Llegó a Perú como profesora de matemática y acabó como guardiana de unos misteriosos geoglifos preincaicos en medio de un desierto.
Nacida en 1903 en Dresde, Alemania, María Reiche se mudó al país sudamericano en 1933.
Durante años ejerció como profesora y traductora, hasta que en 1941 conoció a Paul Kosok, un profesor estadounidense que se dedicaba a sobrevolar y estudiar las enigmáticas líneas de Nasca.
Se trata de más de 800 líneas de decenas de metros de largo, unas 300 figuras geométricas y otras 70 con formas de animales, plantas y seres antropomorfos, las más famosas.
Estos diseños trazados en el desierto a unos 400 kilómetros al sur de Lima fueron delineados como canales o zanjas en la arena, es decir, como grabados de bajo relieve.
Se cree que los dibujos fueron hechos entre los años 200 a.C. y el 500 d.C., en un área de unos 450 kilómetros cuadrados, y solo pueden apreciarse desde el aire.
Con estas figuras, la antigua sociedad Nasca, desarrollada hace unos 2.300 años, “transformó un extenso territorio yermo en un paisaje cultural con alta connotación simbólica, ritual y social”, dice el Ministerio de Cultura de Perú.
Las líneas fueron descubiertas en 1927 y Kosok creía que eran “el libro astronómico más grande del mundo”, que marcaba los solsticios de invierno y verano.
Pero hasta ahora no se conoce a ciencia cierta su finalidad.
Kosok le mostró a Reiche fotos que él había tomado a las líneas desde un avión y Reiche se apasionó por ellas.
Tal es así que en 1948, Kosok se fue de Perú y la alemana asumió su trabajo, según la revista Smithsonian.
Poco después tomaría una decisión radical que cambiaría su vida y, posiblemente, la del patrimonio peruano.
Retiro en el desierto
Reiche se dio cuenta de que las líneas no estaban protegidas y decidió “salvarlas”. Se mudó cerca del desierto para dedicar día y noche a protegerlas y estudiarlas.
“Inicialmente construyó una pequeña cabaña cerca de las figuras, donde vivía sola y vistiendo ropa muy sencilla”, le dice a BBC Mundo el arqueólogo peruano Federico Kauffmann Doig, que conoció a Reiche a inicios de los 60.
“Era una mujer muy austera en su vestir y en su comportamiento en general”, agrega.
Probablemente vivía sin electricidad ni agua, le cuenta a BBC Mundo el investigador del patrimonio cultural peruano César Coloma Porcari.
“Cualquier persona podía pasar por encima de las líneas porque no se ven desde el suelo”, explica Coloma. “Pero ella se dedicó a tratar de evitar eso y lo logró”.
“Tuvo la gran valentía de defender el lugar”, dice y agrega: “Era una mujer muy tenaz, muy fuerte”.
Sola y a pie, Reiche restauró varias de las figuras, “como ella misma decía: ‘barriendo las líneas'”, recuerda el arqueólogo Kauffmann.
Además, se dedicó a difundir la teoría de que funcionaban como un calendario astronómico y, de acuerdo a Kauffmann, propuso que algunos de los geoglifos representaban “formaciones celestiales”.
Pero estas hipótesis nunca ha sido comprobadas.
“Lo mas importante que hizo Reiche fue dar a conocer las líneas, las puso en los ojos de todo el mundo”, opina Coloma. “Al estar ahí, una mujer sola de un país lejano, provocó la curiosidad de muchos. Ahora (las líneas) son famosas gracias a ella”.
Por este motivo, Perú le debe mucho a la alemana, indica Kauffman: “Sobre todo por su empeño en que los trazos fueran conservados. En eso era muy estricta”.
Luego de unos años, Reiche se mudó a la ciudad de Nasca y en 1974 recibió una subvención de la revista National Geographic por su labor.
Importante patrimonio
En 1993 los geoglifos se convirtieron en reserva arqueológica y parte del Patrimonio Cultural de la Nación de Perú.
Un año después fueron declaradas Patrimonio Mundial de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
En la declaración se afirma que estas líneas “son el grupo de geoglifos más destacado del mundo y son incomparables en extensión, magnitud, cantidad, tamaño y diversidad con cualquier otro trabajo similar en el mundo”, agregando: “Forman un singular y magnífico logro artístico de la cultura andina”.
Además, según la Unesco, “se encuentran entre los mayores enigmas de la arqueología”.
El aura de misterio que rodea a esta obra preincaica se debe a tres características, dice Krzysztof Makowski, profesor de Arqueología de la Pontificia Universidad Católica de Perú.
Según el experto, se debe a “su monumentalidad, el hecho de que los diseños pueden apreciarse a plenitud sólo desde arriba y su ubicación en medio de uno de los desiertos más áridos del mundo”.
Coloma cree que si no hubiera sido por María Reiche, los misteriosos dibujos “tal vez ya no existirían”.
La matemática pasó sus últimos años viviendo en una habitación de hotel cercano a las líneas. Murió hace 19 años, en Lima, pero hasta la actualidad es querida y conocida en Perú como la “Dama de Nasca”.
Fuente: bbc.com