¿Qué tienen en común el bote salvavidas, el lavaplatos, el limpiaparabrisas, la jeringa médica y la fibra Kevlar? Son todos importantes inventos que transformaron nuestra vida cotidiana y que además fueron desarrollados por mujeres. Sin embargo, pese a estas y a muchas otras contribuciones, el papel de las mujeres en la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI), no siempre ha sido adecuadamente reconocido. En América Latina y el Caribe (ALC) hoy en día son muchos los obstáculos que ellas deben enfrentar y también muchos los indicadores que faltan para medir mejor la brecha de género en este ámbito e impulsar estrategias para superarla.
Múltiples metáforas se usan para describir la brecha de género en CTI, como la existencia de un “techo de cristal” que impide a las mujeres alcanzar niveles más altos en su desarrollo profesional. Se habla también de la “tubería con fugas” (leaky pipeline en inglés) para describir cuando las mujeres inician un recorrido educativo o profesional, pero poco a poco lo van dejando sea por razones personales, o debido a barreras institucionales, estereotipos y otras formas de discriminación.
Comparada a otras regiones, en ALC la participación de las mujeres en la investigación puede sonar alentadora, ya que suman alrededor de 45% del total de investigadores, por arriba de la cifra de Europa Occidental y América del Norte (32%) o de Asia Oriental y el Pacífico (23%). Pero debemos notar que en ALC la tasa de participación de las mujeres varía mucho entre países, llegando al 55% en Bolivia y Venezuela, pero alcanzando menos del 30% del total de investigadores en Chile, Honduras y México, como se visualiza en el gráfico.
Fenómenos que no estamos midiendo
Sin embargo, estas cifras de ALC ocultan rezagos en muchas áreas. Por ejemplo, está documentado que las mujeres enfrentan numerosos obstáculos para ascender en su carrera como investigadoras, recibir apoyo financiero, o publicar los resultados de su trabajo en revistas científicas, debido a barreras institucionales y socioculturales. Se observan también diferencias con respecto a los hombres en términos de remuneración y promoción profesional, una menor participación de las mujeres en la investigación llevada a cabo en las empresas y una sub-representación femenina en ciertos campos del conocimiento científico, como las matemáticas e ingenierías.
Asimismo, aunque las mujeres representan entre el 60 y el 80% de los egresos universitarios de pregrado en la mayoría de los países de la región, este no es el caso en lo que respecta a maestrías y doctorados, sobre todo en algunas áreas científicas. Aún cuando las mujeres obtienen un título en ciencias o ingenierías, muchas de ellas no siguen una carrera en este ámbito. De manera similar, en lo que se refiere al emprendimiento y la innovación, las mujeres frecuentemente deben sobreponerse a obstáculos adicionales para llevar sus ideas a la acción, fundar y crecer sus startups, levantar capital de riesgo, registrar patentes, etc.
Desafortunadamente son pocos los indicadores que existen en ALC para medir estos fenómenos y los que están disponibles no siempre permiten un análisis detallado. En las estadísticas oficiales, ciertos datos sobre recursos humanos en CTI no siempre están desagregados por sexo y hacen falta nuevos indicadores para medir ciertos temas complejos como la participación de las mujeres en puestos de liderazgo en instituciones científicas o la evolución de las carreras de las mujeres investigadoras. Además, ciertos indicadores que se producen a nivel nacional no están lo suficientemente armonizados para poder llevar a cabo comparaciones internacionales confiables.
Hacia mejores indicadores de la brecha de género en CTI
América Latina y el Caribe (ALC) puede aprovechar e inspirarse en esfuerzos realizados en otras regiones donde existen sistemas de indicadores más desarrollados para medir la brecha de género en CTI, por ejemplo Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea.
A eso apunta una investigación de la División de Competitividad, Tecnología e Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que busca generar nueva evidencia empírica sobre la brecha de género en CTI, para así poder desarrollar mejores políticas públicas. El proyecto incluye dos áreas de trabajo, una relacionada a la estimación del costo económico de la exclusión de las mujeres de ciertas actividades de CTI, y otra sobre recolección de datos y producción de indicadores para medir varias dimensiones de la brecha de género en CTI.
Esta infografía ilustra el marco conceptual que se utilizó para este estudio. Para cada una de las 4 áreas temáticas, se incorporan varios indicadores nuevos, que no se recopilan de manera sistemática en ALC, pero que servirían para monitorear de manera más efectiva la brecha de género en CTI. El trabajo incluye asegurar que estos indicadores estén adaptados al contexto y la problemática de la región.
Dado que actualmente estos datos no se producen regularmente en la mayoría de los países latinoamericanos, el BID está llevando a cabo una colecta piloto en 5 países (Chile, Colombia, Costa Rica, México y Panamá) para establecer una base de datos que se podrá ir ampliando en la región. Con la recolección de estos datos, podremos responder mejor a varias interrogantes, como por ejemplo:
- si las mujeres tienden a titularse en campos científicos con la misma frecuencia que los hombres, sobre todo en lo que se refiere a posgrados;
- si las mujeres logran alcanzar los puestos de liderazgo en el mundo académico;
- si las mujeres tienen el mismo éxito que los hombres en conseguir financiamiento público para sus trabajos de investigación y en publicar los resultados en revistas científicas reconocidas;
- si existen disparidades por sexo en cuanto a los sueldos de ingenieros y científicos;
- si las empresas con mayor equidad de género en su fuerza laboral logran ser más innovadoras.
Los resultados, junto a recomendaciones metodológicas para armonizar los datos a nivel regional, serán presentados en noviembre de 2017 durante el décimo Congreso Iberoamericano de Indicadores de Ciencia y Tecnología organizado por la RICYT en San José, Costa Rica, así como en la Cumbre de Género 12 América Latina a realizarse en diciembre próximo en Santiago de Chile. El proyecto del BID se realiza en colaboración con el proyecto SAGA de la UNESCO y complementa estudios llevados a cabo por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y la Comisión Europea.
En nuestra región, la creación de una sólida base de datos con más y mejores indicadores ayudará a superar estos obstáculos, fortaleciendo la perspectiva de género en el diseño de políticas de CTI e impulsando una mejor integración de dichas políticas con otras áreas donde el tema de género está ya más implantado como las políticas laborales y las educativas. Porque lo que no se mide, no se mejora.
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Fuente:blogs.iadb.org