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Gracias al ADN, la ciencia halla que el Homo sapiens se mezcló con otras clases de humanos

¿Qué significa ser humano?

Durante largo tiempo, la respuesta parecía estar clara. Nuestra especie, Homo sapiens —con nuestros pensamientos complejos y emociones profundas— era la de los únicos humanos verdaderos en haber caminado sobre la Tierra. Se pensaba que formas previas, como los neandertales, sólo habían sido un paso a lo largo de la ruta de la evolución, y habían desaparecido porque nosotros éramos una versión mejor.

Ahora esa imagen está cambiando.

En años recientes, los investigadores han adquirido la capacidad de retirar ADN de antiguos homínidos, incluidos nuestros ancestros y otros parientes bípedos. La tecnología para obtener ADN antiguo ha revolucionado la forma en que estudiamos la historia humana y ha despegado rápidamente, con un flujo constante de estudios que exploran los genes de personas que habitaron en el planeta hace mucho tiempo.

Junto con más fósiles y artefactos, los hallazgos de ADN nos están haciendo captar una idea desafiante: no somos tan especiales. Durante la mayor parte de la historia humana compartimos la Tierra con otras clases de seres humanos tempranos, y esos grupos ahora extintos eran muy parecidos a nosotros.

“Podemos ver que eran plenamente humanos. Pero, interesantemente, una clase distinta de humanos», dijo Chris Stringer, experto en evolución humana en el Museo de Historia Natural de Londres. “Una forma distinta de ser humano”.

Lo que es más, los seres humanos tenían una interacción cercana —e incluso íntima— con algunos de estos otros grupos, incluidos los neandertales, los denisovanos y “poblaciones fantasmas” a las que sólo conocemos a partir del ADN.

“(La actual) es una época única en la historia humana, en la que sólo existe uno de nosotros”, dijo Stringer.

Un mundo con muchos homínidos

Ahora los científicos saben que después de que el Homo sapiens apareció en África hace unos 300.000 años, se superpuso con toda una serie de otros homínidos, explicó Rick Potts, director del Programa sobre el Origen de los Humanos del Instituto Smithsonian.

Los neandertales andaban en Europa. El Homo heidelbergensis y el Homo naledi vivían en África. El Homo floresiensis, en ocasiones llamado el hobbit por su baja estatura, vivía en Indonesia, mientras que el Homo erectus, de piernas largas, se encontraba en Asia.

Los científicos comenzaron a percatarse de que todos estos homínidos no eran nuestros ancestros directos. Eran más bien como nuestros primos: linajes que se separaron a partir de una fuente común y se encaminaron en distintas direcciones.

Los hallazgos arqueológicos han mostrado que algunos de ellos tenían comportamientos complejos. Los neandertales pintaban muros en las cuevas, los Homo heidelbergensis cazaban animales grandes como los rinocerontes y los hipopótamos, y algunos científicos creen que incluso el Homo naledi —que tenía un cerebro pequeño— enterraba a sus muertos en los sistemas de cuevas sudafricanos. Un estudio la semana pasada halló que los primeros humanos ya construían estructuras con madera antes de que el Homo sapiens evolucionara.

Los investigadores también se preguntaron: si estas otras clases de seres humanos no eran tan distintas al Homo sapiens, ¿nuestros ancestros tuvieron relaciones sexuales con ellos?

Para algunos, la mezcla era difícil de imaginar. Muchos argumentaron que, a medida que el Homo sapiens se aventuró fuera de África, reemplazó a otros grupos sin aparearse con ellos. El arqueólogo John Shea de la Universidad Stony Brook de Nueva York dijo que solía pensar que los neandertales y los Homo sapiens eran rivales, y creía que “si se topaban unos con otros, probablemente se matarían entre sí”.

El ADN revela secretos antiguos

Pero el ADN ha revelado que hubo otras interacciones, las cuales modificaron quiénes somos en la actualidad.

En 2010, el genetista sueco Svante Paabo y su equipo armaron un complicado rompecabezas. Pudieron ensamblar fragmentos de ADN antiguo hasta reunir un genoma completo de neandertal, una hazaña que durante mucho tiempo se pensó imposible y por la que Paabo obtuvo un premio Nobel el año pasado.

Esta capacidad de leer el ADN antiguo revolucionó el campo, y constantemente se está mejorando.

Por ejemplo, cuando los científicos aplicaron estas técnicas a un hueso de un dedo meñique y a algunos molares enormes encontrados en una cueva en Siberia, hallaron genes que no coincidían con nada que se hubiera visto anteriormente, dijo Bence Viola, antropólogo de la Universidad de Toronto que formó parte del equipo investigador que hizo el descubrimiento. Era una nueva especie de homínido, ahora conocido como denisovano: los primeros primos de los seres humanos identificados sólo a partir de su ADN.

