Cienciaslider

Los antiguos aztecas utilizaron la cuenca de México como observatorio solar

Se valieron de los relieves del paisaje para sincronizar los cultivos con el calendario del Sol

Los antiguos habitantes de la Cuenca de México utilizaron el paisaje como calendario solar y pudieron plantar cultivos en la época correcta del año para alimentar a millones de personas.

Una nueva investigación ha descubierto que civilizaciones antiguas que habitaban en el centro de México usaron características específicas de su paisaje accidentado para marcar puntos clave en las estaciones, lo que les permitió planificar la siembra de los cultivos necesarios para mantener viva y saludable a una población de millones de personas.

El Sol, visto desde un punto fijo de la Tierra, no sigue la misma trayectoria todos los días. En invierno, corre al sur del ecuador celeste y se eleva hacia el sureste. A medida que se acerca el verano, debido a la inclinación de la Tierra, el amanecer se mueve hacia el noreste, un fenómeno llamado declinación Solar.

El nuevo estudio puede ser el primero en demostrar cómo los mexicanos antiguos pudieron medir el tiempo usando este principio, tomando al Sol y las montañas como puntos de referencia.

Calendario agrícola

Esta investigación, dirigida por el ecólogo de la Universidad de California (UC) en Riverside, Exequiel Ezcurra, respalda las sugerencias de que los picos horizontales irregulares del monte Tlaloc sirvieron para monitorear el calendario agrícola y para alinear las estaciones del año con cada ciclo terrestre del Sol.

El Sol sale directamente detrás del monte Tlaloc cada 365 días, y cada cuatro años se debe contar un día adicional para mantener el calendario en orden.

En el pasado, muchas civilizaciones utilizaron marcas del horizonte para señalar cómo se mueve el Sol por el cielo a lo largo del año.

Los autores de la UC Riverside consideran que los mexicanos antiguos utilizaron una estrategia similar en la cuenca de México, aunque no necesitaron construir marcadores solares porque los referenciaron con las características del paisaje natural.

Cronometraje preciso

Escurra y su equipo calcularon que solo hay un día en la primavera y un día en el otoño cuando el Sol sale directamente detrás del monte Tlaloc, lo que lo convierte en una forma extremadamente precisa de cronometraje.

Para encontrar ese lugar, los investigadores estudiaron manuscritos antiguos que se refieren al Monte Tlaloc. El equipo exploró además las altas montañas que rodean la cuenca, así como un templo construido en la cima de la montaña.

Utilizando modelos informáticos astronómicos, confirmaron además que una larga estructura de calzada en el templo se alinea con el Sol naciente el 24 de febrero, el primer día del año nuevo azteca.

Lo curioso de esta calzada es que está construida en un ligero ángulo y que parte de un recinto rectangular. Los investigadores creen que el recinto puede haber sido construido para que el Sol se ponga entre las paredes que bordean la calzada.

Herramienta principal

Considerando además las ilustraciones y los textos que se encuentran en los antiguos códices mexicanos, los investigadores sugieren que el monte Tlaloc sirvió como herramienta principal para marcar las épocas importantes del año y los ajustes calendáricos, destacan los investigadores.

Los investigadores de la UCR han demostrado que este dispositivo natural para medir el tiempo es matemáticamente posible.

“Nuestra hipótesis es que usaron todo el Valle de México y que su instrumento de trabajo era la propia Cuenca. Cuando salió el Sol en un punto histórico detrás de las Sierras, supieron que era hora de comenzar a sembrar”, señala Ezcurra en un comunicado.

Función más moderna

El observatorio azteca también podría tener una función más moderna, añade Ezcurra.

La comparación de imágenes antiguas de la cuenca de México con las actuales muestra cómo el bosque está subiendo lentamente al monte Tlaloc, probablemente como resultado de un aumento en las temperaturas promedio en las elevaciones más bajas.

“En la década de 1940, la línea de árboles estaba muy por debajo de la cumbre. Ahora hay árboles creciendo en la cumbre misma”, dijo Ezcurra.

“Lo que fue un observatorio para los antiguos también podría ser un observatorio para el siglo XXI, para comprender los cambios climáticos globales”, concluye.

Fuente: Tendencias21