Redescubriendo una cigarra extinta 100 años después

Miles de millones de cigarras inundarán pronto el este de EU Pero sus homólogas occidentales son relativamente menos conocidas, con una especie descrita como “el santo grial de los redescubrimientos de cigarras occidentales”

Cuando en 1915 se vio por última vez a la llamativa cigarra de color rojo carmesí conocida científicamente como Okanagana arctostaphylae, la Primera Guerra Mundial entraba en su segundo año y la Cámara de Representantes de Estados Unidos acababa de rechazar una propuesta que permitía votar a las mujeres.

Sería más de un siglo después, en 2020, cuando Lucinda Collings Parker se topó con una en su jardín de las estribaciones de Sierra Nevada, en California (Estados Unidos). Al ver un insecto que no reconocía, hizo una foto y la subió al foro de ciencia ciudadana iNaturalist.

En menos tiempo del que se tarda en cocinar y cenar, su observación ya había sido vista por Will Chatfield-Taylor, entomólogo que estudió en la Universidad de Kansas, quien la remitió a un grupo de expertos en cigarras. Jeff Cole, investigador asociado del Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles, y Elliott Smeds, investigador asociado de la Academia de Ciencias de California, coincidieron en que la cigarra de Parker era O. arctostaphylae, el santo grial de los redescubrimientos de cigarras occidentales.

Esta primavera, desde Oklahoma hasta Virginia, miles de millones de cigarras perturbarán los partidos de béisbol y las bodas, creando un espectáculo increíble y un coro sobrecogedor. Pero para vivir un misterio entomológico, algunos investigadores vuelven sus ojos al Oeste.

Hay muchas más especies de cigarras al oeste de las montañas Rocosas que al este, y estas especies occidentales son comparativamente poco conocidas. Algunas especies llevaban generaciones sin ser registradas. La Okanagana arctostaphylae es una de ellas.

En busca de una especie perdida

En los días posteriores a la observación de Parker, Smeds condujo durante horas por las laderas occidentales de Sierra Nevada, en California, con las ventanillas bajadas, escuchando el canto de las cigarras. Tenía una idea de cómo podrían sonar basándose en especies afines.

La estrategia dio resultado, pero la primera vez que Smeds las rastreó, sólo pudo escuchar el “zzzzzzzzZZZZzzzzzztttt” de su canto, que emanaba de un acantilado inaccesible a seis metros de altura. Al día siguiente, las encontró llamando detrás de una verja cerrada. Tuvo suerte y conoció al propietario, quien, aunque algo desconcertado, permitió a Smeds perseguir cigarras en su propiedad.

No pasó mucho tiempo hasta que Smeds las vio: insectos rojos de 3,8 cm de largo, de coloración y aspecto espectaculares. Destacarían si no se posaran en los tallos igualmente rojos de sus plantas huésped, los arbustos de manzanita. Varias semanas después de su reaparición, las cigarras volvieron a desaparecer. Pero ahora los científicos sabían dónde y cuándo buscarlas; se volvieron a encontrar en 2023.

Una búsqueda diligente y varias observaciones más afortunadas de iNaturalist revelaron que las cigarras se encontraban en una franja más amplia de lo esperado de las estribaciones de la Sierra occidental de California. La extensión entre las observaciones más septentrionales y las más meridionales abarcaba 200 kilómetros, una distancia superior a la que hay entre Madrid y Ciudad Real. Pudieron eludir la detección durante un siglo porque pasan años bajo tierra. Cuando los adultos emergen, lo hacen bajo un calor sofocante y en medio de una densa vegetación.

“Las cigarras son básicamente pulgones crecidos”, ríe Cole.

Como los pulgones y otros “bichos de verdad”, las cigarras tienen una “pajita” que clavan en las plantas para chupar una dieta líquida de savia. Esta estrategia les ha dado buenos resultados; en todo el mundo hay más de 3000 especies de cigarras.

