Primera documentación in situ de un diente de megalodón fosilizado en las profundidades marinas

Un pequeño equipo de oceanógrafos afiliados a varias instituciones de EE.UU., en colaboración con un zoólogo de la SNSB-Colección Estatal de Zoología de Baviera, en Alemania, ha documentado el primer descubrimiento in situ de un diente de megalodón fosilizado en las profundidades del mar. En su artículo, publicado en la revista Historical Biology , el grupo describe cómo descubrieron el antiguo tiburón y qué reveló su estudio sobre su condición.

Investigaciones anteriores han demostrado que los megalodones eran una especie extinta de tiburón caballa gigante que vivió hace 3,6 a 23 millones de años; se cree que los miembros de su especie estuvieron entre los depredadores más grandes y poderosos que jamás hayan existido.

Sin embargo, se ha encontrado muy poca evidencia del tiburón; la mayoría en forma de dientes fosilizados. Estos dientes se han encontrado en diversos lugares, incluidas playas arenosas y huesos de ballena fosilizados. Pero hasta ahora, nunca se ha encontrado ningún diente de megalodón en el lugar donde se asentó originalmente después de salir de la boca de su dueño.

Los investigadores encontraron el diente por accidente. Estaban en un barco frente a la costa del atolón Johnson, en el Océano Pacífico, inspeccionando el fondo del océano utilizando un robot submarino controlado remotamente, cuando vieron el diente que sobresalía casi verticalmente de la arena. Después de tomar fotografías y grabar videos del diente, hicieron que su robot lo extrajera. Más tarde, después de estudiar el diente en su laboratorio, descubrieron que estaba en condiciones casi perfectas, en particular su borde dentado.

El equipo de investigación sugiere que el diente pudo permanecer en su posición original debido a su ubicación en el fondo del mar, una parte del océano donde las fuertes corrientes impiden la acumulación de sedimentos. En este caso, también evitó que los sedimentos desgastaran las características del diente. Claramente no había sido sacudido ni caído: había permanecido firmemente en el lugar donde cayó originalmente. Señalan que el diente no era de un tiburón particularmente grande; Medía sólo entre 63 y 68 milímetros de largo, pero su ubicación podría ayudar a los científicos oceánicos a aprender más sobre estas antiguas criaturas marinas.

Fuente: phys.org