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No todos los tsunamis se forman por terremotos y hay una explicación para ello

Los tsunamis son uno de los fenómenos naturales más temidos en el mundo, pero no todas sus formaciones son destructivas y tienen una explicación científica.

Después del tsunami en el océano Índico en 2004 y el de Japón en 2011, que causó un accidente nuclear en Fukushima, estos fenómenos marinos se volvieron muy temidos en todas las zonas costeras.

Otros tsunamis recientes, pero con menor cobertura mediática, fueron los de Indonesia en 2018, uno de ellos ocasionado por la erupción de un volcán.

Los tsunamis también son conocidos como maremotos, esto significa que para que ocurra debe haber un terremoto en el mar. También se pueden originar por erupciones volcánicas o la caída de un meteorito, pero la primera es la causa más común.

Al igual que los sismos terrestres, los maremotos son ocasionados por fallas en la corteza de la Tierra. Estas son fracturas que acumulan tensión y la liberan causando un terremoto.

La diferencia entre un sismo y un tsunami radica en que, para que el fenómeno marino ocurra, una placa se debe mover de manera vertical y otra horizontal. En tierra no importa el tipo de movimiento para ocasionar el terremoto.

Basta con que una porción de corteza se mueva algunos centímetros de manera vertical debajo del mar para formar una especie de escalón con otra placa y el choque genere ondas que se propaguen hacia la superficie y formen el tsunami.

Un tsunami en mar abierto es inofensivo porque tiene mucho espacio para moverse en cualquier dirección y no causarán olas de gran tamaño.

La desventaja de este fenómeno es que las olas se mueven muy rápido y pueden llegar a la costa en pocas horas, es entonces cuando genera caos.

La velocidad de propagación de un tsunami se calcula con la raíz cuadrada de la profundidad del mar multiplicada por la fuerza de gravedad y es el único factor del que depende para moverse.

Si la profundidad del mar es de 4 o 5 kilómetros, la medida más común, entonces la velocidad de la ola podría alcanzar hasta 700 km/h.

La velocidad de los tsunamis disminuye conforme se acercan a la costa porque hay menos profundidad; sin embargo, la ley de conservación de la energía ocasiona que la altura de la ola se dispare.

Existen dos formas en que un tsunami puede atacar la superficie y depende de la pendiente de la ola, así como la profundidad del lugar. Si la costa tiene una pendiente muy suave, solo se ocasiona una marea alta y el nivel aumenta en menos de 10 minutos.

Si la pendiente es muy grande, entonces el tsunami crea una ‘pared de agua’ acumulada al frenarse y forma un ángulo de 45º con el suelo. Este es el caso de tsunamis más destructivos, pero es poco común.

Los tsunamis, como los sismos, no se pueden predecir, pero al formarse en mar abierto, hay tiempo suficiente para emitir una alerta y proteger a quienes estén cerca de la costa, en caso de que llegue como una ola destructiva.

El Océano Pacífico es la zona más común para que ocurran tsunamis porque se encuentra dentro del llamado cinturón de fuego, la zona de sismos más activa del planeta. Las costas del Pacífico son los únicos lugares del mundo con sistemas de alerta eficaces.

Fuente: vix.com