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Fugas en la barrera que separa a la sangre del cerebro empeoran nuestra memoria

Como bien sabemos, nuestra mente se puede reconocer como uno de los elementos más poderosos de nuestro cuerpo. Pero, al mismo tiempo, es uno de los más delicados. De allí que nuestro cerebro deba depender de cuidadores extra como la barrera hematoencefálica para mantener sus funciones de razonamiento, memoria y afines a tope evitando que la sangre u otros componentes perturben su equilibrio.

Para ahondar un poco en el conocimiento que hay sobre esta barrera y cómo se relaciona en el tiempo con el funcionamiento del cerebro, recientemente se realizó un estudio que se publicó en Nature Aging. Desde el 15 de marzo de este año, la publicación, que revisó más de 150 investigaciones sobre el tema, ha estado disponible en la web para quien desee leerla.

Sobre la barrera hematoencefálica y el cerebro

Como bien sabemos, una barrera hematoencefálica sana y funcional es la clave para mantener una mente saludable. Gracias a ella, nuestro cerebro puede recibir de la sangre solo los componentes que necesita y dejar afuera los que serían dañinos, lo que permite mantener funciones cognitivas como la memoria protegidas contra posibles daños.

Ahora, por otro lado, si la barrera comienza a fallar, y ya no filtra la sangre con la misma eficacia el cerebro puede empezar a presentar complicaciones. De allí que, para poder entender su funcionamiento y cómo mantenerlo sano, sea vital también estudiar a fondo la actividad de la barrera hematoencefálica.

Fallas en la barrera hematoencefálica filtran sangre al cerebro y fomentan la mala memoria

Ahora, pensando en todo lo anterior, la revisión realizada por los investigadores les ha permitido ver algunos detalles importantes sobre la barrera hematoencefálica y su envejecimiento sano.

Cuando este se da, las fugas de componentes no deseados de la sangre hacia el cerebro son pocas, lo que causa eventuales problemas de memoria considerados “naturales”. Como, por ejemplo, cuando olvidamos dónde guardamos las llaves de la casa o si compramos ese cartón de leche que faltaba.

Por otro lado, cuando la barrera no está en buen estado, las fugas son mucho más grandes y más frecuentes. Como consecuencia, el cerebro se ve perjudicado de forma continuada. Además, muchos daños pueden terminar por ser permanentes, causando enfermedades como la esclerosis múltiple, la diabetes e, incluso, el Alzheimer.

La delgada línea entre la mala memoria y una patología

Incluso en la actualidad “se sabe muy poco sobre cómo envejece la barrera hematoencefálica”, comentó William Banks, autor principal del estudio. Debido a esto, no se tiene tan claro cómo evoluciona con el tiempo su función de filtrado de la sangre que llega al cerebro y cómo esto puede o no alterar la memoria.

Hasta la fecha, ninguna investigación se ha dedicado a explorar a fondo este punto. Por este motivo, “a menudo es difícil diferenciar el envejecimiento normal de una enfermedad temprana”, siguió Banks.

Con esto en mente, queda claro por qué debería existir un interés mayor en conocer en profundidad la funcionalidad y proceso de envejecimiento de esta barrera. Después de todo, en ella podría estar la clave para entender y tratar efectivamente variados trastornos neuronales.

Todo ya que, si se logra comprender adecuadamente de qué forma envejece una barrera hematoencefálica sana, entonces también será posible detectar cuándo esta tenga anomalías. Algo que, a la larga, podría ayudar a diagnosticar problemas cerebrales de forma temprana. Lo que, a su vez, les dará a los doctores más tiempo para reaccionar. De forma que puedan aplicar los tratamientos pertinentes para evitar o mitigar posibles daños.

Fuente: tekcrispy.com