La retina de las aves migrantes tiene un sentido cuántico

Las aves disponen de mecanismos cuánticos que se alteran con los campos magnéticos y le sirven de orientación durante las migraciones. Un sensor en la retina interactúa con su sistema nervioso para guiarlas en su vuelo.

Aunque desde hace miles de años sabemos que las aves emigran, todavía no hemos descubierto cómo se orientan durante sus largos vuelos, aunque cada vez estamos más cerca de averiguarlo.

Siempre ha sido un misterio cómo las aves pueden guiarse durante sus migraciones. Nosotros los humanos podemos orientarnos en cualquier lugar gracias a las brújulas, determinando el meridiano, localizando la estrella polar o guiándonos por el musgo de los árboles.

Recientemente, y gracias a la tecnología, hemos alcanzado un nivel sofisticado de orientación geográfica gracias al uso de satélites: intercambiamos señales con ellos, a través por ejemplo del móvil, e inmediatamente nos indican nuestra posición exacta, así como la velocidad y orientación de nuestros desplazamientos.

Desde hace 3.000 años, sabemos además que las aves migran constantemente, recorriendo grandes distancias (por lo general con los cambios de estación) para anidar o buscar mejores fuentes de alimentos. No sabemos bien cómo no se pierden en esos trayectos.

Tal como se estableció en una investigación publicada en 2016, por lo general el cerebro de las aves es pequeño (puede compararse con una nuez), aunque tienen más neuronas por unidad de masa cerebral que los mamíferos.

Otra investigación publicada en 2020 pudo determinar que las neuronas de las aves representan lo que perciben, un sello distintivo de consciencia. Además, su corteza está organizada de la misma forma que la de los mamíferos.

Tiene que haber más

Sin embargo, estas proezas cerebrales no pueden explicar por sí mismas el sentido de la orientación de las aves.

El sentido de la orientación está muy extendido en el reino animal y sabemos que algunos insectos y peces se guían por el sol o las estrellas, aunque respecto a las aves se ha podido establecer que el campo magnético terrestre es el que les sirve de guía para sus migraciones.

El campo magnético terrestre se produce por el movimiento de materiales que ocurre en el núcleo del planeta. Ese movimiento genera flujos eléctricos, origen de numerosos campos magnéticos. El campo magnético terrestre es la suma de esos pequeños campos.

Como las líneas del campo magnético varían en la superficie de terrestre, su dinámica puede servir de referencia para la orientación geográfica de muchas aves: les permite detectar la dirección de los polos del planeta.

Pero no es suficiente: además de factores genéticos que pueden contribuir a la orientación, se ha establecido que la navegación propiamente dicha se consigue mediante la magnetorrecepción, a través de la cual algunas aves detectan la dirección y sentido del campo magnético, obteniendo así información sobre su posicionamiento y orientación.

Lo que más se ha avanzado siguiendo la pista de la magnetorrecepción es que las aves, al igual que otros animales, poseen criptocromos, unas proteínas fotorreceptoras de luz.

Desde hace 20 años se ha sospechado que una proteína específica, conocida como criptocromo-4, presente en la retina de las aves, funciona como sensor magnético de las aves: sus reacciones químicas generan moléculas que dependen de la dirección del campo magnético terrestre. Pero nunca, hasta ahora, se ha podido confirmar.

Fuente: tendencias21.levante-emv.com