Mutación genética hace que los pelirrojos perciban el ambiente de forma distinta

En Holanda tienen un día conmemorativo y en Melbourne, una marcha del Orgullo. Y no es para menos. La probabilidad de nacer pelirrojo es marcadamente baja: las personas con ese color natural de pelo no superan el 2% de la población mundial. A pesar de que algunas teorías erróneas han anunciado su extinción por el cambio climático, quienes tienen cabello anaranjado, pecas y piel clara pueden tener motivos para reivindicar la variación genética que les hace únicos.

Aunque en el pasado lucir un pelo parecido al fuego suscitaba prejuicios religiosos, al relacionarlo con el pecado y el diablo, hoy los pelirrojos pueden explicar el origen de sus excepcionales rasgos gracias a la ciencia. En el año 2000, se identificó la mutación del gen receptor de melanocortina 1 (MC1R), responsable de que algunas personas tengan el pelo anaranjado. Aquí la explicación: solo cuatro o cinco variantes de este gen impiden producir la eumelanina —que es la forma más común de la melanina y da el color marrón al pelo— a favor de promover la producción de feomelanina, que aporta el tono rojo.

“El color es un efecto secundario de una variación genética que permite interaccionar con el ambiente. Por ejemplo, se asocia a la síntesis de melanina, el pigmento que determina el color del pelo y de la piel. Físicamente vemos una de las pocas diferencias genéticas que hay, y resulta curioso ver sus implicaciones en cómo perciben estas personas el ambiente”, explica el biólogo David de Lorenzo, director del área de genómica personal de Nimgenetics.

Su piel está menos protegida, pero producen más vitamina D

Una de las principales características de la población pelirroja es su mayor capacidad para sintetizar vitamina D, fundamental en la formación de los huesos, explica la bióloga doctora en Genética y editora de la revista Genética Médica News, Amparo Tolosa: “El déficit de vitamina D se relaciona con mayor riesgo de enfermedades como la osteoporosis o el raquitismo, la depresión y las enfermedades cardiacas. Las personas pelirrojas, al igual que el resto de personas con piel más clara, tienen menor capacidad protectora de su piel por parte de la melanina y reciben una mayor dosis de radiación UV. Para una misma exposición al sol, producen más vitamina D que las personas de piel más oscura y, por lo tanto, necesitan un menor tiempo de exposición”.

Esta diferencia podría explicar que sea en el norte de Europa —en países como Irlanda, Reino Unido, Holanda, el norte de Alemania, Noruega e Islandia— donde más pelirrojos hay. “Es un ‘superpoder”, señala De Lorenzo y apunta a la probabilidad de que “hace miles de años hubiera una selección positiva hacia los portadores de estas variantes genéticas, lo que explica la relativa frecuencia de personas pelirrojas en el norte europeo”.

Pero lo que puede ser todo un “superpoder” en un entorno, puede ser una debilidad en otro: “En el sur de Europa, con una mayor radiación, esa característica implica exponerse a quemaduras solares”, continúa De Lorenzo. De hecho, la delicada dermis de los pelirrojos se relaciona con el aumento del riesgo a sufrir melanoma.

Un termómetro corporal

La mutación genética que les hace tener el pelo de color rojo y la piel delicada también parece hacerles más sensibles a los cambios de temperatura. Así lo apunta una investigación de la Universidad de Louisville (Kentucky, Estados Unidos) que, tras comparar la sensibilidad al dolor térmico en 30 mujeres pelirrojas y 30 mujeres morenas, detectó que las pelirrojas comenzaron a sentir dolor alrededor de los 6ºC, mientras que aquellas con cabello más oscuro no comenzaron a notarlo hasta que la temperatura rozó la congelación. El equipo de investigación concluyó que el gen MC1R puede provocar que la respuesta de detección de temperatura de una pelirroja hace que sean más sensibles al frío.

Aunque parezca una desventaja, en realidad los hace más resistentes al frío, aclara De Lorenzo: “Ser sensible al frío en una oficina puede ser un problema, porque al ponerse en marcha el aire acondicionado, los primeros que lo van a sufrir son los pelirrojos, pero en un ambiente de clima cambiante pueden ser las primeras personas en notarlo y evitar el enfriamiento, a diferencia de los demás. Es un ejemplo de cómo la genética modula el ambiente que percibimos”.

Podrían ser más resistentes al dolor

Otros estudios, como el realizado en 2003 por la Universidad McGill, concluyen que las mujeres pelirrojas pueden tolerar hasta un 25% más de dolor. No es el único, un trabajo de la Universidad de Oslo también apunta a que las pelirrojas sienten menos dolor cuando se pinchan. También las hay, como la de la Universidad de Louisville, que apuntan a que son más difíciles de sedar en los quirófanos y que necesitan un 20% más de anestesia general durante la cirugía.

El problema, explica Tolosa, es que se trata de trabajos realizados sobre muestras de población muy pequeñas y que “la característica de ser pelirrojo muchas veces es autoevaluada, lo que lleva a que pueda haber un sesgo porque algunas personas tienden a exagerarlo”. Por eso, continúa la experta “algunos investigadores destacan que los resultados de los diferentes pequeños estudios han sido reconocidos como erróneos al realizar ensayos con mayor poder estadístico”. Y sentencia: “no hay suficientes estudios científicos para poder concluir si hay relación o no”.

Y ellos tener menos probabilidades de padecer cáncer de próstata

Por su parte, los hombres pelirrojos podrían tener la ventaja de estar más protegidos frente al cáncer de próstata: “La reducción del riesgo y el mecanismo de protección en este proceso tumoral se da por encontrarse mediado por la vitamina D, mientras que el aumento del riesgo de otros cánceres, como el melanoma, se produce por ser independientes de la vitamina D y más dependientes del daño oxidativo, que aumenta en los pelirrojos”, concluye recalca De Lorenzo.

Fuente: elpais.com