¿Por qué las hormigas no mueren cuando caen desde muy alto, a diferencia del ser humano?

Salvo por el caso de la azafata yugoslava Vesna Vulovic, quien milagrosamente sobrevivió en 1972 tras caer sin paracaídas desde más de diez mil metros de altura, los seres humanos y la mayoría de los animales grandes mueren en caídas desde grandes alturas.

La gravedad hace que un objeto que cae al vacío tenga una aceleración constante de 9,81 m/seg2, en decir, un objeto cae 35,32 Km/h más rápido que el segundo anterior, detalla el portal español ABC. Pero la velocidad puede variar mucho dependiendo del tamaño, el peso y la forma del objeto.

Para explicar esto se toma en cuenta la velocidad terminal, una situación con la que se describe la velocidad máxima constante que puede alcanzar un objeto que cae antes de que no pueda acelerar más. Sucede cuando la resistencia del aire que empuja a la materia hacia arriba se vuelve igual a la fuerza de gravedad que tira del objeto hacia abajo.

La velocidad terminal de un ser humano es de doscientos kilómetros a la hora. Sin embargo, una hormiga es tan liviana que si se lanza desde lo alto de un rascacielos y alcanza su velocidad terminal, solo viajaría a 6 Km/h, debido a su tamaño y peso. La resistencia del aire que actúa contra la hormiga es tan fuerte que la gravedad no puede empujarlo físicamente hacia la tierra más rápido.

Debido a la lentitud y al fuerte exoesqueleto de la hormiga que la prepara para el impacto, no sufre ningún daño por caída a cualquier altura y el impacto habría sido el mismo que si hubiera caído unos centímetros.

Hay varios otros animales -como los ratones, por ejemplo- que tienen una velocidad terminal que no causará ningún daño duradero.

Fuente: eluniverso.com