Investigadores mexicanos recuperan valiosos datos del interior del huracán Otis

Su objetivo principal es mejorar los modelos de predicción y, de esta manera, fortalecer la preparación ante futuros eventos similares. La información ya está a disposición de la comunidad científica nacional e internacional

El Servicio Mareográfico Nacional (SMN) del Instituto de Geofísica de la UNAM llevó a cabo un seguimiento minucioso del huracán Otis cuando estaba a punto de impactar la costa de Acapulco ya como huracán de categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson. Esta observación se basaba en los datos proporcionados por las dos estaciones de monitoreo que el SMN tiene estratégicamente ubicadas en el interior de la bahía de Acapulco: una en las instalaciones de ASIPONA (Administraciones del Sistema Portuario Nacional) y la otra en el Club de Yates.

Todos los valores registrados por los sensores del Servicio Mareográfico Nacional comenzaron a experimentar cambios bruscos, y a las 00:22, se perdió completamente la comunicación con las estaciones. Se desató un largo período de incertidumbre, con información limitada en los medios de comunicación, y no fue sino hasta la mañana del 25 de octubre que comenzaron a aparecer las primeras imágenes de la devastación en Acapulco.

En las instalaciones del Servicio Mareográfico Nacional (SMN), según relata Octavio Gómez Ramos, Jefe del Servicio Mareográfico Nacional, la incertidumbre persistía, ya que no se podía establecer contacto con las estaciones, ni a través de satélites ni de internet. Finalmente, el viernes 27 de octubre, una de las estaciones, ASIPONA, logró restablecer la transmisión de datos por la mañana, seguida más tarde por la estación Yates. Sin embargo, los valores recibidos de esta última indicaban daños severos en los sensores. Desafortunadamente, los datos en el SMN carecían de información correspondiente a los días miércoles 25 y jueves 26, lo que implicaba la pérdida de registros cruciales sobre el huracán. Ante esta situación, se tomó la decisión de emprender un viaje de campo a Acapulco para intentar recuperar los datos directamente de los sensores, medir las marcas en las estructuras costeras antes de que desaparecieran y recoger testimonios de los habitantes.

La misión en campo fue encomendada a dos experimentados técnicos del SMN: la ingeniera Miriam Zarza Alvarado y el físico Valente Gutiérrez Quijada, quienes viajaron en autobús comercial de madrugada para llegar a Acapulco el sábado 28.

En primer lugar, explica el Gómez Ramos en la Gaceta UNAM, se dirigieron a la estación de ASIPONA, donde observaron que, gracias a la alta calidad de construcción de la estación del SMN, era la única estructura en pie en el muelle. La barda perimetral había desaparecido, y el alambre de púas que solía estar en la parte superior de la barda se encontraba enredado en la estación. A pesar de algunos daños en los sensores, los más importantes habían logrado registrar el evento en su totalidad.

Luego, se dirigieron a la estación del Club de Yates. Al llegar a la segunda estación, constataron que esta había sufrido daños significativos, con vidrios rotos, el techo seriamente dañado y los sensores de nivel del mar y GPS completamente destrozados. Finalmente, se recopilaron testimonios de los pobladores, que resultaron ser valiosos para complementar los datos obtenidos de los sensores. En general, los testimonios coincidieron en que el viento fue la principal causa de la devastación, mientras que la lluvia tuvo un impacto menor.

Los datos del huracán Otis obtenidos por los científicos

Los datos recuperados por Miriam y Valente resultaron asombrosos. El sensor de viento registró una velocidad máxima de ráfaga de 329.76 km/h a las 00:40 del 25 de octubre, una marca rara vez vista en el mundo. Esto sitúa a Otis en cercanía del récord en el Pacífico nororiental, establecido por el huracán Patricia con 345 km/h. Cabe destacar que para que el sensor de viento registre una velocidad de ráfaga, esta debe mantenerse durante tres segundos o más.

Otro dato destacado es la velocidad del viento sostenido, que requiere un período de un minuto o más para su registro. Alcanzó un máximo de 182.88 km/h, coincidiendo con el pico de la ráfaga. El viento sostenido es responsable de la mayoría de los daños a la infraestructura. El sensor de presión atmosférica mostró una disminución desde 1005 hPa hasta 963.5, indicando que, aunque el centro del ojo no pasó directamente sobre la bahía de Acapulco, lo hizo bastante cerca.

En cuanto a la humedad, se observa un aumento del 60 % a las 8:00 de la mañana del 24 de octubre al 100 % poco antes de las 02:00 del día siguiente. La temperatura, que rondaba los 30°C, descendió a los 23°C poco después de la medianoche del 25 de octubre.

Los registros del nivel del mar revelaron que la marea de tormenta fue inusualmente pequeña, de tan solo 45 centímetros, y además ocurrió durante la marea baja, lo que evitó inundaciones significativas. Las mediciones realizadas en las paredes de los edificios cercanos a la costa corroboraron este dato. De haberse producido una marea de tormenta más intensa, se habrían sumado desafíos considerables a las ya graves afectaciones en Acapulco.

Los datos recopilados estarán disponibles para la comunidad científica nacional e internacional en www.mareografico.unam.mx, con el objetivo de mejorar los modelos de predicción.

Fuente: es.wired.com