También se caracterizan por tener un ciclo vital dividido en dos partes. Las cigarras pasan la mayor parte de su vida bajo tierra como ninfas, chupando los jugos de las raíces. Al cabo de uno a 17 años, según la especie, salen de la tierra y mudan, transformándose de una criatura subterránea con forma de judía marrón a un adulto alado que forma a engrosar las filas de los insectos más ruidosos del mundo.

A diferencia de sus congéneres orientales, cuya aparición puede predecirse con décadas de antelación, el ciclo vital de las cigarras occidentales sigue siendo un misterio. ¿Cuál es su área de distribución? ¿Cuándo emergen y durante cuánto tiempo? Muchas especies tienen ciclos vitales “protoperiódicos”, lo que significa que unas pocas emergen cada año, pero algunos años hay emergencias mucho mayores, aunque menores en contraste con las cigarras periódicas del este.

Averiguar exactamente qué desencadena la aparición de cigarras protoperiódicas en el oeste de Estados Unidos sigue siendo una pregunta sin respuesta, pero la lluvia es una parte clave del rompecabezas. De las especies estudiadas, las grandes surgencias de cigarras protoperiódicas se produjeron sólo después de que cayera un cierto umbral de lluvia durante varios años.

La ciencia ciudadana, clave una vez más

Sólo en California hay unas 80 especies de cigarras reconocidas y, sin embargo, sólo hay un puñado de entomólogos centrados en las cigarras occidentales. Las cigarras se han estudiado relativamente poco porque sus largos ciclos de vida y sus apariciones esporádicas son difíciles de estudiar para los académicos. Los científicos rara vez pueden esperar años a que los sujetos de estudio aparezcan en la superficie, y no pueden estar en todas partes a la vez.

Los usuarios de iNaturalist sacan una foto de una planta o un animal, y la foto es inmediatamente visible para una comunidad de naturalistas y expertos que pueden confirmar o corregir una identificación.

“Supongo que una situación similar se ha dado cientos de veces a lo largo del siglo pasado: alguien encuentra un bicho rojo cuando estaba en las estribaciones de la montaña y, gracias a iNaturalist, es la primera vez que alguien se entera”, sugiere Smeds.

Los usuarios de iNaturalist generan decenas de miles de observaciones diarias. Nunca antes los investigadores de criaturas raras habían tenido tantos ojos bien abiertos, escudriñando grietas y matorrales y subiendo a Internet sus hallazgos en tiempo real. En lo que respecta a las cigarras, más de 8500 usuarios realizaron casi 17 000 registros en el oeste de EE. UU. en febrero de 2024. De repente, el puñado de científicos especializados en cigarras tiene ojos en todas partes.

Esto cambia las reglas del juego de la investigación sobre las cigarras. “Antes de iNaturalist, no había forma de saber dónde y cuándo salían. Había que tener un gran depósito de gasolina y algo de suerte”, recuerda Cole.

Chatfield-Taylor a veces envía mensajes a los usuarios que han registrado cigarras raras, pidiéndoles que recojan y le envíen un espécimen, lo que le permite analizar su parentesco con otras especies cercanas y cuántas podrían vivir en el Oeste.

A pesar de todos los nuevos registros, algunas especies siguen eludiendo la detección.

Chatfield-Taylor habla con nostalgia de una cigarra del valle de Yakima, en Washington, que no se ha vuelto a ver desde su descripción en los años treinta.

“Quizá se haya extinguido”, dice, o quizá aparezca en iNaturalist este año.

Gracias al crowdsourcing de información y especímenes de iNaturalist, los investigadores de las cigarras han conseguido más especies antes de lo que hubieran creído posible.

Estos registros no sólo sirven para redescubrir especies. Fue mediante este foro que Cole, Chatfield-Taylor y Smeds pudieron determinar que varias especies de cigarra occidental no eran especies en absoluto, sino variantes geográficas de otras especies más extendidas.

Chatfield-Taylor quiere recordar a los científicos de la comunidad: “Cuando se trate de cigarras occidentales, mantened los ojos bien abiertos; puede que encontréis algo que os sorprenda”. Y de paso, su hallazgo podría sorprender también a los entomólogos.

Fuente: 20minutos.es