
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