Los mayas usaron cadáveres de gobernantes en el ritual del juego de pelota, reveló el INAH

En la zona arqueológica del Valle de Ocosingo en Toniná, Chiapas, se encontraron restos de nobles mayas, que pudieron ser utilizados en la elaboración de bolas de hule como parte de una práctica religiosa

A casi ocho metros de profundidad al interior de un basamento piramidal en la zona arqueológica del Valle de Ocosingo en Toniná, Chiapas, se encontraron los restos de gobernantes mayas cuyas cenizas pudieron haber sido utilizadas para la elaboración de bolas de hule a fin de servir en el ritual del juego de pelota.

Los mayas, en el deseo de conservar a sus gobernantes como una fuerza viva, sometieron los cadáveres a un proceso de transformación; reveló el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Juan Yadeun Angulo.

El descubrimiento se dio al interior de una cripta del Templo del sol. Se trata de una serie de bóvedas y cuartos secretos construidos como laberinto, conectado por una serie de escalinatas, los cuales conducen a una antesala en donde se encontraron los restos de al menos dos dirigentes del antiguo reino maya de Po’p, informó el INAH a través de un boletín.

El pueblo Po’p fue uno de los principales rivales de Palenque durante el clásico maya, entre el año 500 y el 687 de nuestra era, mientras que los gobernantes mayas hallados fueron Wak Chan Káhk, quien murió el 1 de septiembre del año 775 d.C., Aj Kololte´, mandatario Po’p quien falleció el 1 de abril del 776, y de la señora Káwiil Kaan, cuya muerte fue en el año 772.

De acuerdo con los indicios antropológicos, sus cadáveres fueron llevados a la “cueva de la muerte” donde permanecieron 260 días -periodo que comprendía el calendario ritual- para luego ser cremados parcialmente por personas especializadas, probablemente sacerdotes. El azufre de sus cenizas era utilizado para la vulcanización del hule, con el que se elaboraban los balones usados en el juego de pelota: la gran ceremonia ritual mesoamericana.

Esta hipótesis fue planteada por Yaduen Angulo, luego de que en 2020 fue encontrada la entrada a la cripta del Templo del Sol, la estructura más grande e importante de dicha zona arqueológica. Al interior del sitio se encontraron aproximadamente 400 vasijas que incluían material orgánico como cenizas, goma y raíces.

Los investigadores del INAH accedieron a la antecámara luego de que ubicaron una tapa de piedra de 90 por 60 centímetros con la representación de un hombre cautivo amarrado, la cual fue trasladada al museo de la zona y reemplazada por una copia.

El INAH señaló que, a diferencia de otras culturas que preservaban a sus antepasados, como los egipcios con la momificación, en Mesoamérica los restos de los gobernantes y nobles eran cremados -aunque no en su totalidad- porque conservaban “un poder particular”.

“Es aleccionador saber que los mayas buscaran que el cuerpo de sus gobernantes se convirtiera en una fuerza viva, en algo que estimulara a su pueblo”, expresó el antropólogo Yaduen.

Por su parte, los investigadores encontraron una segunda cripta en el Templo del Sol, con una entrada de 80 por 80 centímetros. En ese lugar se estima que también se alojaron restos humanos de gobernantes antiguos; no obstante, pudo haber sido saqueada entre el siglo XIX y el siglo XX.

Esta cripta consta de 10 metros lineales más un sistema de bóvedas en laberinto que data del año 500 de nuestra era. En dicho lugar sólo pudo ser reconocido un vestigio de la cultura maya. Se trata de un fragmento de las fauces de un monstruo de la tierra del que emerge una tortuga.

Juan Yaduen Angulo declaró que “tales descubrimientos en Toniná brindan una idea más acertada de lo interesante y compleja que era la religión maya, dentro de la cosmovisión mesoamericana, y cómo el conocimiento de este proceso de transformación del cuerpo es fundamental para comprender a esta antigua sociedad”.

Fuente: infobae.com