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Sueño y memoria: por qué dormir fortalece los recuerdos, según la ciencia

El descanso nocturno e incluso una siesta breve después del estudio, facilita fijar la información y reduce la interferencia y el olvido, según diversos estudios. Cómo potenciar el enriquecimiento de las redes neuronales

El conocimiento científico sobre la función del sueño en la consolidación de la memoria ha evolucionado de manera decisiva. De ser considerado un simple recurso pasivo que protege los recuerdos, ahora se reconoce el papel activo del sueño en la reorganización y fortalecimiento de la memoria, con mecanismos cerebrales específicos y funciones diferenciadas según la fase del sueño, como han señalado Björn Rasch y Jan Born en Physiological Reviews.

Fases de la consolidación, etapas del sueño y funciones adaptativas

La consolidación de la memoria incluye la codificación, la consolidación y la recuperación. Mientras la vigilia permite registrar y evocar información, el sueño, por su desconexión relativa de los estímulos externos, brinda un entorno óptimo para que los recuerdos nuevos, inicialmente frágiles, se estabilicen e integren en redes previas.

En mamíferos, el sueño alterna entre dos estados principales: sueño de ondas lentas (SWS) y el sueño REM. El SWS, dominante en la primera parte de la noche, se relaciona con oscilaciones cerebrales lentas y profundas, mientras que el REM, relacionado con el sueño profundo, muestra actividad rápida y está vinculado a movimientos oculares y perdida muscular del tono.

Las propuestas sobre la función adaptativa del sueño son varias, pero la evidencia más consistente resalta su impacto en la plasticidad sináptica y la consolidación de la memoria. La privación de sueño afecta severamente la cognición y las emociones, llegando a provocar daños orgánicos.

Arquitectura de la memoria y el rol del sueño REM

Se distinguen dos sistemas principales de memoria: la declarativa (recuerdos episódicos/semánticos) relacionada con el hipocampo, y la no declarativa (habilidades y aprendizaje implícito). La consolidación implica la transferencia y reorganización de recuerdos desde el hipocampo hacia la neocorteza, logrando que la incorporación de nueva información no desplace a la antigua.

Dormir después de aprender reduce el olvido y protege ante interferencias. Estudios clásicos demuestran que descansar poco después del aprendizaje, incluso una siesta breve, mejora la retención más que permanecer despierto. El sueño REM, especialmente tras tareas complejas, facilita la consolidación de habilidades y matiza la carga emocional de los recuerdos; su carencia puede perjudicar tareas procedimentales.

Fases del sueño y su relación con los sistemas de memoria

Diferentes fases del sueño apoyan diferentes formas de memoria: mientras que el SWS favorece la declarativa, el REM favorece la no declarativa y la emocional. Durante el SWS, el cerebro reactiva y transfiere información del hipocampo a la neocorteza, proceso reforzado por oscilaciones lentas y husos de sueño. Esta consolidación es selectiva: influyen la relevancia futura, la carga emocional y la importancia conferida al recuerdo.

El sueño, en especial el SWS, también potencia la respuesta inmune y la formación de memoria antigénica tras una vacunación. En el desarrollo, los niños y adolescentes, con mayor proporción de SWS, muestran mayor beneficio en la consolidación del aprendizaje, mientras en la vejez la disminución de esta fase se asocia con dificultades de memoria.

La evidencia confirma que el sueño, y en particular el SWS, es un estado cerebral privilegiado para la consolidación activa y selectiva de recuerdos, esencial tanto para el cerebro como para el sistema inmune. El proceso depende de la reactivación y reorganización de memorias, modulado por diversos mecanismos cerebrales y hormonales a lo largo de la vida.

Fuente: infobae.com

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