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¿Qué ocurre en el cerebro cuando nos falla la memoria?

La mayoría de la gente cree que la memoria es una fiel, aunque incompleta, grabación del pasado –una especie de almacén multimedia donde guardamos las experiencias–. Sin embargo, los psicólogos, los neurólogos y los abogados saben mejor cómo funciona la memoria. Por ejemplo, ahora sabemos que los testimonios de los testigos son muy poco fiables. Esto se debe a que la memoria no funciona solamente recuperando información almacenada. Nuestras mentes normalmente construyen los recuerdos utilizando una mezcla de experiencias recordadas y conocimiento sobre el mundo. Sin embargo, nuestros recuerdos pueden ser alterados por nuevas experiencias que terminan enredando el pasado con el presente.

Confundir los recuerdos puede tener consecuencias nefastas, lo que ha llevado a psicólogos a tratar de descubrir qué causas explican los recuerdos defectuosos y un nuevo estudio acaba de encontrar un lugar clave en el cerebro cuyo funcionamiento ayuda a explicar tanto los fundamentos de la memoria como la razón por la que confundimos los recuerdos. La investigación se basa en el efecto DRM –una forma de inducir recuerdos falsos que fue descubierta hace décadas–. Este nombre combina las iniciales de tres investigadores: James Deese describió por primera vez la ilusión psicológica en 1959, pero no fue hasta 1995 que Henry Roediger y Kathleen McDermott la vincularon a los falsos recuerdos y a partir de entonces fue ampliamente utilizada en experimentos psicológicos. Durante este experimento los participantes reciben una lista de palabras, como “nieve”, “hielo”, “invierno” y “caliente”, que están relacionadas con otra palabra “señuelo” (en este caso “frío”) que nunca está incluida en la lista. Tras un cierto tiempo, los participantes deben recordar tantas palabras de la lista como les sea posible y la gente frecuentemente dice recordar claramente la palabra señuelo.

Unas listas producen este efecto de manera más fiable que otras, pero el efecto es notablemente consistente en las personas. “Estos resultados indican que nuestros recuerdos no se basan en lo que sucedió exactamente. Hay algo que ocurre que es más como una aproximación, a menudo referido como recuerdo esencial”, dice el neurocientífico cognitivo Martin Chadwick, quien trabaja para el University College de Londres y para Google DeepMind, la compañía de inteligencia artificial. “En lugar de codificar cada palabra, usted está construyendo un concepto general que se almacena en la memoria”. Chadwick y sus colegas publicaron un estudio el mes pasado en Proceedings of the National Academy of Sciences, que, por primera vez, revela dónde y cómo se representa la similitud conceptual en el cerebro y por qué esto produce el efecto DRM, desarrollando la idea de que el conocimiento conceptual tiene una base neuronal. El equipo cree que si logran una mejor comprensión de cómo la mente humana procesa la información conceptual, podría ayudarles a desarrollar un software inteligente que podría adaptar conocimientos que el programa ya tiene a nuevas situaciones.

Los investigadores están de acuerdo en que el efecto es influenciado por el grado de relación entre los significados de las palabras (semántica), pero muchos también sospechan que los recuerdos falsos reflejan cómo nuestra mente organiza los conocimientos. Los seres humanos tienen un gran almacén de conceptos y estamos excepcionalmente capacitados para usar esos conceptos haciendo generalizaciones que nos permiten encontrar soluciones a las nuevas situaciones y problemas. “Los estudios de falsos recuerdos nos muestran que nuestra memoria es siempre una mezcla de nuestros conocimientos sobre el mundo en general, junto a lo que logramos retener acerca de una reciente experiencia. Eso es un proceso adaptativo porque en general usamos nuestra memoria para hacer frente a nuevas situaciones”, dice Tim Rogers, un neuropsicólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison. “Un recuerdo es siempre una reconstrucción de esas dos fuentes, lo que nos permite hacer una inferencia razonable acerca de lo que probablemente haya sucedido que es casi siempre útil y solo en algunas ocasiones nos fallará, como muestran estos experimentos”.

Los estudios de imagen cerebral muestran que numerosas regiones del cerebro juegan un papel en la memoria semántica. Parece que diferentes propiedades son almacenadas en diferentes áreas. Las formas, colores y movimientos distintivos de cosas se almacenan en la corteza visual; los sonidos –sean estos palabras o el ruido que hace una rama al caer–, se almacenan en la corteza auditiva. Nuestro conocimiento acerca de la forma de interactuar con los objetos –saber cómo empujar una silla debajo de un escritorio–, se almacena en la corteza motora. La distribución del conocimiento sobre el mundo por todo el cerebro de esta manera, sin embargo, no nos permitiría inferir la relación entre, por ejemplo, un avestruz y un colibrí. Estos no son parecidos físicamente, y no se mueven de forma similar, ni emiten sonidos parecidos y, sin embargo, sabemos que son lo “mismo” a un cierto nivel.

