Expertos en ética piden que los difuntos británicos puedan donar esperma

Si os digo que Reino Unido es deficitario en cierto “producto” de origen biológico,que debe importar regularmente de Dinamarca o Estados Unidos para satisfacer su demanda, probablemente penséis en algún fármaco, o en sueros fisiológicos. Pues no, me refiero al esperma humano.

El hecho de que las donaciones no sean anónimas seguramente tiene algo que ver. Según las leyes británicas, un hijo nacido del esperma de un donante, tiene derecho a saber quién es su padre una vez alcanza la mayoría de edad. Por tanto, los donantes británicos tienen que ser (además de jóvenes, saludables y capaces de no eyacular en unos cuantos días antes de cada donación, como manda la ley) responsables con las consecuencias futuras de su generoso acto. ¿Resultado? Pues eso, escasez de donaciones patrias y 7.000 dosis de esperma importadas cada año.

Para solventar este problema, dos médicos acaban de publicar en Journal of Medical Ethics una controvertida propuesta en la que abogan por permitir a los donantes de órganos británicos añadir una “categoría” más a su filantropía corporal post-mortem: el esperma.

¿Se puede hacer esto? Desde el punto de vista ténico es totalmente posible, de hecho existen dos métodos para extraer esperma a un difunto. El primero consiste en electrocutar la próstata del mismo hasta provocar una eyaculación, la segunda hacer una incisión en el escroto y acceder directamente a las gónadas. El hecho de que el esperma de un hombre pueda permanecer vivo entre 24 y 36 horas desde su fallecimiento, hace posible el milagro de engendrar vida a partir de la muerte, siempre que se actúe pronto.

Los expertos tras esta propuesta son Joshua Parker (doctor y especialista en ética del hospital Wythenshawe en Manchester) y Nathan Hodson, doctor en la Universidad de Leicester. En opinión de ambos, que los donantes de órganos fallecidos añadieran el esperma a los diferentes bancos británicos ayudaría a acabar con la escasez antes mencionada, y además contribuiría a incrementar la diversidad del esperma disponible, ya que en la actualidad es muy complicado para algunas parejas dar con esperma viable de algunas etnias en particular.

Parker y Hodson sostienen que si los donantes de órganos accedieran en vida a que su esperma fuera usado para ayudar a parejas con problemas de gestación, una vez muertos, se acabarían muchas de las reservas que en la actualidad desincentivan a muchos donantes potenciales, a quienes no les hace gracia que 18 años más tarde un chico pueda llamar a tu puerta para tomar un café y conocer a su padre ausente. Si la donación se realiza post-mortem, ese peligro deja de existir para el padre.

Otra cosa es qué podría opinar el hijo resultante de una de estas propuestas donaciones post-mortem, ya que se le niega la posibilidad de conocer a su padre biológico. Para algunos expertos, como el profesor de andrología Allan Pacey, la idea es un paso atrás después de todo el esfuerzo que se ha dedicado estos últimos años en reclutar donantes vivos, jóvenes y saludables, que además se muestran solidarios y respetan la posibilidad de que en el futuro sus potenciales hijos puedan llegar a conocerles.

Además de estas objeciones éticas, existen también ciertos impedimentos burocráticos que habría que solucionar si se desea poner en marcha la propuesta de Parker y Hodson. Por ejemplo, la autoridad reguladora británica en embriología (HFEA) requiere que los donantes se sometan a vigilancia médica y a una cuarentena de tres meses, antes de aceptar su esperma como viable. De este modo se aseguran que el esperma esté libre de infecciones, como el HIV. Lamentablemente estas pruebas solo pueden hacerse mientras los donantes están vivos.

¿Y tú, estarías dispuesto a que además de tus pulmones, riñones, corazón, etc. tu semen pudiera ayudar a parejas con problemas de fertilidad? El debate ético está abierto…

Fuente: Journal of Medical Ethics