Científicos obtuvieron la primera prueba experimental del aprendizaje espacial en cualquier especie de mariposa o polilla, publican en la revista Nature Communications.
Los hallazgos también sugieren que las mariposas Heliconius pueden aprender información espacial a gran escala, en consonancia con la aparente importancia de éste a larga distancia para la búsqueda de alimento dentro de un área de hogar de unos pocos cientos de metros cuadrados.
El aprendizaje espacial es conocido en los insectos, pero gran parte de la investigación se ha centrado en especies de hormigas y abejas que viven socialmente en un nido comunal. Este estudio aporta la primera prueba directa sobre el tema en mariposas y polillas, y sugiere que las habilidades complejas, como el uso de esa información, pueden ser más comunes en los insectos de lo que se pensaba.
Stephen Montgomery, de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Bristol, Reino Unido, uno de los autores principales, explicó que “las Heliconius han desarrollado un comportamiento de búsqueda de alimento novedoso entre las mariposas: polen”.
Al parecer, las Heliconius silvestres aprenden la ubicación de fuentes fiables de polen y establecen “líneas de rastreo” a largo plazo.
“Se trata de rutas de búsqueda aprendidas a lo largo de las cuales se regresa repetidamente a las fuentes de alimento durante días consecutivos, una estrategia eficiente similar al comportamiento de algunas abejas de las orquídeas y abejorros”, agregó.
Comportamientos importantes
Sin embargo, aún no se había comprobado experimentalmente la capacidad de aprendizaje espacial de Heliconius ni de ninguna otra mariposa. “El equipo realizó pruebas en estas mariposas a tres escalas que representaban comportamientos ecológicamente relevantes”.
En primer lugar, probaron la capacidad de las Heliconius para aprender la ubicación de una recompensa alimentaria en una cuadrícula de 16 flores artificiales, que representaba la búsqueda de alimento dentro de una única parcela de recursos.
En segundo lugar, aumentaron la escala espacial y comprobaron si podían aprender a asociar la comida con el lado izquierdo o derecho de un laberinto de dos brazos, que representaba múltiples plantas en una única localidad.
A continuación, aumentaron las distancias y, utilizando grandes jaulas al aire libre en el Metatron, en el sur de Francia, probaron si podían aprender la ubicación de la comida en un laberinto en T de 60 metros de ancho, que representaba la búsqueda de alimento entre localidades y se aproximaba a las escalas en las que buscan alimento los Heliconius salvajes.
Ahora, el equipo tiene previsto comprobar si las Heliconius son más hábiles en el aprendizaje espacial que otras especies estrechamente emparentadas que no se alimentan de polen. Esto ayudaría a revelar cómo la evolución de las capacidades cognitivas mejoradas puede estar determinada por la ecología de un animal.
Además, el grupo de investigación pretende descubrir los mecanismos por los que navegan las Heliconius. Se cree que las señales visuales, como las vistas panorámicas, son importantes para ellas, pero también pueden depender de otras señales, como el Sol o la brújula geomagnética.
“Ha pasado casi un siglo desde la publicación del primer relato anecdótico sobre las capacidades espaciales de estas mariposas. Ahora podemos aportar pruebas reales de su fascinante aprendizaje. Y esto es sólo el principio”, afirmó Priscila Moura, coautora principal del estudio, que trabaja en la Universidad Federal de Río Grande del Norte, Estados Unidos.
“Estamos encantados de presentar la primera prueba directa del aprendizaje espacial en una mariposa. En consonancia con su comportamiento salvaje de búsqueda de alimento, nuestros hallazgos también sugieren que es más eficaz a través de distancias mayores”, añade Fletcher Young, coautor principal en la Universidad de Bristol.
Igualmente, Marcio Cardoso, cosupervisor, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil, expresa su satisfacción por “descubrir que estos asombrosos insectos pueden memorizar la ubicación espacial de las fuentes de alimento. Estamos empezando a vislumbrar el tipo de información que recopilan sobre su entorno.
“Es fascinante conocer los complejos comportamientos que incluso animales tan familiares como las mariposas expresan como parte de su ecología natural. Estas especies extraen y procesan información diversa de su entorno y la utilizan para realizar tareas complejas, todo ello con cerebros de un par de milímetros de ancho”, destacó Montgomery.
Fuente: europapress.es