Jugar al fútbol y otras cuatro cosas sorprendentes que pueden hacer las abejas

Científicos de la Universidad Queen Mary de Londres acaban de demostrar que es posible enseñar a las abejas a meter goles como Beckham o Ronaldinho a cambio de un poco de agua con azúcar. Es la primera vez que se prueba que la flexibilidad de aprendizaje de las abejas es tan alta que pueden desempeñar tareas con las que nunca se toparían en la naturaleza, como mover un balón de plástico hasta una portería en el centro de una pista.

Los investigadores usaron una marioneta con forma de abeja para enseñarle el ‘deporte’ a unos cuantos abejorros. Y sólo necesitaron entre 10 y 20 demostraciones para que los insectos imitaran el comportamiento a la perfección, e incluso lo mejoraran. Cuando luego reemplazaron al títere por un abejorro ya entrenado para mostrar cómo meter gol, el aprendizaje de sus compañeros resultó aún más rápido.

No es la única capacidad sorprendente que conocemos de las abejas. A pesar de tener el cerebro del tamaño de una semilla de sésamo, se les da bastante bien resolver problemas matemáticos. En concreto el conocido como “problema del viajante”, que consiste en encontrar la ruta más corta entre varias posibles ciudades que debe visitar un comerciante y volver al punto de partida. Algo muy útil en la actualidad cuando un camión de reparto de una empresa de mensajería debe trazar su ruta diaria, entre otras cosas.

Utilizando flores artificiales, los investigadores constataron que, después de una primera exploración, las abejas optan por la ruta que minimiza la distancia recorrida entre ellas. Es decir, resuelven sin dificultad el problema del vendedor viajero, mientras que para muchos ordenadores es imposible resolverlo por la enorme capacidad de cálculo que requiere.

En lo que no les llegamos ni a la suela de los zapatos a estos insectos es en rapidez visual. Y es que las abejas tienen el récord de velocidad del mundo animal procesando colores. En concreto, detectan los rojos, azules, púrpuras, verdes y amarillos cinco veces más rápido que cualquier ser humano. Eso implica que las células que detectan luz en su ojo capturan instantáneas del mundo y se las envían a sus cerebros mucho más rápido de lo que lo hacemos nosotros, y eso les permite navegar de una flor a otra de un frondoso arbusto a toda pastilla.

Incluso son capaces de automedicarse. Cuando ciertos parásitos intestinales las infectan, buscan las flores cuyo néctar y polen contiene ciertas moléculas con efectos medicinales, como la nicotina o los glucósidos iridoides.

También pueden quedarse con tu cara. Científicos franceses de la Universidad de Tolouse demostraron que las abejas aprenden a distinguir los rostros humanos de cualquier otra imagen. “Resulta sorprendente que un insecto con un cerebro tan minúsculo pueda realizar este tipo de análisis de imágenes cuando nosotros contamos con regiones enteras del cerebro dedicadas a este fin”, subrayaban los autores del estudio, que se plantean emular a estos insectos para diseñar sistemas automáticos de reconocimiento facial.

Fuente: tecnoxplora.com