Este alto nivel de abstracción, tan importante para la cognición humana, puede, según algunos investigadores, depender de un “centro de operaciones” con conexiones a diferentes áreas de una red distribuida por todo el cerebro. “El centro es importante porque puede observar todo a la vez, puede encontrar propiedades que cambian conjuntamente”, dice Rogers. “Al hacer esto, creemos que aprende representaciones para expresar el grado en que diferentes cosas son similares por estar dentro de una misma clase, en lugar de parecerse físicamente o emitir sonidos similares”. Rogers y otros han argumentado este centro se encuentra en el lóbulo temporal anterior del cerebro (ATL, por sus siglas en inglés). Como prueba, señalan que pacientes con demencia semántica, una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente el ATL, tienen problemas para recordar y comprender palabras, mientras que otras funciones no son afectadas.

Las explicaciones para el efecto DRM a menudo se basan en la hipótesis de que los significados similares pero no idénticos están representados por patrones similares de actividad en el cerebro y dicha actividad de superposición conduce a falsos recuerdos. Pero en realidad nadie había podido confirmar esta idea estableciendo claramente cómo funciona la actividad cerebral. Eso es lo que Chadwick y sus colegas se dispusieron a hacer. Para ello escanearon los cerebros de 18 voluntarios que vieron 40 listas de cinco palabras (un listado de cuatro palabras y un señuelo). Utilizaron las mismas listas de palabras que un estudio realizado en 2001 por Roediger y McDermott, entre otros. Ese estudio también permitió estimar la probabilidad de que cada lista genere falsos recuerdos. El equipo de Chadwick luego examinó las escaneos en busca de regiones en las que hubiera similitud entre la respuesta a la palabra señuelo y el promedio de respuestas a las palabras de la lista, para así predecir las posibilidades de que la lista generase falsos recuerdos. Encontraron solo un área, la parte más anterior (frontal) del ATL, llamada ‘polo temporal’. Esto sugiere fuertemente que todo el mundo experimenta actividad cerebral relacionada con falsos recuerdos –de hecho, los escáneres de este nuevo estudio predijeron con éxito los resultados de comportamiento del estudio hecho 15 años atrás–.

Los investigadores encontraron que los errores de memoria de cada uno de los participantes estaban precedidos por patrones específicos de actividad de superposición, lo que sugiere que parte del conocimiento semántico es específico a cada persona. “Con todo esto demostramos que en esta región tenemos un código para el conocimiento semántico que está basado en la similitud, el cual es mayormente compartido”, dice Chadwick. “Pero además de eso, cada uno de nosotros tiene ligeras variaciones en algunas representaciones, lo que da lugar a diferencias en los errores que cometemos en cuanto a los recuerdos falsos”.

La mayor parte del conocimiento semántico tiene que ser compartida para que nos podamos comunicar y este estudio se suma a un creciente cuerpo de investigación que sugiere que tenemos una estructura mental en nuestro lóbulo temporal que otros animales probablemente no tengan, lo que nos aporta capacidades conceptuales únicas. Pero también muestra que diferencias sutiles en el aprendizaje y la experiencia producen diferencias en cada uno de nosotros, diferencias que son lo suficientemente fuertes para aparecer en escáneres cerebrales. “Es un gran ejemplo de la convergencia de lo innato y lo adquirido”, dice Rogers. “Todos compartimos un mapa genético común que nos ayuda a conectar nuestros cerebros cuando somos niños, pero cambiamos de acuerdo a la naturaleza de nuestras experiencias, y eso va a producir similitudes de grosso modo que son compartidas por todo el mundo, además de diferencias de grano fino, dependiendo de las experiencias”.

El equipo también mostró que cuánto más similares eran las listas a las palabras señuelos, los participantes recordaban más palabras correctamente. Este hallazgo indica que hay una razón por la cual la memoria semántica se organiza cómo se organiza. Además de permitirnos ver fácilmente las relaciones entre las palabras y los conceptos, esta estrategia organizacional mejora el rendimiento de la memoria. Los falsos recuerdos pueden ser simplemente el precio que pagamos. “No deberíamos de verlo como algo negativo”, dice Chadwick. “Crear esta esencia del recuerdo es muy útil para recuperar recuerdos verdaderos –y en la mayoría de las situaciones funciona bien, pero a veces genera un recuerdo falso–”.

El trabajo es relevante para el objetivo a largo plazo de DeepMind: desarrollar máquinas inteligentes. “Este es el primer paso en una línea de investigación que esperamos nos diga más sobre la manera de aprender, almacenar y representar el conocimiento semántico –y lo más importante, cómo se utiliza este conocimiento para resolver problemas nuevos–”, dice Chadwick. “Ese es exactamente el tipo de problema que a los algoritmos actuales les cuesta mucho resolver”. También tiene implicaciones para los problemas que se presentan en la intersección entre la psicología y la ley, al igual que para los recuerdos falsos en los testimonios. “Entender qué mecanismos hacen que las personas estén seguras de falsos recuerdos podría ser importante para resolver ese tipo de problemas legales”, dice Rogers. “Saber realmente cómo se representan los conceptos y el grado en el que la superposición puede causar recuerdos falsos, podría llevar a diseñar formas de interrogación para evitar este tipo de trampas cognitivas”.

Fuente: Scientific American

 

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