Armados con estos genomas de los neandertales y los denisovanos, los científicos podían compararlos con personas actuales y buscar trozos de ADN que coincidieran. Cuando los hallaron, encontraron indicios claros de una mezcla.

La nueva historia humana

La evidencia de ADN mostró que el Homo sapiens se apareó con grupos, incluidos neandertales y denisovanos. Incluso reveló evidencia de otras “poblaciones fantasmas”, grupos que forman parte de nuestro código genético, pero cuyos fósiles aún no hemos hallado.

Es difícil precisar exactamente cuándo y dónde ocurrieron estas interacciones. Aparentemente nuestros ancestos se mezclaron con los neandertales poco después de salir de África y dirigirse hacia Europa. Probablemente se toparon con los denisovanos en partes del este y el sureste de Asia.

“Ellos no tenían un mapa, no sabían hacia dónde se dirigían”, dijo Potts, del Smithsonian. “Pero al ascender la próxima colina y llegar al siguiente valle, se encontraron a poblaciones de personas que se veían un poco distintas a ellos, pero se aparearon, intercambiaron genes”.

Así, a pesar de que los neandertales sí se veían diferentes del Homo sapiens —desde su nariz de mayor tamaño hasta sus miembros más cortos—, ello era insuficiente para crear un “muro” entre los grupos, señaló Shea.

“Probablemente pensaron: ‘Oh, estas personas se ven un poco distintas’”, agregó. “’El color de su piel es un poco diferente. Sus rostros se ven un poco distintos. Pero son buenas gentes, vamos a tratar de hablar con ellas’”.

Neandertales complejos

La idea de que los seres humanos modernos, y en especial los humanos de raza blanca, eran el pináculo de la evolución provino de una época de “colonialismo y elitismo”, dijo Janet Young, curadora de antropología física en el Museo Canadiense de Historia.

Una pintura de un neandertal, creada para reflejar la visión de un partidario de la eugenesia, se abrió paso en libros de textos y museos durante décadas.

Los nuevos hallazgos han trastocado completamente la idea de que las creaturas más antiguas, más parecidas a los simios, empezaron a caminar más erguidas y volviéndose más complejas hasta que alcanzaron su forma plena en el Homo sapiens, señaló Young. Junto con la evidencia genética, otros hallazgos arqueológicos han mostrado que los neandertales tenían comportamientos complejos en torno a la caza, la cocina, el uso de herramientas e incluso la creación de arte.

De todas formas, a pesar de que ahora sabemos que nuestros primos humanos antiguos eran como nosotros —y forman parte de lo que ahora somos—, la idea de hombres de las cavernas similares a los simios ha sido difícil de eliminar.

El artista John Gurche lo está intentando. Se especializa en crear modelos tamaño natural de humanos antiguos para museos, incluidos el Smithsonian y el Museo Americano de Historia Natural, con la esperanza de ayudar a que la percepción del público se ponga al día con los hallazgos científicos.

Cráneos y esculturas miraban desde las repisas de su estudio este año mientras trabajaba en la cabeza de un neandertal, empujando trozos de cabello en la piel de silicona.

El llevarle al público la nueva forma de ver las cosas no ha sido fácil, señaló Gurche: “Esta imagen del hombre de las cavernas es muy persistente”.

Para él, el tener las bases científicas correctas es crucial. Ha trabajado en disecciones de seres humanos y simios para entender su anatomía, pero también espera sacar a relucir emociones en sus representaciones.

“Estos fueron alguna vez individuos que vivían y respiraban. Y sentían tristeza y alegría y dolor”, dijo Gurche. “No están en algún país de las hadas; no son algunas creaturas fantásticas. Estuvieron vivos”.

Aún faltan muchos nexos por hallar

Los científicos no pueden obtener información genética útil de cada fósil que encuentran, especialmente si es realmente antiguo o está en un clima poco favorable. No han podido reunir mucho ADN antiguo de África, donde el Homo sapiens evolucionó por primera vez, porque se ha degradado debido al calor y la humedad.

De todas formas, muchos esperan que, a medida que la tecnología para el manejo del ADN continúa avanzando, podremos ir aún más hacia el pasado y obtener genomas antiguos de más partes del mundo, añadiendo más pinceladas a nuestra imagen de la historia humana.

Porque, a pesar de que fuimos los únicos que sobrevivimos, los otros grupos extintos desempeñaron un papel crucial en nuestra historia, y en nuestro presente. Forman parte de una humanidad común que conecta a cada persona, dijo Mary Prendergast, arqueóloga de la Universidad Rice.

“Si usted examina el registro de fósiles, el registro arqueológico, el registro genético”, indicó, “verá que tenemos mucho más en común que lo que nos divide”.

Fuente: independentespanol.com