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¿Es seguro calentar comida en recipientes de plástico? Esto dice la ciencia

Aunque parece algo inofensivo, calentar alimentos en recipientes de plástico podría estar afectando el sistema hormonal sin que muchas personas lo noten. La científica Shanna Swan, reconocida por su trabajo sobre los disruptores endocrinos y autora del libro Count Down, advierte sobre los peligros reales de esta práctica común. Con más de 30 años de investigación respaldada por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH), Swan sostiene que este hábito cotidiano merece mayor atención.

Riesgos invisibles en la rutina diaria

En una entrevista con el neurocientífico Andrew Huberman, Swan explicó que los plásticos contienen químicos como los ftalatos y el bisfenol A (BPA), sustancias que se usan para dar flexibilidad o resistencia a estos materiales. El problema es que estos compuestos no están firmemente unidos al plástico, lo que permite que se liberen fácilmente al calentar un recipiente en el microondas o al dejar una botella de agua bajo el sol.

Cuando estos químicos entran al cuerpo, no lo hacen sin consecuencias. Diversos estudios los han relacionado con alteraciones hormonales, problemas en el sistema reproductivo, complicaciones durante el desarrollo fetal e incluso otras afecciones a largo plazo. Por eso, la exposición continua a estos compuestos puede representar un riesgo mayor de lo que se piensa.

¿“Apto para microondas” significa seguro?

Muchos productos plásticos indican en sus etiquetas que son “aptos para microondas”, pero Swan aclara que esta clasificación solo garantiza que no se deformarán o derretirán con el calor. Eso no quiere decir que sean seguros desde una perspectiva endocrina. De hecho, el calor puede acelerar la migración de sustancias tóxicas hacia los alimentos.

Ante este panorama, la recomendación es sencilla: para calentar comida o bebida, lo mejor es optar por materiales como vidrio, cerámica o acero inoxidable. Además, es importante tener cuidado con objetos que también contienen químicos hormonales, como los tickets térmicos de supermercado, los cuales pueden liberar bisfenoles al tacto. En estos casos, el uso de guantes puede ser una buena medida preventiva.

Swan subraya que no se trata de generar miedo innecesario ni de vivir con paranoia, sino de adoptar decisiones más informadas. Aunque es imposible evitar por completo el contacto con químicos, reducir la exposición a los más dañinos sí está en nuestras manos.

Pequeños cambios que importan

Este tipo de precauciones cobra especial relevancia para mujeres embarazadas, niños y personas con trastornos hormonales, quienes podrían ser más sensibles a estos compuestos. No obstante, Swan insiste en que todos, sin excepción, deberíamos poner atención en este tema, ya que el impacto hormonal afecta a largo plazo y de forma silenciosa.

Cambiar el recipiente donde se calienta la comida puede parecer un detalle menor, pero representa un paso significativo hacia el cuidado de la salud hormonal. Es un ejemplo claro de cómo los pequeños gestos del día a día pueden prevenir problemas futuros.

En un mundo donde la exposición a sustancias químicas es casi inevitable, contar con información clara y tomar decisiones conscientes puede marcar la diferencia. La ciencia no busca alarmar, sino ofrecer herramientas para que cada quien elija con mayor conocimiento.

Fuente: msn.com

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